Andrés Carriedo
El gran tema de 2024 ha sido la inteligencia artificial (IA), como antes fueron blockchain, criptomonedas, la agilidad en las empresas y el cambio laboral hacia el trabajo remoto en muchas industrias. Aunque algunos fueron más transitorios, otros sí han generado un cambio perdurable.
Los cambios llevan tiempo, algunos quizá durante una generación o dos para poder asentarse. Pero cuanto más digitales son los cambios, más globales, más rápidos y de un impacto superior.
Con la IA no hablamos de transformación cultural y de adopción de los individuos solamente. Está presente en muchísimos procesos y en muchas interacciones que no vemos, que no decidimos, de los que no somos conscientes, pero está, y a un nivel muy alto, ya en nuestras vidas.
Cuando hablamos de IA, pensamos quizá lo primero en los LLM (Large Language Model) que tendrían como máximo exponente a ChatGPT, pero hay muchos, y cada vez más sofisticados y enfocados, porque es lo más fácil de dimensionar.
Un LLM que se basa en redes neuronales y técnicas de procesamiento del lenguaje natural (NLP) para comprender y generar lenguaje humano. Los LLM se presentan con grandes cantidades de datos de texto, como artículos, libros, páginas web y redes sociales.
Este proceso les permite aprender a predecir la siguiente palabra de una secuencia, lo que les ayuda a comprender los patrones y conexiones del lenguaje. Un concepto clave para poder relacionarse con una IA es un “prompt”. Esto es el cómo estructuras tu pregunta para que sea de calidad y conseguir una respuesta de calidad.
Dominar este arte será una de las principales ventajas competitivas.
¿Es realmente inteligente?
La inteligencia artificial aprende de material preexistente hecho por humanos y también responde a preguntas hechas por humanos.
Esto me hace pensar entonces que hoy por hoy no sea todavía tan inteligente, porque desde hace una década una gran parte del volumen de contenido creado en Internet no está hecha por los humanos más inteligentes, sino que se basa en frivolidad, desinformación, opiniones e ideas poco fundadas, imaginación e incluso en un uso pobre del lenguaje… Por lo cual, todavía queda un largo camino para que las inteligencias sean inteligentes y puedan discriminar la fuente y puedan generar razonamientos propios con la base adecuada. Pero llegará y este proceso actual es necesario en ese desarrollo.
Otras aplicaciones que están cambiando la manera en la que los usuarios se relacionan con servicios es la sustitución de roles de marketing y publicidad. Tales como la redacción de textos o la creación de imágenes o la industria de viajes, con la elaboración de planes de viaje adaptados a las necesidades, con recomendaciones de épocas por precios y atracciones estacionales, combinado con la selección de mejores vuelos y hoteles…
Todo esto con preguntas bien hechas, porque ahí está la clave, solo obtienes una buena respuesta si haces una buena pregunta y esto crea necesidad de nuevas habilidades en nosotros.
En 2024 la IA está integrada en diversos sectores, desde asistentes virtuales como Alexa y ChatGPT, hasta algoritmos de detección de fraudes y conducción autónoma.
La IA transformará los empleos
Según el Foro Económico Mundial, se estima que el 40 % de los trabajos actuales serán transformados por la IA en los próximos 15 años, una mezcla de sustitución de funciones y creación de nuevos roles.
La inteligencia artificial se puede comparar con la revolución industrial y el surgimiento de la informática, viéndolo desde su impacto social. En la revolución industrial, las máquinas reemplazaron a trabajadores en tareas manuales, pero también crearon nuevas industrias, como la manufactura a gran escala, con sus líneas de producción que supusieron un avance nunca visto, y esto derivó en nuevos tipos de asociaciones civiles, donde la sociedad reaccionó a los avances para adecuarse en la convivencia de las personas y esta nueva industria.
De manera parecida, la revolución informática generó empleos en programación, diseño de software y soporte técnico, entre muchos otros. Hoy, la IA automatiza tareas complejas, pero también impulsa sectores emergentes como el análisis de datos y la ingeniería de aprendizaje automático y tiene un impacto enorme en banca o robótica, entre muchos más ejemplos, y a través de estas en agricultura, transporte o logística y mucho más.
La principal diferencia con revoluciones previas es la velocidad a la que se produce el cambio y su implementación. Mientras que las transiciones industriales se desarrollaron durante décadas, la IA se desarrolló exponencialmente gracias al poder de cómputo actual y la disponibilidad masiva de datos y a la globalización de relaciones a través de las redes sociales.
La IA redefine el mercado laboral. Por un lado, desaparecen ciertos trabajos: tareas administrativas repetitivas, logística básica y manufactura rutinaria están siendo automatizadas. Por ejemplo, se espera que la automatización elimine hasta 85 millones de empleos para 2025.
Las nuevas profesiones basadas en inteligencia artificial
Por otro lado, la IA está creando profesiones como ingenieros de datos, eticistas de IA o desarrolladores de sistemas autónomos. Se estima que generará 97 millones de nuevos empleos en los próximos años.
Este cambio supone un reto económico: la necesidad de reentrenar a la fuerza laboral para que pueda adaptarse a estos nuevos roles, como ya pasó en las anteriores revoluciones.
La IA, como cualquier herramienta poderosa, tiene potencial para transformar nuestro mundo de maneras positivas y negativas. La diferencia vendrá marcada en cómo lo manejamos individualmente y como sociedad.
Todo avance tecnológico se ha recibido con recelo, con resistencia, pero la realidad obliga a los rezagados a incorporarse en algún punto. Lo hemos visto decenas de veces: las tarjetas de crédito, las computadoras, el email, los pagos online, las redes sociales, etc.
La IA no es el Skynet de Terminator al que temer; no viene por tu trabajo para dejarte en la calle; es un avance más que incorporar a tu día a día, y quien lo haga de forma natural y aprenda a aprovecharlo, tendrá una ventaja competitiva, como los ejemplos anteriores.
Así como quien se resista a su uso no perderá su trabajo ante un robot, sino ante sus compañeros que sí supieron aprovechar la oportunidad, como muchas veces antes con otros avances. Ya no hay serenos prendiendo las lámparas de gas de las calles desde que hay electricidad , y quedan pocos organilleros animando las calles desde que podemos llevar nuestra propia música en unos audífonos. No dominamos los cambios, sólo dominamos nuestra reacción a ellos.
Nota: Los datos de este artículo me los ha dado una inteligencia artificial, con un buen prompt, y luego han sido comprobados con su respectiva referencia.
Andrés Carriedo es fundador de Design Banking.