Las simulaciones en Pemex
El expediente con la documentación va directo a la carpeta de investigación de la FGR, la cual se espera concluya sus indagatorias de las causas del accidente a más tardar en marzo del próximo año.
Ha pasado más de un mes y, fuera de algunas manchas de chapopote en las playas, ya no se supo nada de aquel supuesto derrame de hidrocarburo de 400 kilómetros cuadrados en la Sonda de Campeche, denunciado por grupos ambientalistas. Lo que sí fue desastroso fue la reacción en medios de Petróleos Mexicanos, al sólo emitir un comunicado refiriendo unas pequeñas fisuras y descalificando la información, lo que derivó en que se percibiera como que la empresa minimizaba e incluso ocultaba lo sucedido. Tuvieron que pasar casi 10 días, para que tuviera que salir a medios el director general de Pemex, Octavio Romero Oropeza, a aclarar el tema y explicar por qué era irreal un derrame de tales proporciones.
Si eso sucede con un megaderrame inexistente, es comprensible mas no justificable que sucedan reacciones iguales o más ineficientes con asuntos más complejos como la baja de calificación de Fitch; la deuda y el desempeño de productivo de Pemex; la cacareada autosuficiencia en combustibles para el siguiente año; el arranque pendiente de la refinería de Dos Bocas o el accidente en la plataforma Nohoch-Alfa, entre muchos otros.
En el caso de la explosión en la plataforma Nohoch-Alfa ubicada en el complejo Cantarell del pasado 7 de julio, las causas las investiga la Fiscalía General de la República. En esos días, el presidente López Obrador sugirió que en estos accidentes tienen que ver mucho fallas, descuidos, falta de profesionalismo y que, en caso de haberlo en Nohoch-Alfa, se sancione a la empresa privada que iba a realizar el mantenimiento en el punto del siniestro.
Este video te puede interesar
El día que salió al paso Octavio Romero sobre si hubo o no el famoso megaderrame, fue abordado sobre el accidente y dijo que era un trabajo programado en el que no se siguieron las reglas de seguridad que marca Pemex y Cotemar, la empresa contratista, dando a entender que se trató de un error humano, para luego precisar: “no estoy diciendo que la empresa sea la culpable. Porque aquí hay una empresa que le está trabajando a Pemex, Pemex tiene que hacer que la empresa cumpla y la empresa tiene que cumplir”, recalcó, rematando que la investigación determinará las responsabilidades, que pueden ser de Pemex o de la contratista.
Días después de la conferencia de prensa, el director general de Pemex recibió una carpeta conteniendo una relatoría y evidencias de las acciones y los trabajos previos, durante y posteriores a la explosión en Nohoch-Alfa; así como documentos que en Pemex daban por extraviados o incluso que no existían, como la orden de trabajo, bitácoras, cronología y fotos.
La orden de trabajo evidencia que hubo solicitud, autorización y supervisión de Pemex hacia Cotemar para los trabajos de mantenimiento que se programaron ese día al ducto de gas. Pero no sólo eso: el expediente entregado refiere con pruebas que se estaba dando mantenimiento a un ducto de gas que debía estaba vacío, según los registros del manómetro, sin presencia de hidrocarburo y que no se usaba desde 2015. Los hechos demostraron que no fue así. Los cuerpos de los empleados fallecidos estaban cubiertos de petróleo proveniente del ducto de gas, el cual conecta a la plataforma Abkatún, y cuya válvula estaba abierta.
Para más señas, en Abkatún sólo trabaja personal de Pemex.
El expediente con la documentación va directo a la carpeta de investigación de la FGR, la cual se espera concluya sus indagatorias de las causas del accidente a más tardar en marzo del próximo año.
El colmillo de Dante
Se acerca angustiosamente la definición de los dos grandes candidatos que buscarán llegar a la presidencia de la República. Tanto Morena, como el Frente Amplio por México se encuentran a pocos días de elegir a su gallo para suceder al presidente López Obrador; y aunque todo indica que podría ser una contienda de dos, flota en el ambiente el aroma de un experimentado político que acecha a este proceso en espera de ganar algo.
