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Un Plan Nacional de Desarrollo de verdad

por El Consejero

El pasado miércoles fue publicado en el Diario Oficial de la Federación el Plan Nacional de Desarrollo 2025-2030. El PND es el documento rector del Ejecutivo federal donde define objetivos nacionales, estrategias; programas de largo plazo, regionales y especiales, planteados para el sexenio en turno. Su antecedente está en el Plan Sexenal de Lázaro Cárdenas, aunque tal y cómo se conoce hoy, fue hasta el gobierno de Miguel de la Madrid que se publicó conforme a la ley definida para ello. Normalmente conjunta la plataforma electoral del partido ganador con las propuestas recogidas en foros de consulta.

Como todos los PNDs que le antecedieron, el Plan Nacional de Desarrollo de la administración de Claudia Sheinbaum contempla objetivos aspiracionales, por lo que es imposible que un gobierno concluya su periodo habiendo cumplido todas sus metas. Sin embargo, a pesar de mantener su carga ideológica y el discurso de la Cuarta Transformación, hay diferencias notables respecto al PND de López Obrador.

El Plan Nacional de Desarrollo lopezobradorista era una amalgama de discursos de campaña, frases demagógicas, promesas de campaña, sin un eje articulador, carente de objetivos o metas específicas, ni indicadores, sin foros de consulta que lo sustentaran. Aquel documento notoriamente improvisado -el sello del sexenio-, fue una de las razones por las que el finado Carlos Urzúa renunció a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Es notable como, después de tres intentos de buscar la Presidencia y tener prácticamente 18 años para aterrizarlo, AMLO no pudiera desarrollar por escrito un plan de gobierno.

Por el contrario, el PND de su sucesora cuenta con ejes generales y transversales, objetivos y estrategias, indicadores de seguimiento e incorpora las propuestas de la participación ciudadana resultado de los foros de consulta realizados. Incluso el discurso se aprecia más refinado y menos demagógico, remitiendo mucho al mensaje de la presidenta en su toma de protesta e incluyendo los cien compromisos del segundo piso de la 4T.

Cabe esperar que contar con un Plan articulado, claro y mesurable, se traduzca en un gobierno congruente a lo planteado, máxime considerando que todavía tiene que lidiar con los efectos de la improvisación, indolencia y ocurrencias previas, los cuales se han vuelto retos en sí mismos.

Un México que se va secando

Es un problema recurrente que cada año tiende agravarse. México se enfrenta a una de las crisis hídricas más severas de su historia reciente, ya muy cerca de la mitad del territorio nacional se encuentra afectado por algún grado de sequía encontrándose un mayor deterioro en los estados del norte del país.

Durango, Chihuahua, Sonora, y Sinaloa enfrentan situaciones límite, en estas dos últimas entidades la totalidad de sus municipios se encuentran clasificados en niveles de sequía extrema y excepcional. Nos enfrentamos no ya frente a una información de carácter ambiental sino a una emergencia nacional que lentamente nos conduce al desastre; hoy 66 de las grandes presas del país se encuentran por debajo del 50% de su capacidad de almacenamiento.

Si bien no es un fenómeno nuevo sí es un suceso que se ha ido agudizando con el paso del tiempo producto del calentamiento global y la explotación indiscriminada de los mantos acuíferos pero, sobre todo, a la ausencia de una política pública en la gestión del agua que ayude a mitigar los efectos de la sequía anticipándose a condiciones que ya sabemos serán adversas.

El Plan Nacional Hídrico 2024-2030 del gobierno federal hace frente al problema, sin embargo, sus alcances se encuentran en el mediano y largo plazo, su objetivo fundamental es garantizar el derecho humano al agua reconociéndola como un bien nacional y no como una mercancía por lo que busca regular las concesiones para evitar su sobre explotación y acaparamiento; implementar proyectos de infraestructura hídrica, como presas y acueductos, para garantizar el acceso al agua en regiones de escasez así como hacer eficiente el uso del agua en el sector agrícola, al que se le destina prácticamente las tres cuartas partes del volumen; acciones para restaurar los ríos contaminados así como echar mano de una gestión responsable, integral y transparente del líquido.

