México es el tercer país de América latina con la gasolina más cara, detrás de Uruguay y Chile. Con el mismo orden de países, el nuestro es el que tiene el tercer impuesto sobre el consumo (en nuestro caso el IEPS) más alto. Incluso fijándose el precio máximo de 24 pesos por litro, el tercer puesto se mantiene.
Con la reforma energética de 2014, uno de los argumentos que se esgrimieron fue el típico de que la mayor competencia en el mercado permitiría tener mayores opciones para escoger en calidad y precio. Nadie vio claro el beneficio y menos cuando llegó el golpe del “gasolinazo” de enero del 2017 con alzas en el IEPS, en el precio de las gasolinas y rematando con la liberación de los precios hace casi exactamente 8 años, un 18 de febrero del 2017. La “liberación” en realidad ha sido un alza constante de los combustibles.
Para contener el abuso de las gasolineras, en la administración de López Obrador se tomaron dos medidas: el “¿Quién es quién en los precios?”, que cada semana presentaba el titular de la Profeco, con las estaciones donde más caro y más barato se expendía el combustible; y la otra, reduciendo la emisión de permisos de gasolineras nuevas, y recuperando el número de estaciones de servicio de la marca Pemex.
Insuficiente el “¿Quién es quién?”, ya en el sexenio de Claudia Sheinbaum se optó por medidas más duras, con las mantas de Profeco afuera de las gasolineras, pidiendo al consumidor no cargar ahí pues “se vuelan la barda con los precios”, y de ahí, a las conversaciones entre gobierno y empresarios para acordar un precio único o máximo de 24 pesos por litro con la intención de que sea por el resto del sexenio, moderando las ganancias de los gasolineros, aunque todo indica que el IEPS no bajará, que es donde está la mayor inconformidad de la iniciativa privada.
De concretarse el acuerdo, Pemex deberá garantizar el abasto de gasolinas a un precio fijo en todas sus terminales de almacenamiento, disminuirán las solicitudes de permisos para abrir nuevas estaciones; seguirá en picada la presencia de gasolineras de marcas extranjeras y probablemente algunas salgan por completo. En cuanto a la advertencia de que las gasolineras recurrirán a comprar combustible robado o al llamado “huachicol fiscal”, la realidad es que ya hay estaciones que lo hacen y seguirán haciéndolo, y los empresarios que no lo hacen, no lo harán, por los riesgos que conlleva y, finalmente, con menos ganancias que con la liberación de precios, pero seguirá siendo negocio.
Trump, Putin y el futuro incierto de Ucrania
A lo largo de su campaña electoral, Donald Trump fue repitiendo como una letanía que resolvería la guerra en Ucrania en 24 horas algo que, analizando su visión simplista, no tendría que resultar muy complicado.
El 12 de febrero podría pasar a la historia como un día funesto para Ucrania, tras los noventa minutos de conversación telefónica que sostuvieron Trump y el presidente ruso, Vladimir Putin. El mandatario estadounidense validó en gran medida las declaraciones que previamente había hecho en Bruselas su secretario de Defensa, Pete Hegseth: no habrá fuerzas norteamericanas en Ucrania; ni hablar de que Rusia devuelva los territorios ocupados (el 20% del país) y mucho menos Crimea anexionada en 2014; y tampoco existe la posibilidad de que Ucrania ingrese a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Condiciones inaceptables todas para el gobierno de Kiev, el cual terminaría capitulando frente a su violento invasor, Vladimir Putin lavaría la cara frente a una comunidad internacional que lo ha relegado al ostracismo y además le daría pie para regodearse frente a su ciudadanía que no necesariamente estuvo de acuerdo en la irrupción en un pueblo hermano. Para esto no hacía falta la intervención ni de Trump ni de nadie.
La calidez de la plática, manifestada por ambas delegaciones, y los términos en los que se desarrollo hacen temer lo peor al gobierno de Kiev: la complicidad entre Putin y Trump para resolver el conflicto sin necesidad de tomar en cuenta ni a Ucrania ni a los países europeos; premiar a Rusia por su acción bélica alentaría un expansionismo que representa una amenaza para todos y cada uno de ellos, sin embargo, más allá de los pronunciamientos políticos, no parece que estén dispuestos a dar un paso más allá para impedirlo.
Se espera que en las próximas horas el presidente de Ucrania, Vlodymyr Zelensky, se reúna con el vicepresidente norteamericano J.D. Vance y el secretario de Estado Marco Rubio, solo hasta entonces tendremos una visión más clara de lo que Trump pretende y si Kiev esta dispuesto a aceptarlo incondicionalmente.
Aunque por razones de Estado Rusia y Ucrania mantienen un total hermetismo respecto al número de bajas, el diario estadounidense The New York Times, citando diferentes fuentes, estima que el número de víctimas mortales de parte de Moscú ya alcanzan las 150 mil, mientras que entre las filas de Kiev se ubicarían en 100 mil. Las próximas semanas serán vitales para intentar resolver un conflicto que ya cumple tres años.
Aranceles a autos, impacto en seguros
En una de sus tantas declaraciones, Donald Trump dijo que, debido a que se están construyendo muchas plantas automotrices en México, impondrá aranceles a los automóviles producidos en nuestro país. De más decir la preocupación y alarma que la amenaza generó en una de nuestras principales industrias. La calificadora Fitch Raitings advirtió que la aplicación de aranceles podría tener un impacto negativo en las calificaciones crediticias de las empresas automotrices por el alza que tendría en los costos y las alteraciones que sufrirían las cadenas de suministros.
Y no sólo los suministros. Otro sector que sería afectado es el de las aseguradoras, por el alza que podría tener las primas. Ya desde antes, pero ahora con mayor intensidad para reducir los efectos de un escenario así, las aseguradoras están trabajando en optimizar y hacer más eficientes sus procesos a través de herramientas como la transformación digital y el uso de la inteligencia artificial. Juan Viteri, ex director general de Seguros Afirme, consultor y experto en el tema, considera que hay que enfocar este fenómeno como una oportunidad para el cambio buscando la innovación, la eficiencia y la accesibilidad.
Amor, amistad y… ¿copropiedad?
Cada 14 de febrero, las parejas se intercambian flores y promesas de amor. Sin embargo, una inversión inteligente puede ser el mejor regalo: la copropiedad. Con los precios de la vivienda en alza, compartir la compra de un inmueble con una pareja, amigo o familiar permite acceder a propiedades con alta plusvalía sin asumir el costo en solitario.
La copropiedad ha ganado fuerza en mercados donde la demanda supera la oferta. Según los expertos de University Tower, este modelo permite diversificar riesgos y abre la puerta a oportunidades de inversión en ubicaciones privilegiadas.
La lógica es sencilla: en lugar de asumir todo el costo de un inmueble, varios pueden unir recursos y dividir gastos y beneficios, maximizando el retorno de inversión y construir un patrimonio conjunto con reglas claras desde el inicio.
Pero no todo es color de rosa. Así como en cualquier relación, la clave está en la comunicación y acuerdos legales bien definidos. Elegir el socio adecuado es esencial para evitar conflictos y garantizar una visión financiera alineada.
En este Día del Amor y la Amistad, el mejor regalo puede no ser un anillo, sino un plan patrimonial bien estructurado; una inversión bien pensada dura más que un ramo de rosas.