La derrama del GP de Fórmula 1

El Gran Premio de la Ciudad de México 2022 de la Fórmula 1 de este año es probablemente el que mayor expectativa ha generado en el país, dado que Sergio Pérez llega en su mejor nivel, ya teniendo a los mexicanos acostumbrados no sólo a estar en el podio sino a ganar grandes premios. Un triunfo de Checo este domingo no sólo es una esperanza, sino una gran probabilidad.

Sin saberse el resultado, el GP de la CDMX dejará una derrama económica calculada de 15 mil 536 millones 705 mil pesos. Se estima que habrá más de 400 mil visitantes en la capital, alrededor de 20% de ellos extranjeros, con una ocupación hotelera superior al 70%, alcanzando hasta el 97% en las alcaldías cercanas al Autódromo Hermanos Rodríguez, de acuerdo a la Coparmex capitalina. Cifras nada despreciables.

Se espera una derrama económica de 15 mil millones de pesos para el Gran Premio de México de Fórmula 1

Por ello resultan incomprensibles e innecesarias las declaraciones de la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, al decir que no le gusta ir a la Fórmula 1 y que el evento es bastante “fifí”, aludiendo al costo de los boletos. En redes le restregaron su visita al Gran Premio en 2019, donde estuvo en zona de pits y hasta selfies se tomó con Checo Pérez, visita en la que seguramente no tuvo que pagar su entrada, ya por no hablar de la derrama económica a la ciudad que gobierna de un evento que no le cuesta al Gobierno de la Ciudad de México, por mérito de la propia Jefa de Gobierno.

Al día siguiente, Sheinbaum tuvo que recular y decir en plural mayestático que “estamos muy contentos de que la Fórmula 1 esté en la Ciudad de México”. No sólo eso, junto con Alejandro Soberón, director de CIE, confirmó que habrá Gran Premio de la Ciudad de México hasta 2025, estimando ingresos de 89 millones de dólares.

Ojalá Checo Pérez gane en casa. Él y los mexicanos se lo merecen. El festejo en el país y en la ciudad no distinguirá entre quienes pagaron boleto o lo vieron por televisión. Muchos que no siguen la Fórmula 1 también estarían felices. Incluso a la que no le gusta la Fórmula 1, no perdería oportunidad para felicitarlo y montarse en el triunfo.

El último adios

Durante las primeras horas de este domingo los relojes, en la inmensa mayoría del país, deberán retrasarse una hora por última vez, poniendo fin a una era que se extendió por más de un cuarto de siglo y que se originó durante el sexenio de Ernesto Zedillo quien vio en la medida una forma de ahorrar energía; de aprovechar de mejor manera la luz natural, pero sobre todo de mantener la paridad en tiempo con los centros financieros en la Unión Americana.

El horario de verano ya no se volverá a aplicar por lo menos en el futuro inmediato. Al presidente Andrés Manuel López Obrador nunca le gustó y como ocurre con todo lo que no le gusta operó para cambiarlo. Era una deuda que tenía pendiente desde el 2001 cuando siendo Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal organizó una consulta telefónica para conocer la opinión de los capitalinos. De acuerdo a “sus datos”, en ese momento participaron cerca de 322 mil personas de las cuáles el 75% se pronunciaron contra la medida. Con estos resultados López Obrador incluso emitió un decreto para implementar el huso horario en la ciudad el cual no procedió. Ya una vez en la Presidencia y con el Congreso a su favor las cosas fueron distintas, en cuestión de meses y sin mayor debate regresamos al llamado “Horario de Dios” es decir al tiempo que transcurre entre el amanecer y la puesta del sol.

A principios de julio, cuando el presidente envió su iniciativa de ley para poner fin al cambio de horario, el tema no se encontraba en el imaginario colectivo, hacía ya muchos años que la controversia había sido superada, sin embargo solícitos, como de costumbre, sus cercanos se apresuraron a encontrarle la cuadratura al círculo: La Secretaría de Gobernación se sacó de la “manga” una encuesta, sin una metodología clara, en donde el 71% de los participantes rechazaban la modificación; la secretaria de Energía, Rocío Nahle, señaló que durante 2021 se había ahorrado poco con la medida, nada más mil 138 millones de pesos y la cereza del pastel la puso el secretario de Salud, Jorge Alcocer (sí, el mismo que dijo que no vacunaría a sus nietos contra el covid), al argumentar que el cambio de horario favorecía las enfermedades del corazón, la obesidad, el insomnio, la depresión y que incluso aumentaba las ideas suicidas.

Hay que decir que México no es el único país en el que se discute la eliminación del cambio de horario, para no ir muy lejos en Estados Unidos existe el mismo debate solo que a diferencia de lo que ocurre en nuestro país, se maneja con una mayor dosis de racionalidad. Allá se discute conservar solamente el horario de verano; el que produce ahorros de energía, aunque sea de nada más mil 138 millones de pesos; el que brinda mayor tiempo de luz a sus ciudadanos, y el que tampoco provoca los cambios en la salud que tanto preocupan al doctor Alcocer.

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A partir del domingo todo eso habrá quedado en el pasado, será una más de las decisiones tomadas por los gobiernos “neoliberales” que se sepultan bajo una losa llamada Cuarta Transformación.