La mujer en el mundo ejecutivo: avances, desafíos y perspectivas

En las últimas décadas ha habido un aumento significativo en la presencia de mujeres en roles ejecutivos en todo el mundo. Hay varios avances logrados por las mujeres en este ámbito, desafíos que aún enfrentan y, cabe tener presente, las perspectivas futuras para la equidad de género en este sector.

Desde la segunda mitad del siglo XX, se ha observado un aumento constante en el número de mujeres que ocupan cargos ejecutivos en empresas y organizaciones. Las mujeres han demostrado su capacidad para liderar en diversos campos, desde la tecnología hasta las finanzas y la medicina. Este progreso se atribuye a varios factores, incluida la lucha por la igualdad de género, la educación y el cambio cultural.

A pesar de los avances, las mujeres en el mundo ejecutivo todavía enfrentan numerosos desafíos. La brecha salarial de género sigue siendo una preocupación importante, con las mujeres a menudo ganando menos que sus colegas masculinos en roles similares. Además, la falta de representación femenina en puestos de liderazgo senior y la persistente discriminación de género son obstáculos significativos que deben abordarse.

A medida que la conciencia sobre la importancia de la diversidad de género en el liderazgo continúa creciendo, se espera que se implementen más iniciativas para promover la igualdad en el mundo ejecutivo. Las organizaciones están reconociendo cada vez más los beneficios de contar con equipos de liderazgo diversos, que incluyan tanto a hombres como a mujeres. Además, el apoyo gubernamental y las políticas de igualdad de género pueden desempeñar un papel crucial en la creación de un entorno más inclusivo para las mujeres en roles de mando.

Si bien ha habido avances significativos en la representación de las mujeres en el mundo ejecutivo, todavía hay trabajo por hacer para lograr la verdadera equidad de género. Es fundamental abordar los desafíos persistentes, como la brecha salarial y la discriminación de género, y continuar promoviendo un cambio cultural que valore y apoye el liderazgo femenino en todos los niveles organizativos.

Sheinbaum, Cárdenas y Pemex

El 86 aniversario de la expropiación petrolera fue motivo para las candidatas y el candidato presidencial hablaran de sus propuestas en materia de energía, con particular énfasis en la política a seguir con Pemex. Por formas y contenido, destacó particularmente el evento de Claudia Sheinbaum en el Monumento a la Revolución.

La candidata de Morena tuvo el respaldo de Cuauhtémoc Cárdenas a su proyecto energético, el cual consiste básicamente en garantizar la soberanía energética; fortalecer a Pemex y CFE; promover la petroquímica nacional y mayor impulso para la producción de fertilizantes; mantener la producción de petróleo en 1.8 millones de barriles; contar con un plan para Pemex para que participe en procesos de cogeneración y nuevas fuentes de energía, como la explotación de litio, energía térmica y eléctrica; CFE mantendrá su participación en la generación eléctrica en al menos 54%; promover el uso eficiente de la energía y la electromovilidad, atender las necesidades energéticas de las comunidades rurales marginadas, no más “gasolinazos”, entre otros.

Ese mismo lunes, publicó en El Universal un texto escrito por el ingeniero Cárdenas al alimón con Fluvio Ruiz, quien fuera consejero de Pemex entre el sexenio de Calderón y el de Peña Nieto, en donde señala los retos que le preocupan de la petrolera estatal: “un asfixiante régimen fiscal, una elevada deuda de corto y largo plazo, la caída en la extracción de crudo y las dificultades para aumentarla, costos de producción superiores a su capacidad de deducción fiscal, deficiente sistema de refinación, insuficiente capacidad de almacenamiento, complejos petroquímicos subutilizados, pérdida de recursos humanos calificados, etc., y la ausencia de una estrategia integral de largo plazo para enfrentarlos.”

