Guerrero y la impericia de la 4T

La aprobación del presidente Andrés Manuel López Obrador cayó dos puntos de septiembre a octubre a 56%, a sólo tres días del impacto del huracán Otis en las costas de Guerrero. Poco, considerando que ante lo reciente del meteoro todavía no se alcanzaba a apreciar en esos primeros días las dimensiones del desastre y la impericia gubernamental.

Las reacciones del gobierno han sido lamentables y, por lo menos, sin vergüenza: luego de una primera admisión el 26 de octubre de que los agarró por sorpresa el huracán, el presidente ha dicho que sí previnieron a la población, cuando no fue así, pues Acapulco tuvo aquella noche su actividad nocturna normal y no se habilitó ninguna medida de protección civil, ya ni hablar de los otros municipios afectados y de los que apenas se sabe de su situación.

Para no variar, AMLO arremetió contra quienes han criticado la falta de prevención y la lentitud de la ayuda gubernamental; con botas lustrosas y ropa limpia lucieron las secretarias de Gobernación y de Seguridad junto con la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, de quien se supo hasta mucho después de pasado el huracán. Ni siquiera puede haber credibilidad en el número de fallecidos, pues mientras Protección Civil reportó 48, la Fiscalía General refirió 45, por ser los que llegaron al Semefo.

Las primeras medidas clientelares ya están contempladas: entrega adelantada de los programas del Bienestar en el estado, y la ampliación del Programa Jóvenes Construyendo el Futuro para trabajos de limpieza. Mientras tanto, pasan los días y continúan las rapiñas, la falta de víveres y agua, la inseguridad, la insalubridad y carencia de atención médica, en un estado donde el desastre natural vino a sumarse a la indolencia de las autoridades contra la violencia de los grupos criminales, los cuales seguramente están medrando de la tragedia, como los políticos que se aprovechan de la desgracia de la gente.

Cruz Roja Internacional: hasta las guerras tienen límites

En un lapso de poco más de 20 días entramos en una vorágine en Medio Oriente en donde la vida parece haber perdido su valor, particularmente la de los niños quienes han sido las principales víctimas de los bombardeos israelíes en la Franja de Gaza, sin por esto negar que el Estado judío tenga el legitimo derecho a defenderse del ataque sufrido el 7 de octubre. El Ministerio de Sanidad de Gaza, controlado por Hamás, reporta la muerte de 8 mil 306 personas, 3 mil 457 de ellas eran infantes.

Las operaciones iniciaron una segunda etapa, en donde el ejercito israelí empezó a tomar posiciones al interior de la Franja de Gaza en medio de la desesperación de cientos de miles de palestinos que no alcanzaron a huir hacia el sur, de acuerdo al ultimátum emitido por el gobierno de Benjamín Netanyahu, y que encontraron refugio en los hospitales, sin imaginarse que hoy estos también son vistos como objetivos militares. Tan sólo la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha documentado 200 ataques contra instalaciones sanitarias en Gaza, con un saldo de 494 muertos, entre estos 16 empleados en servicio.

No hay justificación para el excesivo uso de la fuerza empleado por el ejército judío, quien determinó que la mejor manera de castigar al grupo islámico Hamás, responsable de la masacre en territorio israelí, que tomar represalias contra el pueblo palestino revictimizándolo así, ya que también su gente ha sido sometida desde hace años por el grupo islámico.

Tras la ofensiva, la Cruz Roja Internacional se declaró en shock por el sufrimiento humano infringido en Gaza. A través de un mensaje publicado en le red social “X” señaló que “Hasta las guerras tienen limites”. 

Al primer ministro israelí Benjamín Netanyahu no parecen hacerle mella estas declaraciones. Severamente cuestionado por el fallo cometido por la inteligencia militar de su gobierno, sabe que de la contundencia de la operación depende su futuro político, hacer una pausa en los combates, como se lo solicitó la Organización de las Naciones Unidas el viernes pasado, significaría ante la opinión pública una rendición frente a los islamitas de Hamás.

Gideon Saar, un ministro sin cartera dentro del gobierno de emergencia israelí, ya reveló una intención oculta: al finalizar los ataques Gaza será más pequeña, una nueva zona de seguridad administrada por Israel será creada.

Del otro lado, a través de un fragmento fue identificada la joven israelí-alemana Shani Louk, quien fue secuestrada por Hamas y que era pareja del mexicano Orión Hernández, uno de los dos connacionales que se encuentran como rehenes del grupo islámico y del que se desconoce su paradero.