Reunidos en la Capilla Sixtina, 133 cardenales representando a la población católica de cinco continentes definen el futuro de la iglesia tras la muerte del Papa Francisco, en la que probablemente sea la elección más compleja de los últimos años dado el grado de influencia que alcanzó Jorge Mario Bergolio no sólo a nivel eclesiástico sino como un actor importante dentro de la geopolítica mundial.
Es mucho lo que se habrá de definir durante el conclave en el que los cardenales habrán de optar por continuar la línea trazada por el Papa Francisco hacia una iglesia más liberal, o el regreso a políticas más conservadoras como las fijadas por sus dos predecesores, Benedicto XVI y Juan Pablo II.
Aunque se barajan varios nombres nunca antes fue tan incierto el resultado de la elección. Como si siguiera vivo, en el fondo de los debates se encuentra Francisco sus defensores y detractores que nos son pocos, y que buscarán redireccionar la doctrina católica a sus orígenes. Lo ideal sería conciliar ambos mundos, un pontífice con una gran influencia social pero al mismo tiempo que no se apartara de la institucionalidad. Del otro lado no deja de preocupar que el encuentro termine con una mayor división dentro de la alta jerarquía católica.
Lo que se encuentra en juego no es poco. Entre las prioridades del Papa Francisco siempre estuvo el medio ambiente, de hecho publicó dos encíclicas al respecto, y los derechos humanos, haciendo particular enfasis en la situación de los migrantes del mundo entero. Mostró una mayor tolerancia hacia la homosexualidad y abrió la puerta para que los sacerdotes bendijeran a las parejas en “situación irregular” sin distinción de sexo. Aprobó que los divorciados pudieran recibir la comunión. Paralelamente, se pronunció a favor del diálogo interreligioso. En 2018 destituyó al cardenal estadounidense Theodore McCarrick por agresión y encubrir cientos de casos de pederastia.
Donald Trump, que no se pierde una, busca incidir en el proceso, no es casual que el fin de semana publicara en sus redes sociales una imagen suya caracterizado como pontífice. Y justamente lo que el presidente de Estados Unidos desearía es un papa opuesto a Francisco: alguien que defendiera al capitalismo; que se negara a los migrantes; que le fuera indiferente el cambio climático y que se distanciara de China, un ultraconservador en pocas palabras. Aunque la influencia de los cardenales estadounidenses es poca, Trump podría recurrir a recursos más bajos como la presión financiera: su país aporta el 28% de los recursos destinados a obras de caridad o campañas de desprestigio. El vicepresidente J. D. Vance tiene un particular interes en impulsar a los conservadores, no hay que olvidar que se convirtió al catolisismo en 2019.
Siete de cada 10 cardenales con derecho a voto, particularmente de América Latina, África, Asia y Oceanía fueron nombrados por Jorge Mario Bergolio, sin embargo la continuidad de su movimiento no está garantizada dada la gran diversidad no sólo religiosa, sino etnográfica y cultural. Un triunfo de los conservadores tendría un impacto severo en la política mundial de las próximas generaciones, la derecha vería mayores posibilidades de seguir avanzando haciendose de nuevos triunfos electorales y sociales. Una involución de consecuencias incalculables.
Propuestas innovadoras en la Liga Inmobiliaria
Interesante y productiva resultó la realización de la Liga Inmobiliaria llevada a cabo este martes en el WTC México, con la participación de tomadores de decisiones en el sector vivienda, que se reunieron con la finalidad de conjuntar esfuerzos a través de esta plataforma que pretende, a través de la suma de talentos, lograr la vinculación e interacción de personajes clave en el sector.
A decir de los expertos en bienes raíces, se requiere conocer qué se necesita para que el futuro inmobiliario cumpla, con una plataforma integral, vinculante e incluyente en busca de futuro, según señaló Horacio Urbano, CEO de Liga Inmobiliaria.
Otro tema de relevancia abordado en el foro fue el programa Vivienda para el Bienestar, el cual busca generar un millón de viviendas nuevas. Especialistas en la materia coincidieron en que es necesario vislumbrar el futuro, con el objetivo de saber cómo se pretende que sea la vivienda en nuestro país.