En dicho texto, Cárdenas plantea algunas propuestas, destacando dar prioridad la petroquímica y la transición de Pemex a una empresa energética. Curiosamente, ambas ideas son defendidas tanto por Claudia Sheinbaum como por Xóchitl Gálvez, está última incluso planteando la transformación de Pemex a “Emex”, “Energías Mexicanas”.

Es de notar que Sheinbaum no habló de la tan postergada meta de autosuficiencia de combustibles ni de construir más refinerías y, por si fuera poco, anunció que se asesoraría con Cárdenas, algunas de cuyas propuestas se alejan totalmente de lo que hemos visto en la actual administración, como la autonomía presupuestal y de gestión de Pemex, modificar su régimen fiscal; impulsar los intercambios de crudo para elevar la eficiencia del sistema de refinación; reducir la quema de gas a su límite reglamentario, entre otros.

No extraña que, a pesar del desprecio desde Palacio Nacional, Cuauhtémoc Cárdenas se mantenga alineado a lo que crea que represente la izquierda en México. Lo que llama la atención es que Sheinbaum haga una propuesta energética sino opuesta, por lo menos diferente a lo que hemos visto en lo que va de la 4T.

La nueva guerra fría

Tras su arrasador triunfo en las elecciones rusas, el presidente Vladimir Putin, en una muestra de poderío, sentenció que la participación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en el conflicto que sostiene contra Ucrania colocaría al mundo a las puertas de la tercera guerra mundial incluso, citando reportes de inteligencia, señaló que ya se han detectado en las trincheras agentes hablando en inglés y francés. 

La amenaza del gobernante, que cada vez se parece más a los autócratas que le precedieron durante el reinado de la Unión Soviética (URSS), vuelve a colocar contra la pared a los anhelos de los grupos que buscan el desarme global como única garantía para mantener la sostenibilidad de un mundo en el que peligra la existencia humana.

Junto con la amenaza de guerra se dispararon nuevamente los temores de una conflagración nuclear, un miedo que parecía haberse disipado pero que hoy resurge con mayor intensidad dados los pocos escrúpulos que al día de hoy ha manifestado el heredero del régimen soviético.

No es la primera vez que un dirigente ruso pretende doblegar a occidente con la presión armamentista. En su momento, Nikita Khrushchev utilizó ese recurso para tener en vilo a la población estadounidense que vivía pendiente de que cualquiera de los dos bandos decidiera apretar primero el botón. Aún estaban frescas las imágenes de los ataques a Hiroshima y Nagasaki que dejaron 246 mil muertos. Al final, Khrushchev resultó ser un embustero con una capacidad mínima para responder en igualdad de condiciones a las fuerzas estadounidenses. Por mucho tiempo el líder soviético utilizó el arma más poderosa, el temor en la mente del adversario.

Pero estos son otros tiempos. De acuerdo al Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI), reporta que Rusia cuenta con 5 mil 589 ojivas nucleares; seguida por Estados Unidos que cuenta con 5 mil 244; China con 410; Francia con 290; Reino Unido con 225; Pakistán 170; India 164; Israel 90 y Corea del Norte 30. Suficiente energía para hacer explotar el planeta varias veces y afectar paralelamente todo el sistema solar.

De llegar nuevamente a la Casa Blanca Donald Trump, la situación se tensaría aún más. Durante su gobierno, el magnate puso fin al Tratado de las Fuerzas Nucleares de Rango Intermedio (INF) firmado con Rusia en 1987. Hoy solamente se mantiene con vida el tratado sobre desarme New Start, pero el acuerdo vencerá en los próximos dos años y Putin se mantendrá en el poder por lo menos hasta 2030.

No es la primera vez que Putin amenaza al mundo con utilizar armas nucleares en legítima defensa de sus intereses, e incluso reconoce que sería el fin de la civilización. Una nueva guerra fría podría estarse gestando, la irresponsabilidad de un déspota podría llevarnos, en el mejor de los casos a una era de oscuridad.