Inició la cuenta regresiva para que se concrete (o no) el paso de la Guardia Nacional a las Fuerzas Armadas. El Senado es el epicentro desde el cual se habrá de desprender una medida que determinará el futuro de la política de seguridad de nuestro país; la entrega sin condiciones de un órgano que hasta ahora había sido civil, a uno militar, uno en el que la ciudadanía confía casi ciegamente, pero que históricamente ha estado marcado por transgresiones a los derechos humanos.
Como ejemplo ahí está la lucha contra la guerrilla en Guerrero en la década de los 60; la masacre de Tlatelolco en el 68; el “halconazo” en el 71; la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa en 2014 y la matanza de Tlatlaya en ese mismo año, amén de un sinnúmero de desapariciones y violaciones documentadas por la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos. Un cambio de paradigma al que se opuso durante décadas el propio López Obrador y del cual ahora es su principal defensor.
No va a ser fácil. El presidente de la Junta de Coordinación Política (JUCOPO) y líder de la mayoría “morenista” en el Senado, Ricardo Monreal, ya dio a entender que no se va a dejar arredrar por el mandatario, quien ya lleva días lanzando arengas desde el púlpito del Palacio Nacional contra todos aquellos que se oponen a su iniciativa sin importar ni credos ni ideologías.
Monreal sabe que el tiempo obra en su favor y en las últimas horas se ha dado a la tarea de aparecer en diferentes medios asegurando que, a diferencia de lo que ocurrió en la Cámara de Diputados, en la cámara alta no habrá “fast track”. La iniciativa deberá realizar el recorrido que marca el reglamento, serán las comisiones las que la dictaminen, por lo que la discusión en el pleno tendría lugar hasta la próxima semana, lo que dejaría al presidente con los dedos en la puerta dado que este será el tema principal del show que se prepara con motivo de las fiestas patrias.
El asunto es delicado por donde se le mire ya que podría romper los frágiles equilibrios políticos, no solo al interior de Morena, sino de los partidos de oposición conjuntados en la llamada Alianza Va por México. Hace unos días la diputada del PRI, Yolanda de la Torre, presentó una iniciativa de Reforma Constitucional para que el ejército extienda su tutela sobre la Guardia Nacional hasta 2028, la medida es vista con buenos ojos por Monreal, ya que permitiría patear el bote cuatro años adelante, pero a cambio dinamitaría a la alianza opositora, la cual decretó hace tres meses una moratoria constitucional con el fin de blindar a la democracia.
López Obrador rumia anticipadamente un posible fracaso. A diferencia de lo ocurrido durante los primeros tres años de su mandato se le está dificultando controlar al legislativo y aunque resultara aprobado el traspaso de la Guardia Nacional este sería impugnado ante la Suprema Corte de Justicia en donde su influencia también está muy mermada.
Inexplicable es por otro lado el grado de idealización que el presidente tiene por las fuerzas armadas, el lunes dijo: “El Ejército mexicano no es cualquier ejército, no es lo mismo que el ejército de un país del Cono Sur, no es lo mismo que el ejército en Europa, en algunos países, este es un ejército que surge del pueblo, por eso digo que son pueblo uniformado” ¿Será?
Otro enfoque contra las adicciones
En Yucatán, el gobernador Mauricio Vila presentó el Programa Juventudes Yucatán, Planet Youth, un modelo islandés enfocado a la prevención de adicciones y actividades delictivas entre niñas, niños y jóvenes, arrancando con una fase de diagnóstico en 14 municipios, con un universo de alrededor de 21 mil jóvenes.
Podría pasar como uno de tantos programas para prevenir las adicciones y delincuencia juvenil de gobiernos y organizaciones no gubernamentales. Pero no es así.
Comúnmente, los programas o campañas contra las adiciones se refieren a los daños a la salud que causan las drogas, el alcohol y el tabaco, haciendo énfasis en efectos extremos como sobredosis, alcoholismo, cáncer, accidentes fatales. A pesar del fracaso de estas campañas, sea por indolencia, trabajo de corto plazo o falta de visión, se continúa por ese camino en la mayor parte del mundo. El mejor ejemplo es Estados Unidos.
En 20 años, Islandia redujo drásticamente el consumo de tabaco, drogas y alcohol entre adolescentes. En 1998, el porcentaje de jóvenes de entre 15 y 16 años que se habían embriagado el mes previo a ser encuestados era de 42%, en 2016 cayó al 5%. De los que consumieron marihuana pasó de 17% a 7% y de fumadores de tabaco de 23% a 3%. Lo anterior gracias a que implementaron un modelo diferente de hacer frente a las adicciones.
Planet Youth se aproxima a los jóvenes desde sus intereses, experiencias que les ayuden a reducir la ansiedad, el estrés, y sus necesidades de “riesgo”, de adrenalina. De ahí que no se aproximan a los jóvenes hablándoles de drogas, sino ofreciéndoles actividades que los atraigan y generen de manera natural la química cerebral que hubieran buscado “poniéndose” con drogas o incurriendo en actividades ilícitas.
Actividades deportivas y artísticas supervisadas; estrechos vínculos entre padres, hijos y la escuela; talleres sobre formación en capacidades para la vida enfocadas en mejorar sus ideas sobre sí mismos y su relación con los demás. Así los jóvenes se ocupan en actividades que les traen las satisfacciones que buscarían con las drogas, el alcohol o el tabaco; al tiempo que se estrechan los vínculos familiares, previniéndose y alejándolos de las adicciones.
El programa se ha implementado con éxito en varios países europeos, Colombia y Chile. Esperemos haya condiciones de continuidad y éxito en Yucatán, para replicarlo en todo el país.
Los temores europeos
Los temores en Europa se confirmaron, luego de que Rusia no reanudara el suministro de gas luego de una suspensión temporal para mantenimiento del gasoducto Nord Stream que quedó indefinida, pretextando una fuga.
El gobierno ruso y la empresa estatal Gazprom argumentan que la reparación de una fuga de aceite detectada en una turbina es obligación contractual de Siemens Energy, requiriendo atención especializada de la empresa en su taller de Canadá, todo cual obligaría a levantar las sanciones contra Rusia. Por el contrario, Siemens argumenta que la fuga de aceite no es motivo para detener todo el gasoducto y que el problema puede repararse en el lugar, además de haber turbinas disponibles para ello.
Cabe señalar que ya antes se reparó otra turbina en Canadá, país que autorizó su devolución a través de Alemania, como una excepción a las sanciones a Rusia, pero no ha regresado al país euroasiático debido a que el gobierno ruso exige un certificado de que la turbina no está afectado por las restricciones.
El paro del flujo de gas ruso es interpretado como una represalia, luego de que el G-7 (Estados Unidos, Canadá, Japón, Italia, Francia, Alemania y Gran Bretaña) acordaran limitar el precio del gas, lo que afectaría las finanzas rusas, beneficiadas por el alza del precio de la molécula. La propuesta se va a discutir en la Comisión Europea, donde muy probablemente se apruebe, sin embargo, el tope de precio no resolverá la crisis energética que enfrenta Europa, a pesar de haber alcanzado reservas de más del 80%.