Para ganar la competencia tienes que equivocarte
Artículo escrito por Victoria García, coach empresarial con amplia experiencia en expansión y escalamiento acelerado en empresas
Algo que he notado en Estados Unidos es el nivel de competencia. Es una competencia feroz, impulsada por un entorno con gran oferta, donde la innovación y la mejora continua son la norma. Las personas, y por ende las organizaciones y empresas, están en un ciclo constante de superación y búsqueda de excelencia, algo que los clientes ya esperan y que permite que solo los más audaces prosperen. Esta cultura de alta exigencia es alimentada por un mercado pujante que busca destacar por encima de los demás. Una de las explicaciones para esta mentalidad y hambre por el éxito es la ausencia de miedo a las equivocaciones.
En Latinoamérica, hemos crecido con una cultura donde los errores deben evitarse a toda costa. Cometer errores significa una carga emocional y social, ya que puede acarrear reclamos, sentimientos abrumadores e incluso pérdida de participación en el proyecto en el que se está. La aversión al error trae muchas consecuencias que afectan tanto a las personas como a las empresas.
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Evitar cometer errores no solo nos mantiene en un espacio que consideramos seguro, sino que también tiene consecuencias negativas en la búsqueda de nuestro progreso. Las personas y las organizaciones se vuelven menos innovadoras, más inclinadas a seguir órdenes en lugar de asumir riesgos, y menos responsables de sus actos y decisiones. Este comportamiento conservador puede parecer seguro a primera vista, pero reduce la competitividad de las personas y las empresas, afectando finalmente a la economía y a los mercados. Cuando el miedo al error domina, se estanca el crecimiento, cayendo en la trampa de la mediocridad al mantenerse en lo conocido y cómodo, evitando riesgos y, al mismo tiempo, los resultados deseados.
Jim Collins, en su libro “Good to Great”, nos comenta que las empresas que se estancan en su comodidad pierden su capacidad para crecer y competir. La empresa limita su exposición a los riesgos y, por ende, su capacidad de aprender de los errores, alimentando la mediocridad que, a su vez, desalienta la experimentación y el aprendizaje, impidiendo la innovación y el progreso.
Quizás reconozcas algunos o todos los nombres de la siguiente lista:
- Barry Bonds
- Hank Aaron
- Babe Ruth
- Willie Mays
- Ken Griffey Jr.
- Sammy Sosa
- Frank Robinson
- Mark McGwire
- Alex Rodríguez
- Harmon Killebrew
- Rafael Palmeiro
- Reggie Jackson
- Jim Thome
- Mike Schmidt
- Manny Ramírez
- Mickey Mantle
- Jimmie Foxx
- Frank Thomas
- Willie McCovey
Estos jugadores de béisbol están entre los 19 mejores bateadores de home runs de todos los tiempos. Pero lo que quizás no sabes es que también están en el top 1% de los líderes en strikes. En cada swing fallido y en cada ponche, no solo tomaban esto como una lección aprendida, sino como un escalón que los acercaba a su meta. Debemos notar que en el béisbol el éxito no se mide por evitar los strikes, sino por las carreras anotadas. De manera similar, en los negocios y en la vida, no se mide por los errores que cometemos, sino por llegar a la meta que queremos. Al entender que los errores son una parte natural del proceso, podemos liberarnos del miedo a fallar y centrarnos en lo que realmente importa: intentar, aprender y avanzar.