La economía creativa, un impulso para las acciones sostenibles
La economía creativa es uno de los sectores con más rápido desarrollo en la economía mundial. Tiene alto impacto, es generador de altos ingresos y creador de nuevos empleos, además apoyan el comercio local mediante el desarrollo de PYMES.
Las industrias creativas y culturales tienen su origen desde las primeras sociedades de la humanidad. Por ejemplo, las esculturas de la antigua Grecia. La creatividad se ha colocado en el centro de la sostenibilidad. Esta se integra principalmente por prácticas sociales, económicas, ambientales y culturales. Es un recurso renovable y, al mismo tiempo, una cualidad del arte humano convierte una idea, proyecto o sueño en una realidad.
Este recurso necesita seguir un proceso y método para construirse.
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Los principales sectores de la industria creativa son: publicaciones, artes escénicas, artes visuales, producción cinematográfica (largometrajes, televisión y documentales), arquitectura, diseño, moda, fotografía, software, juegos de computadora, radio, música, artesanías, arte indígena, televisión, entre otras.
La economía creativa es uno de los sectores con más rápido desarrollo en la economía mundial. Tiene alto impacto, es generador de altos ingresos y creador de nuevos empleos, además apoyan el comercio local mediante el desarrollo de PYMES.
Las industrias creativas son detonadores de las economías, han capitalizado $2,250 millones de dólares, creando más de 30 millones de puestos de trabajo.
La ONU distinguió a este sector como un motor para construir un futuro respetuoso entre el medio ambiente, trabajadores y los pilares de la democracia. El año 2021 fue elegido como el “Año Internacional de la Economía Creativa para el Desarrollo Sostenible”.
La economía creativa fue reconocida como una fuerza impulsora en la construcción de un futuro respetuoso del medio ambiente, colaboradores y las bases de la democracia.
La economía creativa es un concepto en constante evolución. Está basada en la interacción entre la creatividad, ideas, propiedad intelectual, conocimiento y la tecnología. Desde que se definió por primera vez, en el año 2000, el término ha servido para mostrar la transformación de nuestra sociedad.
Está pasó de una economía industrial, basada en ideas, a otro modelo que integra, desde sus raíces, la economía circular y de sostenibilidad.
Existen diversos ejemplos: en el cine con uso de materiales reciclados en escenarios y vestuarios; en la música, al ser el centro de giras de presentación de grupos como Coldplay, quienes integran la sostenibilidad de manera interactiva con sus fanáticos al generar energía renovable en función del movimiento.
En definitiva, la economía creativa es un conjunto de actividades que apoyan la generación de valor económico, incentivan la innovación, integran a las diferentes generaciones, preservan, promueven el patrimonio cultural y la diversidad. Es un sector con la capacidad para generar equidad e inclusión. Adquiere notabilidad en un mundo donde el debate político y cultural está cada vez más polarizado, además, nos sirve como un hilo conductor sostenible.
La economía creativa representa alrededor del 3% del PIB mundial y es un sector que se expande rápidamente, creciendo a un ritmo de un 10% por año en los países en desarrollo, según datos de la industria en el 2021.
Las predicciones estiman un 10% del PIB mundial en los próximos años. De forma similar, el valor del mercado mundial de bienes creativos se ha duplicado, pasó de $208 mil millones en 2002 a $509 mil millones en 2015. Las tasas de crecimiento de las exportaciones aumentaron 7% en 13 años.
El crecimiento de la industria no ha sido exento a las crisis globales. Por el contrario, las industrias creativas fueron afectadas por la pandemia desde 2020: el COVID-19 sacudió este sector con más fuerza en comparación con otros mercados e industrias.
Solo la industria cinematográfica perdió alrededor de $7 mil millones USD de ingresos por año, también hubo perdidas en taquilla, teatro y museos. Toda actividad no esencial estuvo cerrada o limitada durante la pandemia.
Hoy más que nunca, tenemos la necesidad del pensamiento creativo, innovación y resolución de problemas. Debemos imaginarnos fuera de los retos de desigualdad y vulnerabilidad enfrentadas día a día. Hoy nuestro deber es imaginar, pensar y crear, teniendo dentro del enfoque la sostenibilidad y circularidad. Este texto lo cierro con una pregunta y una invitación: ¿Cómo se puede impulsar el sector de la economía creativa sostenible? Una primera solución fue impulsada por la ONU, ellos propusieron la inversión de impacto: una apuesta que no solo mira el retorno económico, sino que también busca generar un impacto social y ambiental, positivos y medibles.
El primer paso para el reconocimiento de la economía creativa como un sector clave para el desarrollo sostenible es el compromiso de todos los sectores.
El sector público, tiene la responsabilidad de crear incentivos para el financiamiento público. Un ejemplo fue el estímulo fiscal al cine mexicano. Medidas como esta requieren multiplicarse para obtener las métricas sostenibles que generen un retorno de la inversión del tamaño del reto.
La pandemia exigió al máximo la creatividad del ser humano. El trabajo en equipo hizo posible una salida decorosa ante el inminente desajuste de la realidad debido al Covid-19.
Hoy nos encontramos en una fase de transición, a medida en que ya prácticamente estamos en una reapertura total de todas las actividades. La industria creativa tiene la oportunidad de reinventarse, redefinir sus parámetros y liderar el camino para que otros sectores de la economía avancen a un futuro más justo, inclusivo y siempre buscando generar valor económico, social y ambiental de manera simultánea.
Francisco Suárez Hernández es director de Asuntos Corporativos de FEMSA Negocios Estratégicos y Ex Presidente del Consejo del World Environment Center
Correo electrónico: francisco.suarezh@gmail.com