Ximena Céspedes Arboleda
Presidenta del Comité de Difusión de Coparmex Nacional
Hace pocos días hablé con una mujer maravillosa, inmigrante, empresaria, experta en comunicación, que tiene que viajar por trabajo, como dirían “echada para adelante”, y que hace malabares para cuidar a un hijo de cuatro años.
Hacer malabares es un tema que todas quienes hemos sido madres y trabajamos, lo hemos tenido que hacer, sin embargo me dijo algo que yo también pensé en algún momento de la vida, y es el “sentimiento de culpa” por trabajar y tener que dejarlo al cuidado de “otros”.
Esto me hizo reflexionar sobre la importancia de lo que hemos estado trabajando en Coparmex a través del Modelo de Desarrollo Inclusivo (MDI), impulsando la visión y acción para el desarrollo integral de la mujer en México.
Aunque en el discurso y en nuestra legislación se promueve la igualdad de oportunidades para las mujeres, en la práctica -y sobre todo cuando son madres-, a menudo se enfrentan contra barreras significativas en el mercado laboral, pasando por falta de oportunidades, discriminación, violencia y carencia de políticas adecuadas tanto a nivel nacional como a nivel empresas.
Por poner unos datos duros en la mesa:
- En México, solo el 40% de las mujeres trabajan, mientras el 70% de los hombres tienen empleo, siendo la maternidad el factor decisivo.
- Según datos a nivel mundial de la Organización Mundial del Trabajo (OIT), las mujeres ganan aproximadamente un 20% menos que los hombres.
- De acuerdo a Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) 2023, la discriminación y la violencia de género persiste en el ámbito laboral; el 27.9% de las mujeres ha sufrido violencia y el 16.2% discriminación.
- Las mujeres tienen un mayor porcentaje de ocupación en el sector informal en México. Según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), 7 de cada 10 mujeres activas en el mercado laboral son madres, sin embargo, entre más hijos tengan, mayor es la tasa de informalidad.
- Parte de las condiciones que contribuyen a una brecha salarial es la falta de políticas de conciliación familiar y laboral. Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la OIT, las mujeres de 15 a 29 años pasan de 40 a 75 horas semanales en esas labores de cuidado de hogar y familiar.
Ante esta situación, precisamente lo que me señalaba mi amiga y compañera es correcto: ante la falta de mecanismos que les permitan equilibrar sus actividades laborales y familiares, más de la tercera parte de las mujeres abandonan sus trabajos cuando tienen hijos.
Por lo mismo, y pensando en perspectiva, las mismas mujeres tenemos que ser actores de cambio en la sociedad:
- Manteniendo un diálogo abierto con las mujeres trabajadoras madres de familia. Generalmente se legisla o se crean políticas sin tomar en cuenta a las partes interesadas. Antes de decidir un tema de salario o de número de cargos para mujeres en una institución o empresa, se les debería preguntar las necesidades específicas y cómo ayudarles a desarrollarse profesionalmente al tiempo que cuidan del hogar.
- Promoviendo políticas equitativas y justas en nuestras empresas: teletrabajo, horarios flexibles, posibilidad de trabajar desde casa en caso que se enferme algún hijo, licencias de maternidad mayores y fomentando las de paternidad.
- Facilitando accesos a servicios de cuidados infantiles. A falta de estancias infantiles y/o escuelas de tiempo completo, las empresas podemos promover espacios seguros dentro de las zonas de trabajo o aledañas a ellos donde las mujeres puedan dejar a sus hijos unas horas, pagar extra en vacaciones para que puedan dejarlos en cursos de verano, o permitirles salir a horarios flexibles para que puedan recoger a sus hijos y volver al trabajo.
- Formando mujeres. El “síndrome del impostor” (que genera dificultad para reconocer los logros y el merecimiento) es real y muchas mujeres lo sufren. Por lo mismo es necesario crear programas de formación, capacitación y mentoría de mujeres a mujeres, diseñados específicamente para madres con el fin de mejorar, no solo sus habilidades, sino también su confianza y autoestima. Como dice el dicho “las palabras convencen pero el ejemplo arrastra”.
- Luchando contra la discriminación y la violencia familiar. Además de la generación de políticas externas e internas en las instituciones y empresas, se requiere de empatía de parte de todas las demás mujeres en los entornos. Debemos promover confianza en sí mismas para que sean capaces de denunciar y así como un acompañamiento durante los procesos de investigación, y eso solo pueden hacer si hay un apoyo de mujeres hacia otras mujeres.
- Acompañando el crecimiento de mujeres para la participación en la toma de decisiones. Si las mujeres no llegan a los puestos de liderazgo y toma de decisiones en las instituciones tanto públicas como privadas, será muy difícil que todo esto pueda hacerse realidad. Se requiere conciencia, educación, políticas, pero sobre todo, sororidad para poder ayudar a otras a llegar a esos cargos de liderazgo.
Finalmente, el tema del “sentimiento de culpa” me lo despejó una profesora muy estricta de una de mis hijas, cuando era pequeña. Me dijo: si va a trabajar, hágalo como si de eso dependiera su vida, organícese y no se preocupe por su hija, ella va a crecer bien y orgullosa de usted, si se queda en la culpa no van a disfrutar el camino, ni usted, ni su hija y ella se va a aprovechar de ese sentimiento. Y así lo hice.
Siempre he creído que todo se puede lograr, si nos unimos, mujeres con mujeres, dejando de lado cualquier diferencia, podemos lograr el desarrollo integral de todas las mujeres y madres en México. #OpiniónCoparmex
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