Termina el mes y con él la esperanza de la industria aeronáutica de nuestro país para regresar, por lo menos en el corto plazo, a la ansiada Categoría 1, degradación que está por cumplir dos años y 10 semanas, y que nos aleja aún más de las expectativas generadas por la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), que había adelantado que podría ocurrir este mes y ahora dice que será en agosto.
Hace unos días el director general de Volaris, Enrique Beltranena, culpaba a la burocracia gubernamental de Estados Unidos por el retraso, ojalá fuera así de simple. México se encuentra en el centro de una tormenta perfecta, con una legislación endeble y con una serie de requisitos que nuestras autoridades no han acabado de procesar como son la expedición de licencias para exámenes médicos del personal aéreo, deficiencia que no se termina de subsanar.
El nudo gordiano se encuentra en este momento en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que dio entrada a dos acciones de inconstitucionalidad vinculadas a la participación de las fuerzas armadas en distintos ámbitos de la administración pública, entre ellos el de la aviación. Este simple hecho abre la posibilidad de que se anulen algunas de las reformas aprobadas por el Congreso a distintas leyes, posibilidad que ya habían contemplado las autoridades de la Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA), que tendrían que analizar, bajo este nuevo escenario, si se siguen cumpliendo las exigencias de seguridad en la materia, lo que extendería los tiempos para la recategorización.
De muchas maneras son las líneas aéreas de nuestro país quienes han pagado los costos de esta degradación, principalmente porque se han visto impedidas de abrir nuevas rutas hacia la Unión Americana cuyas empresas aprovecharon la oportunidad para abrir 36 nuevos trayectos a partir de que México se encuentra en una categoría secundaria. Tan sólo en los primeros cinco meses del año el tráfico de pasajeros entre México y Estados Unidos creció 9.6%, hablamos de 15 millones y medio de personas.
Para la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador es vital la recuperación de la Categoría 1, ya que lo ve como la única posibilidad de revitalizar al elefante blanco de Santa Lucía, pues por un lado el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México se encuentra saturado y no podría asignar nuevas rutas, por lo menos en los horarios de mayor demanda, y por otro, los itinerarios se asignan con un año de anticipación.
Ovnis tuneados en Estados Unidos
El jueves de la semana pasada, en audiencia en el Congreso estadounidense, tres militares retirados afirmaron que el gobierno de ese país está en posesión de aeronaves de origen “no-humano”; ha ocultado durante décadas un programa que recupera y hace ingeniería inversa a dichas naves; ha recuperado y posee restos biológicos de entes “no-humanos”; ha habido represalias contra algunas personas que han hecho pública esta información.
La audiencia contó con testimonios, descripciones de avistamientos y detalles de los ovnis, oficialmente llamados “fenómenos aéreos no identificados”. En fin, la confirmación de todo lo que los “ufólogos” han asegurado por generaciones, con la única diferencia de que los tres que dijeron toda esa información descabellada lo hicieron bajo juramento de decir verdad, lo cual es penado en Estados Unidos con hasta cuatro años de cárcel, y lo hicieron ante un comité de congresistas. Obviamente, el Departamento de Defensa negó que exista todo lo afirmado por los militares en retiro; mientras la NASA anunció que prepara un informe para despejar sospechas.
La noticia sería un parteaguas en la historia de la humanidad de no ser porque en realidad seguimos igual: no hay pruebas contundentes y sí muchas dudas ¿Un programa que recupera y hasta tunea ovnis y lleva años sin ser descubierto? De todos los países del mundo, ¿sólo en Estados Unidos caen ovnis y tienen alienígenas almacenados desde hace casi 100 años? ¿Viajan de tan lejos para pasar desapercibidos y/o sólo contactar al gobierno de Estados Unidos? Con la calidad digital de los celulares de ahora, ¿seguimos teniendo sólo fotos y videos borrosos y desenfocados de ovnis y extraterrestres?
Lo sucedido en la audiencia del congreso suena más a una apuesta a la fama y el dinero dentro del lucrativo mundo del conspiracionismo, corriendo el riesgo de pasar unos años en la cárcel, que a un desenmascaramiento al Estado de la nación más poderosa que debería tener a Joe Biden preocupado por eso, en lugar de estar pendiente de su hijo Hunter o de su reelección.
Y es que seguramente hay vida en otras partes del universo, de lo que sigue sin haber certeza es que nos hayan venido a visitar. Lo de la semana pasada lo único que prueba es que, desde presumir inocencia hasta ver ovnis, se puede decir cualquier cosa en una audiencia ante el Congreso estadounidense.
Creer en ovnis sigue siendo un acto de fe.