Como cada año, este 8 de marzo (8M) conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, una fecha para reconocer y visibilizar el trabajo que millones de mujeres realizan en todos los entornos para erradicar la desigualdad y la discriminación que aún persisten en todo el mundo, y al mismo tiempo crear conciencia sobre la importancia de proteger y garantizar sus derechos.
El 8M se celebra para recordar la valentía de todas las mujeres que desde sus particulares circunstancias, han logrado avances significativos para alcanzar la equidad de género; al tiempo que invita a reflexiona sobre el trabajo que aún queda por hacer para cerrar las llamadas brechas de desigualdad entre mujeres y hombres.
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Luchar por sus sueños
Sin duda, los desafíos de ser mujer, en todos los ámbitos, son muchos. A lo largo del tiempo, las mujeres hemos tenido que enfrentar obstáculos de toda índole, cada una desde su propia realidad, entorno y circunstancias de vida.
Algunas han tenido que desafiar su propio clan familiar para ir detrás de sus sueños de estudiar una profesión, hay quienes incluso han roto lazos familiares, no porque ellas quisieran, sino porque las circunstancias y a veces los propios padres las expulsaron de su núcleo por no seguir las normas y costumbres quizás de quedarse en casa y cuidar de los padres, de formar su propia familia sin aspirar a más o bien, de seguir la tradición familiar de dedicarse a una determinada profesión para continuar con el legado.
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Pero gracias a esas primeras guerreras incansables que se atrevieron a salir de lo establecido, que tuvieron la determinación para alzar la voz y decir “yo no quiero esto“, hoy en día muchas otras pueden soñar en grande y convertirse en todo lo que ellas mismas puedan imaginar, ya no hay límites, las profesiones exclusivas para el género masculino afortunadamente se están acabando.
Antes era imposible pensar en que una mujer pudiera ser astronauta, científica, política, y hoy tenemos a la primera mujer presidenta en México, y esto representa una ventana de luz que desde hace años estaba ahí, y que muchas mujeres volteaban a ver, pero pocas se atrevieron a abrir, y hoy todas podemos mirar a través de la misma.
Hoy en día, ya no hay pretextos, porque detrás de una vienen millones de mujeres decididas a conquistar sus sueños desde una competencia sana, y con el compromiso de impulsar a otras para que también puedan alcanzar el éxito.
Prejuicios, brechas y desigualdad salarial
Cuando las mujeres logremos acabar con la idea errónea de que los hombres son superiores a nosotras, e incluso con nuestros propios prejuicios y estereotipos hacia otras mujeres, entonces podremos decir que hemos dado el gran paso hacia la igualdad.
Porque hay que reconocer que nosotras mismas señalamos, discriminamos y ponemos obstáculos a otras mujeres, en ocasiones descalificamos sus logros y su valor como personas cuando consiguen mejores posiciones laborales o condiciones favorables en cualquier ámbito de la sociedad.
El 8M nos invita a reflexionar sobre nuestras propias acciones, en qué estamos haciendo hoy para impulsar a nuestras hermanas, amigas, compañeras de trabajo, a nuestras propias hijas.
Todas queremos mejores oportunidades de empleo y mejores sueldos, pero muchas veces, como jefas o dueñas de empresas perpetuamos la desigualdad económica y de oportunidades profesionales entre mujeres y hombres.
A pesar de los avances que se han tenido en los diversos sectores económicos para garantizar la inclusión y diversidad laboral, la brecha salarial sigue siendo una problemática latente.
Según datos de las Naciones Unidas, a nivel global la brecha salarial de género es del 23%; es decir que ellas ganan el 77% de lo que perciben ellos por trabajos de igual valor; y la diferencia es mayor para las mujeres de color, migrantes, las que tienen alguna discapacidad o son madres. En México, la situación no es diferente, de acuerdo con el IMCO, la brecha salarial de género se sitúa en 15.6%.
El desafío de reducir la brecha salarial para avanzar en la equidad de género
Mujeres en posiciones de liderazgo
En el país el 43% de la fuerza laboral está conformada por mujeres, sin embargo, su participación en direcciones generales es tan solo del 3%, el 38% ocupa puestos de mando medio, y solo el 16% accede a la alta dirección.
Las empresas con modelos de trabajo flexible tienen el 36% de mujeres en puestos directivos, mientras que en aquellas con modelos presenciales la cifra es del 29%.
Un estudio de 500 Global, reveló que la representación femenina a nivel CEO en las organizaciones de AL es del 14%, y el 37% cuenta con al menos una mujer en el nivel C-Level. Pero aun cuando ellas logran ocupar posiciones de liderazgo en el nivel CEO, la brecha salarial persiste, y la equidad salarial promedio es del 40 por ciento.
Por otra parte, factores como la maternidad y las responsabilidades de cuidado y las labores domésticas que se nos han atribuido durante años, también limitan la posibilidad de acceder a un cargo de poder con un mejor salario.
Ser mujer puede llegar a ser complicado, a veces se requiere el doble de esfuerzo para ocupar posiciones de liderazgo, pero hemos demostrado que tenemos la capacidad de sentarnos en las mismas mesas que los hombres para librar batallas y ganarlas con conocimiento y valentía.
Más allá de las brechas de género que aún persisten en diversos ámbitos, hay millones de mujeres trabajando para que existan nuevas oportunidades y un mejor futuro para todas, pero es necesario fomentar una cultura de sororidad para impulsar a todas aquellas que están a nuestro lado o que vienen detrás.
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