Entre los grandes perdedores de las elecciones está el Poder Judicial de la Federación. La ministra presidenta Norma Piña y la mayoría de sus colegas apostaron a lo que estimaron factible: que no hubiera mayoría de Morena y sus aliados en el Congreso para sacar adelante la reforma judicial. El resultado, aún por confirmarse, indica que será todo lo contrario.
Fundamental en la apuesta fue dar trámite a la denuncia contra Arturo Zaldívar y, sobre todo, la filtración de elementos de prueba sobre las presiones que ejercía el entonces ministro presidente a magistrados y jueces, a través de Carlos Alpízar, secretario General del Consejo de la Judicatura. El golpe contra el exministro trajo por consecuencia una tibia defensa de Claudia Sheinbaum para luego tomar distancia, dándole un bajo perfil a Zaldívar en la campaña, y que contaminara lo menos posible su campaña.
Pero salvo el temporal aislamiento de Zaldívar, el resultado aplastante en las urnas sólo dejó como opción acompañar la felicitación de Norma Piña a la virtual presidenta electa acompañada de un exhorto al diálogo abierto y honesto entre poderes. No queda más que esperar: ver si queda configurada la mayoría calificada en el Congreso, el presidente López Obrador defendió la reforma judicial y confirmó que la enviará, falta ver si se aprueban al vapor, o si queda pendiente para análisis y modificaciones considerando la opinión de la nueva presidenta. Lo que es un hecho es que habrá una transformación al Poder Judicial como no se ha visto desde la reforma a dicho poder con Ernesto Zedillo en 1995.
Circulan varias versiones del alcance de la reforma. De entrada, la elección popular directa de los ministros comenzó a descartarse por el propio Arturo Zaldívar, considerándose otras opciones de elección híbridas; la separación de la Suprema Corte del Consejo de la Judicatura Federal, y la reducción del número de ministros.
Esto último seguramente incluiría la jubilación adelantada de varios de los actuales, entre ellos Norma Piña, Javier Laynez, Luis María Aguilar, Jorge Pardo Rebolledo, Alfredo Gutiérrez y Alberto Pérez Dayán. Podrían quedar Margarita Ríos Farjat y Juan Luis González Alcántara, tal vez algún otro, como minoría y para mantener los relevos escalonados. Se mantendrían Yasmín Esquivel -de quien se dice trae su propuesta de reforma y hasta se ve al frente de la nueva Suprema Corte -, Loretta Ortiz y Lenia Batres.
La semana cero
Tras el recuento de los daños, arranca una semana crucial en la política nacional. Si inicia una era con un nuevo partido hegemónico ya lo iremos viendo al paso del tiempo, aunque lo cierto es que hoy Morena cuenta ya oficialmente con el apoyo necesario para que, si no decepciona, pueda trascender todavía muchos años más.
Del otro lado el viejo sistema de partidos parece haber consumido la poca credibilidad que le restaba y se encuentra en extinción. La desaparición del PRD, paradójicamente la fuerza que le dio soporte a Andrés Manuel López Obrador en sus inicios y que hoy no alcanza ni siquiera el 3% de la votación para mantener su registro, es inminente.
El PRI parece que habrá de seguir esa misma senda; en los últimos cinco años vio partir al 80% de su militancia, gran parte ahora refugiada en el oficialismo, además de dejar escapar 11 gubernaturas. Hoy parece ser más popular Movimiento Ciudadano al cual, por cierto, tampoco le fue nada bien porque perdió diputaciones y senadurías de mayoría. En Nuevo León, Samuel García perdió el Congreso, su esposa Mariana Rodríguez fracasó en su afán de gobernar Monterrey y Luis Donaldo Colosio Riojas no alcanzó los votos suficientes para llevarse la senaduría.
El PAN fue el partido más votado dentro de Fuerza y Corazón por México, sin embargo, es evidente una crisis que se pretende maquillar con decenas de impugnaciones, pero el resultado fue tan avasallador que no le alcanza para lavarle la cara a su dirigente Marko Cortés, quien al igual que los líderes de los partidos restantes, Alejando “Alito” Moreno del PRI; Jesús Zambrano del PRD; Alberto Anaya del PT y Dante Delgado por Movimiento Ciudadano compraron un seguro de vida con un lugar como plurinominales. Así premia el fracaso la política nacional.
A partir de hoy y hasta mediados de agosto, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación iniciará un trabajo exhaustivo para revisar los resultados impugnados, un trabajo que deberá realizar con lupa. Es ahí donde finalmente se habrá de decidir si Morena y sus aliados cuentan o no con una mayoría absoluta en el Congreso y a partir de esa definición si la Cuarta Transformación construirá su segundo piso sin cortapisas.
También esta semana se reúne la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, con el saliente, Andrés Manuel López Obrador, para definir los tiempos en los que las 20 iniciativas enviadas, diseñadas por el mandatario, habrán de ser aprobadas, empezando por la reforma al Sistema Judicial que está generando mucho ruido en los mercados internacionales.
Inicia una nueva era en la que la sociedad civil deberá permanecer más unida que nunca en la construcción de un nuevo proyecto que le de cabida a todos aquellos que hartos de los partidos políticos estén a la búsqueda de alternativas. No es demasiado pronto, AMLO empezó a hacer campaña con tres años de anticipación, recuperar lo perdido tardará un poco más.
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