Carlos Ramírez Capó, presidente nacional de la Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción de Vivienda (CANADEVI), se refirió al impacto social de que miles de mexicanos de bajos ingresos se vean beneficiados con los programas sociales de vivienda, en los que deben concretarse esfuerzos conjuntos, tanto de las autoridades de todos los niveles de gobierno, como de la iniciativa privada.
Al respecto, Jabnely Maldonado, Vocal Ejecutiva del Fovissste, refirió que en 52 años de vida de la institución nunca se habían realizado cambios tan sustantivos en el fondo de vivienda: “ahora estamos en ese desafío, romper esta inercia de quedarnos estáticos, que las cosas sean como están y no proponer ninguna mejora”.
El evento reunió estrategias de comunicación y vinculación, así como una serie de espacios complementarios desarrollados en foros, exposiciones y el denominado Think Tank Inmobiliario o laboratorio de ideas, donde se presentaron proyectos de construcción y promoción de vivienda, tecnologías en el ramo, alternativas sustentables e inteligencia artificial aplicada a bienes raíces.
La nota mala la dieron las autoridades capitalinas, ya que, aunque estaban contempladas en el programa las participaciones de Inti Muñoz, titular de la Secretaría de Vivienda, y Alejandro Encinas, secretario de Planeación, Ordenamiento Territorial y Coordinación Metropolitana, ninguno de los dos ni algún representante acudió a la cita.
¿Para qué sirven los burós de crédito?
Estar en el buró de crédito se ha vuelto sinónimo de estar boletinado ante bancos y otras instituciones crediticias. La verdad es que desde que se obtiene un crédito, este se reporta y actualiza periódicamente ante las Sociedades de Información Crediticia (SIC) -conocidas como burós de crédito-, de tal manera que en todo momento se refleja el estatus de pago o no pago. La mayoría de las personas se enteran de que están en la base de datos de las SIC cuando tienen algún problema de crédito, lo que refuerza la idea errónea de que son listas que sólo tienen información negativa, cuando no es así.
Esta falsa creencia llegó hasta la Cámara de Diputados, donde el legislador del Partido Verde, Ricardo Astudillo Suárez, se le ocurrió que la mejor manera de sacar a la gente del buró de crédito, es… desaparecerlo.
Para empezar, en México hay dos SIC: Buró de Crédito y Círculo de Crédito. Estas empresas no “boletinan”, no niegan solicitudes de crédito ni tampoco cobran los adeudos; sólo se encargan de recopilar la información de los pagos y de enviarla a los otorgantes de crédito que lo requieran, siempre y cuando haya sido autorizado por la persona. También brindan información para limpiar un historial de crédito negativo con un bien comportamiento crediticio que permita volver a ser confiable de los otorgantes de créditos.
Resulta paradójico que, justo cuando se ha vuelto a hablar del Fobaproa, se olvide que precisamente los burós de crédito nacieron a raíz de la crisis económica de 1994. Uno de los problemas que se presentó entonces fue que, entre 1990 y 1995, se registró un endeudamiento indiscriminado de miles de mexicanos, resultado de la falta de información y educación financiera de consumidores, pero también la imposibilidad de los bancos de conocer la capacidad real de pago que tenía una persona, ya que no existía ninguna institución que concentrara ese tipo de información. Fue con la falta de pago que se descubrió que había personas con varios créditos abiertos y sin posibilidad de pagarlos. Es entonces que surgen las Sociedades de Información Crediticia (SIC) o burós de crédito.
De no existir las SIC, las instituciones bancarias no podrían conocer si un cliente tiene o no un buen comportamiento de pago, o siquiera la voluntad de pagar lo prestado, por lo que se tendrían que pedir más garantías o, de plano, no otorgar el crédito. Con el paso de los años la forma de funcionar de los burós de crédito ha demostrado sus beneficios, tanto para los que prestan como los que piden prestado e incluso para los gobiernos, que saben que un uso inadecuado de los créditos que se otorgan puede implicar una crisis financiera en la que se verían obligados a intervenir.
Entonces, es un contrasentido hablar de desaparecer las SIC, justo cuando la presidenta Claudia Sheinbaum exhorta a los bancos a bajar las tasas para otorgar más créditos, que no podrían otorgarse fácilmente sin un historial de comportamiento de pago positivo.
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