Lo que puede y no puede controlar Dante

Dante Delgado, fundador y coordinador nacional de Movimiento Ciudadano (MC), tenía contemplado estirar la liga de la elección del candidato presidencial de su partido hasta diciembre. En sus escenarios estaba una candidatura débil por parte de la alianza PAN-PRI-PRD, y/o el probable rompimiento de Marcelo Ebrard siendo arropado por el partido naranja.

Desafortunadamente para Dante, dichas variables no estaban bajo su control: en el peor de los casos, Ebrard está echando toda la carne al asador y está más dispuesto a vender cara su derrota que a renunciar a Morena; en cuanto a la oposición, incapaz de construir liderazgos, les irrumpió la precandidatura de Xóchitl Gálvez, y de ahí las presiones internas para sumar a MC al llamado Frente Amplio por México, ya vislumbrando más posibilidades de triunfo.

Dante Delgado tiene razón en no querer aliarse con el PRI. El partido con el mayor número de negativos y rechazo de la población, con una dirigencia cuestionada, perdiendo elecciones, con renuncias de cuadros. En franca extinción, el PRI resulta más un lastre que una fuerza, pero está en la alianza. Hay versiones en el sentido de que el PRI va a traicionar a sus aliados y se va a ir con Morena y, entonces sí, MC participará en la coalición. Nuevamente, variables fuera del control de Dante y no se ven señales de que Alejandro Moreno cambie de salvavidas, Marko Cortés y Jesús Zambrano se ven muy felices con el campechano.

El veracruzano ha hecho énfasis en tener primero el proyecto y luego el candidato. Nuevamente tiene razón, pero las circunstancias y los tiempos no se están acomodando para que logre ambas cosas; porque de nada le va a servir tener proyecto y que cualquiera sea candidato, como lo parece sugerir al destaparse a él mismo, a Luis Donaldo Colosio, Samuel García (quien ya había dicho que no va), a la senadora Patricia Mercado y hasta al coordinador de diputados de MC.

Difícil que Movimiento Ciudadano se sume al Frente sin que haga valer el capital político que ha logrado ante dos partidos en proceso de desaparecer como el PRI y el PRD, así como un PAN con una dirigencia dedicada a administrar intereses locales. Dante Delgado no va a sumar a su partido a una alianza donde su partido pierda lo logrado y que sólo termine salvando las prebendas de los aliados -que era lo que originalmente esperaban lograr, hasta que apareció Xóchitl-. Por ello, no se descarte que no postule a nadie a la Presidencia y apueste a conservar lo ganado, como Jalisco, variables que Dante sí puede controlar.

Sin ninguna certidumbre en materia de seguridad

El martes, el presidente Andrés Manuel López Obrador declaraba en su conferencia matutina: “¿Qué le digo a la gente? No se dejen manipular y nosotros no vamos a ser rehenes de nadie”. Poco más de cuatro horas después los manifestantes que habían tomado por asalto Chilpancingo, se retiraban con una sonrisa de satisfacción. Las autoridades habían claudicado a un costo para el erario de 115 millones de pesos que serán pagados en obras, poniendo en entredicho la palabra del mandatario quien, por cierto, como señaló en esa misma conferencia al referirse a sus demandas, tendrá que seguir buscando al tonto que se las crea.

Sería una exageración hablar de un Estado fallido pero ciertamente hay zonas de la República en donde la ingobernabilidad ha sentado sus reales y en Guerrero hay varias, de otra manera es imposible explicar que el Estado haya perdido el monopolio de la fuerza y que de boca del propio presidente nos enteremos de que un grupo de manifestantes armados, que despojaron a la autoridad de un vehículo blindado, que secuestraron a nueve agentes de seguridad y cuatro funcionarios a la luz pública, porque se trató de un secuestro, hayan salido no solo con las manos llenas sino con un salvoconducto a la impunidad.

¿Cómo se explican los 160 mil asesinatos dolosos? Un récord histórico que se rompe todos los días y que antes de finalizar el sexenio habrá duplicado los ocurridos durante la administración de Felipe Calderón, el chivo expiatorio que debe cargar día con día por la ineficiencia de un gobierno que prometió abatir la violencia con abrazos y que a cambio a tenido que arrastrar una cauda de balazos.

Pero Guerrero no es el único estado en el que bandas de forajidos imponen a los pobladores la ley de las armas, quienes ven impotentes como las fuerzas de seguridad son rebasadas por narco ejércitos mejor equipados que la propia Guardia Nacional. El miércoles, en Jalisco, seis personas perdieron la vida en un atentado con explosivos en contra de fiscales, ataque que dejó una decena de heridos y recordó una agresión similar que tuvo lugar en Guanajuato a finales del mes que le precedió. En el Estado de México se habla de reacomodos entre los grupos delincuenciales previo a la llegada de Delfina Gómez a la gubernatura y en Colima un tribunal del Poder Judicial de la Federación implantó el teletrabajo para proteger la vida de jueces y trabajadores de ese poder.

Bajo ese panorama resulta risible, por decir lo menos, la propuesta de seguridad presentada por Marcelo Ebrard. El llamado Plan A.N.G.E.L. contempla la maximización de la tecnología en la lucha contra los grupos criminales mediante la utilización de drones, cámaras de reconocimiento facial y bases de datos con inteligencia artificial, un “mejoralito” que si acaso serviría para combatir actos criminales que ocurren en el momento como los recientes ataques a joyerías, pero que tendrían muy poca utilidad para enfrentar a grupos criminales con una fuerte base social, voluntaria o forzada, en donde los líderes están perfectamente identificados pero no son perseguidos debido a la complicidad existente con las autoridades de los diferentes órdenes de gobierno.

Ebrard no es tonto y conoce del tema. No hay que olvidar que en 2002 fue secretario de Seguridad Pública del DF durante la administración de López Obrador. Claramente el excanciller ya detectó durante sus giras, o recorridos como les llama Morena, que la seguridad es uno de los grandes problemas que agobian a la ciudadanía y a sabiendas que ninguno de los otros dos acólitos del presidente, Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López están dispuestos a tocar el tema, por no darle un “raspón” al presidente, encontró una beta a la que podría sacarle mucho jugo.

En fin, el final del sexenio se vislumbra complicado para López Obrador, quien todavía deberá de gastar litros de saliva, contra quien se deje, para convencer a los mexicanos de que él no es el responsable de garantizar la seguridad de los mexicanos simple y llanamente porque Calderón tiene la culpa, por haber movido el avispero de la delincuencia hace ya casi 17 años.

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