Una reciente investigación realizada por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), con el objetivo de visibilizar la pobreza en México desde una perspectiva de género, evidenció que el 37% de las mujeres vive en situación de pobreza.
De acuerdo con el estudio, 24.8 millones de mujeres no cuentan con ingresos suficientes para adquirir los bienes y servicios básicos; además de presentar al menos una de las seis carencias sociales: educación, servicios de salud, seguridad social, vivienda, servicios básicos y alimentación.
En cuanto a los hombres, destaca que el 36% se encuentran en condición de pobreza; no obstante, la situación de ellas se agudiza cuando dedican más tiempo al trabajo no remunerado del hogar y de cuidados, según el estudio.
Desigualdad económica y social
El informe en el que se analizan las disparidades que existen entre mujeres y hombres en cuanto a las oportunidades económicas y sociales, con base en el Sistema de Indicadores sobre Pobreza y Género en México (SIPyG) del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval); resalta que las mujeres en situación de pobreza son quienes tienen un mayor nivel de prevalencia en todas las carencias sociales medidas por el Coneval.
La investigación del IMCO precisa que el 33% de las mujeres en pobreza enfrentan tasas más altas de rezago educativo; el 91% falta de acceso a seguridad social de manera directa; 88% enfrenta carencia de vivienda propia; y 36% inseguridad alimentaria, en comparación con los hombres en pobreza y con las mujeres que no están en esta situación.
Empleo remunerado
De acuerdo con el documento, la situación que enfrentan las mujeres que viven en pobreza, se relaciona con una menor participación laboral. En el país, solo el 47% de las mujeres en esta condición tiene un empleo remunerado, comparado con el 56% de aquellas que no viven en pobreza.
Sin embargo, en el caso de los hombres estar o no en pobreza no cambia su participación económica, ya que el 82% de quienes están en pobreza tienen un empleo remunerado; mientras que quienes no se encuentran en esta condición el porcentaje equivale al 81 por ciento.
Mujeres aportan el 73.3% del PIB del trabajo no remunerado en los hogares
Dependencia económica
Al tener una menor participación en el mercado laboral, las mujeres, en consecuencia, tienen una menor autonomía económica, es decir, la capacidad para generar ingresos propios y suficientes.
Cabe decir que la autonomía económica es un mecanismo para lograr un mayor margen de libertad en la toma de decisión, sin embargo, las mujeres en pobreza son quienes más carecen de esta.
Además, ellas son cuatro veces más propensas a tener un empleo sin salario en comparación con otras mujeres.
Esta mayor carga de trabajo sin percibir un sueldo se relaciona con una mayor dependencia de ingresos provenientes de terceros, ya sea de familiares, amigos o programas sociales.
Según el estudio, el 30% del ingreso de las mujeres en condición de pobreza proviene de medios indirectos, tales como remesas, transferencias, y beneficios provenientes de programas gubernamentales, excepto jubilaciones e indemnizaciones; en tanto que para los hombres esta cifra disminuye a 7 por ciento.
De igual manera, 19% de las mujeres en pobreza dependen de programas sociales para satisfacer sus necesidades básicas, en comparación con el 12% de los hombres.
Acceso a seguridad social y salud
Por otra parte, la dependencia económica no solo se refiere a los ingresos, sino también en lo que respecta al acceso a la salud o la vivienda.
En este sentido, el informe detalla que las mujeres que se encuentran en situación de pobreza son más propensas a trabajar en la informalidad, por lo que 6 de cada 10 carecen de acceso a seguridad social, mientras que para el resto de la población la cifra desciende a 4 de cada diez.
Asimismo señala que si bien el 40% de las mujeres en pobreza son derechohabientes de algún sistema de salud pública; nueve de cada 10 tienen acceso al mismo por ser dependientes económicas de otra persona con derechohabiencia directa.
“Entre 2016 y 2022, la diferencia entre el porcentaje de mujeres y hombres con acceso directo a servicios de salud pública se duplicó, ya que mientras el acceso directo de los hombres en pobreza a servicios de salud creció de 11% a 26%, las mujeres lograron pasar del 4% al 9%”, cita el documento.
Planteamiento del IMCO
En este contexto, el IMCO resalta que impulsar el acceso de las mujeres a más y mejores oportunidades económicas y sociales promueve una mayor autonomía económica, que puede ser un mecanismo para acceder a empleos con mejores condiciones laborales, continuar sus estudios o emprender, lo que a su vez contribuirá al crecimiento económico del país.
Para ello, el IMCO plantea:
1. Profundizar en la medición de pobreza con una perspectiva de género
La medición del Coneval permite entender la manera en que hombres y mujeres enfrentan la pobreza. Sin embargo, dado que el acceso a algunos derechos sociales como vivienda, ingreso o salud están sujetos a las características del empleo, es clave ahondar en el efecto que esto tiene sobre la pobreza en las mujeres.
2. Utilizar los indicadores con perspectiva de género para la toma de decisiones
Impulsar que los gobiernos federal y locales utilicen estas mediciones desde el diseño de políticas públicas para mitigar la pobreza hasta las reglas de operación de los programas sociales. Asimismo, promover un monitoreo y evaluación utilizando estos indicadores.
Síguenos en Google Noticias para mantenerte enterado