En lo inmediato, la administración no sólo esta obligada a resolver el complejo acertijo que representa para la economía nacional, la sequía esta generando tensiones diplomáticas. La falta de cumplimiento del Tratado de Aguas firmado con Estados Unidos amenaza con escalar. Donald Trump ya sentenció que, si no se entrega el agua que se le debe a Texas, vendrán sanciones arancelarias. La incógnita habrá de resolverse entre la jefa del Ejecutivo y los gobernadores de los estados implicados, Tamaulipas, Coahuila y Chihuahua, quienes literalmente tendrán que “exprimir” sus presas para, por lo menos, demostrar que voluntad hay, el problema es que para el intransigente Trump la voluntad no sirve para regar los sembrados.

Pérdidas por incendios forestales

En plena temporada vacacional de Semana Santa, los incendios forestales siguieron presentes en diversos estados de la República Mexicana, principalmente en Jalisco, México, Michoacán, Ciudad de México, Chihuahua, Puebla, Durango, Veracruz, Morelos y Chiapas.

De acuerdo con un reporte de la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR), del 1 de enero al 10 de abril se registraron dos mil 553 incendios forestales en 32 entidades federativas, que han afectado 191 mil 418.77 hectáreas. 

En zonas turísticas como Morelos, las conflagraciones han afectado sobre todo la zona de Tepoztlán, con lo que han dejado pérdidas económicas de hasta 50 por ciento en restauranteros locales, de acuerdo con el Consejo Coordinador Empresarial del estado, sin embargo, previo a la semana mayor, la Secretaría de Turismo de la entidad aseguró que no se registraron cancelaciones, solamente aplazamientos de hospedaje.

Durante los últimos días se tuvo registro de más de 100 incendios forestales en diferentes partes del país, que han sido combatidos por cerca de cuatro mil personas, entre servidores públicos de la CONAFOR, de la Defensa Nacional, de la Guardia Nacional, de la Marina, de los gobiernos de los estados y de los municipios, así como cientos de voluntarios.

La problemática es que, de acuerdo con expertos climatológicos, aún se esperan varias ondas de calor durante 2025, particularmente entre mayo y julio, lo que no ayudaría mucho en el combate a los incendios forestales que, durante 2024, de acuerdo con el cierre estadístico de la CONAFOR, afectaron un millón 672 mil 215.7 hectáreas en las 32 entidades federativas.

¿Realmente descansamos? La desconexión laboral en Semana Santa

Cada año, Semana Santa ofrece una pausa en medio del ajetreo profesional; sin embargo, para algunos empleados, estos días no representan una verdadera oportunidad de descanso. De acuerdo con la reciente encuesta del Termómetro Laboral, de OCC, la bolsa de trabajo en línea líder en México, 69 % de los trabajadores dijo que su empresa sí otorga descanso durante Jueves y Viernes Santos. No obstante, solo el 27 % afirma recibirlo siempre, mientras que el resto está condicionado por cargas de trabajo o la expectativa de mantenerse disponible.

Esto plantea una pregunta crucial: ¿descansar realmente significa desconectarse? La misma encuesta revela que el 45% de los participantes considera que los pendientes acumulados son el principal obstáculo para lograr una desconexión real. A esto se suman factores como la incapacidad de dejar de pensar en el trabajo, la presión por responder mensajes o llamadas laborales o simplemente la cultura del “estar siempre disponibles”.

Es decir, el descanso físico no siempre implica una desconexión mental y emocional del entorno laboral. En muchas organizaciones persiste la expectativa, implícita o explícita, de estar atentos, incluso fuera del horario laboral o durante los días festivos. Esta dinámica no sólo impide una recuperación real, sino que también normaliza una disponibilidad permanente que erosiona el bienestar.

Para contrarrestar esta tendencia, OCC recomienda seis acciones clave: planificar con anticipación la entrega de pendientes; evitar revisar mensajes; desactivar notificaciones de trabajo en dispositivos móviles; establecer horarios específicos de conexión (en caso de ser necesario); dedicar tiempo a actividades personales; y no llevar el equipo de trabajo durante el periodo de descanso para evitar la tentación de seguir trabajando.

La desconexión laboral no es un lujo ni un capricho, es una condición necesaria para preservar la salud mental, reducir y mantener la productividad a largo plazo. En una economía que busca ser cada vez más competitiva y humana, respetar los tiempos de descanso debería ser una prioridad tanto para las empresas como para sus colaboradores; el bienestar no debería ser una variable opcional, sino parte de una estrategia integral.

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