La quiebra del Silicon Valley Bank y el nerviosismo de Biden
La fragilidad del sistema financiero mundial es tan grande que todas las bolsas se tambalearon, el “súper peso” se depreció en un primer momento casi 2%.
Las constantes alzas en las tasas de interés por parte de los bancos centrales como medida para controlar la inflación, mostraron desde la tarde del viernes su peor cara y entregaron su primera víctima con la quiebra del Silicon Valley Bank (SVB), un daño colateral demasiado costoso que a lo largo del fin de semana le quitó el sueño no solo a los miles de clientes con los que contaba la institución, la mayoría de ellos propietarios de startups vinculadas a empresas tecnológicas, sino al presidente Joe Biden, quien empezó la semana intentando tranquilizar a los ahorradores de su país asegurándoles que el sistema bancario se mantiene sólido y que sus depósitos se encuentran seguros.
La preocupación del mandatario no es para menos, los organismos reguladores ya anunciaron que el Signature Bank y el Silvergate Bank también ya cerraron sus puertas bajo los mismos parámetros aplicados al Silicon, lo que hace temer un efecto “dominó” y que se desate una avalancha de retiros.
El domingo, las autoridades financieras estadounidenses salieron a decir que los depósitos de SVB estaban garantizados y Biden aseguró que los contribuyentes no tendrían que asumir ningún tipo de pérdidas ya que estas se sufragarían con las tarifas que los bancos pagan a los reguladores, pero lo cierto es que si no se controla el pánico el gobierno tendrá que abrir la cartera para mantener a flote al sistema.
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Como toda tormenta perfecta, la crisis que llevó al derrumbe del SVB encuentra su razón de ser en una suma de factores que en su origen resultaban difícil de vislumbrar: la irrefrenable alza en las tasas de interés dictadas por la Fed como medida base para controlar la inflación, y la pérdida de valor de las empresas tecnológicas resultan las más visibles.
El Silicon Valley Bank vivió una época dorada tras la pandemia llegando a acumular activos por 209 mil millones de dólares. Entre 2017 y 2021 sus clientes acumularon una gran cantidad de efectivo, por lo que su relación con el banco era más de depositarios que de deudores por lo que SVB se vio en la necesidad de invertir en activos de renta fija, a largo plazo, que le generaran intereses.
El alza continua en las tasas de interés, por parte de la Fed, provocaron que estos bonos se depreciaran abaratando la inversión del SVB. Del otro lado, la crisis financiera por la que atraviesa la economía provocó que sus clientes faltos de liquidez recurrieran a sus depósitos para solventar sus gastos en vez de solicitar préstamos, por lo que el banco se descapitalizó. No pudiendo hacer frente a sus obligaciones el SVB vendió sus bonos con pérdidas, pérdidas que ya no pudo cubrir.
La fragilidad del sistema financiero mundial es tan grande que todas las bolsas se tambalearon, el “súper peso” se depreció en un primer momento casi 2%. De no tener un control de daños adecuado, le podría costar incluso la reelección al presidente Joe Biden, quien se comprometió a pedir al Congreso fortalecer las regulaciones bancarias. Dada la división, los legisladores republicanos podrían mostrarse reacios a los ajustes. A poco más de un año de las elecciones en Estados Unidos todo suma, para bien y para mal.
La marcha verde olivo
Este domingo, un número no determinado de personas participaron en marchas realizadas en al menos 15 ciudades, entre ellas la Ciudad de México, la cual fue convocada en redes sociales como #MarchaVerdeOlivo. Identificados como militares en activo y en retiro, así como familiares de militares, protestaron en defensa de los cuatro soldados vinculados a proceso por la muerte de cinco jóvenes en Nuevo Laredo a fines de febrero, haciendo extensiva su inconformidad por otros casos de militares presos o muertos por su actuación en operativos.
Todavía el viernes, con esa costumbre que tiene de difamar, el presidente López Obrador advirtió que la marcha a la que se convocaba en Tamaulipas podría estar promovida por la delincuencia, de lo cual no hubo ni hay evidencia, aunque sí hubo imágenes de los fallecidos portando armas en redes sociales.
Protestas en las fuerzas armadas no son nuevas, menos aún las de respaldo a militares por su participación en el combate al crimen organizado y nunca se les había desacreditado relacionándolas con grupos criminales. Del México contemporáneo, se recuerda la marcha a la residencia de Los Pinos que en 1998 encabezó el entonces Teniente Coronel Hildegardo Bacilio Gómez con militares en activo y en retiro, en protesta por varios motivos, entre ellos el sistema de justicia militar.
La marcha de este domingo se vio como algo más cercano al sentir de la tropa, quienes de manera recurrente, sea como soldados o guardias nacionales, resisten agresiones y humillaciones en sus tareas de seguridad pública, y ven que la política de “abrazos, no balazos”, y el trato benevolente del presidente a los delincuentes, ha colocado en desventaja a los soldados.
Contrario a la mayoría de los policías de México, los militares gozan de prestaciones y un servicio de carrera sólido que harían suponer a muchos que por eso aguantan lo que sea y más en un sexenio en el que parecen los ganadores de la administración pública. Pero no es así cuando los soldados perciben que los riesgos y las desventajas son constantes y, sobre todo, innecesarias.