A lo largo de su historia, el peso mexicano, como muchas de las monedas pertenecientes a lo que conocemos como economías emergentes, se ha caracterizado por ser una divisa de alta volatilidad en los mercados financieros. Adicionalmente, la relación del peso con el dólar estadounidense (y la naturaleza de la relación bilateral entre México y EUA), le ha agregado siempre una dosis de incertidumbre a la dinámica de nuestra moneda.
Desde el abandono del patrón oro en 1971, el peso se ha visto sujeto a devaluaciones abruptas y significativas frente al dólar, algo que en momentos ha puesto a prueba la confianza de inversionistas. Sin embargo, el peso y la economía mexicana de forma general, han mostrado resiliencia e incluso, han tenido momentos donde viven una tendencia de apreciación.
Recientemente, he visto las dos caras de esa moneda – con un periodo de apreciación en el que el peso llegó a niveles frente al dólar no vistos en casi una década, seguido de un momento de alta volatilidad en el contexto postelectoral.
Un punto importante que los inversionistas deben tener en cuenta es que no se invierte en una moneda, sino en un activo expresado en otra moneda o se especula sobre si la moneda ganará o perderá valor frente a otra moneda. ¿Qué implica esto para la inversión? En momentos de inestabilidad cambiaria, los inversionistas que poseen activos en pesos tienen que evaluar si les conviene mantener sus inversiones en pesos o diversificar una parte o la totalidad de su cartera. Para estas decisiones, es fundamental considerar cuál es nuestro nivel de aversión al riesgo y cuáles son nuestras metas en el corto, mediano y largo plazo.
El horizonte temporal
El horizonte temporal se refiere al plazo en el que se espera realizar o liquidar una inversión. Este factor es importante porque determina el grado de exposición al riesgo cambiario, es decir, la posibilidad de que el tipo de cambio varíe de manera adversa y afecte el valor de la inversión. A mayor plazo, mayor es el riesgo cambiario y viceversa.
En general, se recomienda que las inversiones de corto plazo se mantengan en la misma moneda en la que se tienen los pasivos, para evitar el riesgo cambiario. Por ejemplo, si se tiene una deuda en pesos que se debe pagar en un mes, conviene invertir en un instrumento en pesos que ofrezca un rendimiento seguro y suficiente para cubrir la obligación. De esta manera, se evita la incertidumbre sobre el tipo de cambio y se garantiza el pago de la deuda.
Por el contrario, se recomienda que las inversiones de largo plazo se diversifiquen para aprovechar el potencial de crecimiento. En este caso, si se tiene un ahorro para el retiro que se utilizará dentro de 20 años, conviene invertir en un portafolio que incluya activos en dólares, euros, yuans u otras monedas que aumenten la diversificación de tener todo denominado en una sola moneda.
En cambio, para las inversiones de largo plazo, se aconseja diversificar la composición de las monedas del portafolio, para aprovechar el potencial de crecimiento de los mercados internacionales y reducir el riesgo de concentrar el ahorro en una sola moneda. Así, si se tiene un ahorro para el retiro que se utilizará dentro de 20 años, conviene invertir en un portafolio que incluya activos en dólares, euros, yuans u otras monedas que ofrezcan oportunidades de diversificación.
El perfil de riesgo
El perfil de riesgo se refiere a la disposición o aversión de un inversionista a asumir riesgos en sus inversiones. Esto también es clave porque determina el nivel de tolerancia a las fluctuaciones del tipo de cambio y a las pérdidas potenciales que pueden generar.
Esto implica que los inversionistas que toleran bien el riesgo, pongan más parte de su portafolio en otras monedas que no sean pesos, buscando más diversificación. Es decir, si se acepta la volatilidad y se quiere ganar más, conviene invertir en monedas que se espera que se fortalezcan frente al peso a largo plazo.
En cambio, se aconseja que los inversionistas con una perfil de riesgo bajo destinen una proporción menor de su portafolio a monedas diferentes al peso, para proteger su capital y eludir el riesgo. Dentro de este perfil, se sugiere invertir en activos que tengan muy baja o nula volatilidad como CETES o bonos de empresas mexicanas con poca duración.
Como siempre, es importante recordar que no existe estrategia universalmente “correcta”. Cada inversionista, preferentemente de la mano de un asesor financiero, tiene que definir sus objetivos y apegarse a decisiones que lo ayuden a conseguir esas metas.