Se trata de Dante Delgado, fundador y líder nacional de Movimiento Ciudadano, que ha estado muy ocupado haciendo cuentas para calcular el valor de su aportación política. Él sabe que no tiene un candidato competitivo, pero que su partido bien podría ser el fiel de la balanza e inclinarla a favor de una de las dos propuestas.
Este experimentado político ha sabido comprender los tiempos mejor que nadie. No se ha subido al tren del proceso electoral, al que el presidente adelantó desde hace varios meses y que no ha servido sino para desgastar a sus propios precandidatos, o como él dice, sus corcholatas.
También conocen a sus adversarios y no se enfrasca en discusiones o confrontaciones que no le entreguen resultados. Mantienen el liderazgo absoluto de partido y mueve a sus piezas coordinadamente.
Pese a no tener un candidato visible, y tal vez ni siquiera atractivo, el Movimiento Ciudadano parece estar destinado a convertirse en un factor decisivo en la sucesión presidencial. No hay guiños hasta ahora con ningún partido, ni con sus dirigentes, pero en el fondo saben que tiene la responsabilidad histórica y esencial de ser disruptivo. ¿Cómo conciliar eso con la idea de una alianza con cualquiera de los demás instituciones políticas, viejas, anquilosadas, lentas, ineficientes?
Cambios laborales a tres años de la pandemia
Tres años después de la pandemia de covid-19, el estrés laboral es uno de los principales problemas que agobian a quienes cuentan con un trabajo formal en nuestro país. De acuerdo a OCCMundial, plataforma especializada en la materia, siete de cada diez empleados lo presentan en situaciones de presión que sobrepasan sus conocimientos y habilidades, llevándolos a situaciones extremas difíciles de controlar con consecuencias que se reflejan física y mentalmente a través de dolores de cabeza, agotamiento, ansiedad e irritabilidad. Malestares que se potencializan en ausencia de un buen liderazgo; 35% de los encuestados dice haberlo sentido ocasionalmente, mientras que 18% señala percibirlo todo el tiempo.
Dentro del estudio “Cambios laborales en México a 3 años de la pandemia”, se especifica que prácticamente la mitad de los trabajadores que participaron en el ejercicio considera que realiza sus actividades con un mayor estrés de lo que ocurría en el periodo que precedió a la pandemia, y en mucho tiene que ver con las nuevas formas de empleo que se tuvieron que poner en marcha en cumplimiento con las medidas sanitarias, formas que prevalecen en nuestros días de manera parcial.
Asimismo, el documento reporta que al día de hoy el esquema dominante para los trabajadores es el presencial, mientras que aproximadamente 12% lo hace en un formato hibrido; únicamente el 5% lo hace vía remota mientras que un 25% señala que en algún momento trabajó bajo la modalidad de home office.
Entre las empresas, 63% privilegia el modelo presencial; 35% utilizan preferentemente el esquema hibrido y sólo 7% trabajan bajo el modelo conocido como home office. Las grandes empresas son quienes favorecen el modelo presencial, mientras que en las pequeñas y microempresas prevalece el trabajo en casa.
Del estudio se desprende que una parte muy considerable de empleados se encuentran más cómodos trabajando en casa con una carga de trabajo moderada y un nivel de estrés mesurado pero sobre todo con una productividad alta o muy alta.
Hacia el futuro se proyecta que en cinco años prevalezca en las empresas el modelo hibrido hasta en un 57%, seguido del presencial con 36%, dadas las ventajas que este patrón ofrece tanto para empleados como para empleadores, ahorros no solo en materia económica, sino en tiempos de traslado, cercanía con la familia, reducción de estrés y mayor productividad, claro, a costa de la disminución del contacto social, y las horas extras que en este esquema no se pagan. En estos momentos también hay otros factores a considerar como el de la Norma 037 en materia de trabajo a distancia que fija que el empleador será el responsable del pago de la parte proporcional de los servicios de telecomunicación y electricidad de su contratado, costos que las empresas no quieren sumar a sus erogaciones, en particular porque el tratamiento fiscal que se le daría a estas inversiones no esta claramente definido.