La estrategia del presidente Andrés Manuel López Obrador para colonizar al poder Judicial empieza a darle frutos en el último año de su mandato. El lunes, la magistrada Mónica Soto Fregoso asumió la presidencia de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) tras una revuelta que por muchos ha sido calificada como un golpe de Estado contra su predecesor Reyes Rodríguez Mondragón, quien fue obligado a renunciar tras ser acusado de pérdida de confianza e incluso extorsión por tres de los cinco magistrados en funciones.
Es indudable la experiencia con la que cuenta la ministra Soto para ocupar el cargo, quien a lo largo de los últimos treinta años se ha desempeñado en cargos vinculados al tema electoral, sin embargo, algo que empañaría su gestión sería su aparente simpatía por la Cuarta Transformación, misma que se ha visto reflejada en el sentido de sus votos así como en la denuncia publicada en redes sociales por el expresidente Felipe Calderón, quien sin ningún empacho la acusó de probada lealtad a Morena y a AMLO.
De ser ciertas las acusaciones sería una pésima noticia para el proceso electoral en puerta, pese a que la magistrada se adelantó a ofrecer garantías de imparcialidad, y no se espera menos de ella, ya que será la responsable última de la calificación en la elección presidencial y la entrega de la constancia respectiva a quien será el nuevo artífice en la dirección del país.
En el lado opuesto de la moneda se encuentra Lenia Batres quien, con una experiencia precaria, por decir lo menos, se presenta como ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) luego de que el presidente López Obrador la designara tras el fracaso en el Senado para alcanzar un acuerdo que permitiera la elección del sustituto del ahora colaborador en la campaña de Claudia Sheinbaum, el trapecista Arturo Zaldívar Lelo de Larrea.
Descaradamente el mandatario puso el dedo en una añeja colaboradora que no niega sus raíces y que si bien tiene una larga trayectoria en materia política carece de experiencia en los tribunales. Así el presidente asegura la fidelidad de un voto que le ha sido negado por los ministros Juan Luis González Alcántara y Margarita Ríos Farjat propuestos por él y a quienes ha señalado por no “entrarle” a la transformación, no por lo menos de la manera incondicional que hubiera esperado.
Para cerrar el año la recién nombrada criticó en sus redes sociales la resolución de un tribunal colegiado que ordenó la devolución de 16 millones a Peñoles por concepto de impuesto predial. El constitucionalista Francisco Burgoa calificó como un escándalo que una ministra hubiera emitido una opinión a partir de una nota periodística sin conocer el expediente.
Así la Cuarta Transformación donde el requisito de experiencia es de sólo el 10% y lo demás, lo demás quién sabe.
La irrelevancia del EZLN
Aquel año de 1994 fue un año infausto para nuestro país: en la víspera del año nuevo, hizo su aparición un grupo guerrillero coincidiendo con la entrada en vigor de Tratado de Libre Comercio (TLC); sucedieron los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y de José Francisco Ruiz Massieu y, por si fuera poco, vino la crisis económica de ese año, lo que se conoció mundialmente como el “efecto tequila”.
Volviendo al arranque de año, se ha olvidado que aquel grupo guerrillero ocupó San Cristóbal de las Casas haciendo una declaración de guerra al Estado mexicano y exigencias con un discurso tradicional de partido comunista el cual en ningún momento tuvo referencias a los indígenas. Cuando fue evidente que, salvo su dirigente, la tropa estaba compuesta por indios chiapanecos, el subcomandante Marcos viró rápidamente el discurso hacia el indigenismo y la poesía. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) pasó de ser una guerrilla comunista más a un movimiento indigenista.
A veces se pierde en la memoria que en esos primeros 12 días de enero hubo batallas, enfrentamientos y muertos, tanto entre soldados como entre los nuevos zapatistas, hasta que el presidente Carlos Salinas decretó un cese unilateral del fuego y mandó a Manuel Camacho Solís como comisionado para la Paz. Lo que siguió ha sido, en los hechos, soslayar el conflicto, permitiendo que el EZLN conservara el control de territorios, sin margen para expandirse, pero con libertad de movimiento de sus dirigentes por todo el país, tanto para actividades públicas y multitudinarias, como privadas, al grado de que el subcomandante Marcos ha viajado a la capital del país para atender su salud.
A 30 años de su surgimiento, lo que no pudo hacer el Estado mexicano lo está logrando el narcotráfico y la migración: diluir al EZLN. Zonas bajo control de las organizaciones criminales, jóvenes que ya no quieren ser zapatistas y se van a Estados Unidos. Una conmemoración con cientos de milicianos que no sólo no estuvieron en el levantamiento del 94, sino que muchos de ellos ni siquiera viven en los municipios zapatistas. Lo de este lunes fue un evento para dar algo de oxígeno a un movimiento que ya no da para más.
Hay que decirlo: aquel grupo guerrillero que pasó a convertirse en una organización social que enarbola la bandera indigenista, en 30 años poco o nada ha aportado contra la marginación de los grupos indígenas no sólo de México, sino de Chiapas.