Este 1 de octubre, Claudia Sheinbaum Pardo marcó un hito en la historia de México al convertirse en la primera Presidenta del país. En una ceremonia realizada en el Zócalo de la Ciudad de México, Sheinbaum no solo juró como presidenta constitucional, sino que también recibió el bastón de mando, un símbolo ancestral que conecta a las comunidades indígenas y afromexicanas con el poder político.
El bastón de mando, cargado de simbolismo espiritual y cultural, se entregó en un contexto que refuerza el compromiso de la nueva presidenta con la justicia social y la igualdad.
Este evento es parte fundamental del inicio de su mandato, que abarcará el periodo de 2024 a 2030.
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Un mandato con desafíos sociales y económicos
Claudia Sheinbaum asumió la presidencia con el respaldo de 70 pueblos indígenas y afromexicanos. Sin embargo, su reto no es sencillo. A lo largo de su mandato deberá enfrentar profundas desigualdades sociales y económicas que han caracterizado a México. La Cuarta Transformación, impulsada por su predecesor Andrés Manuel López Obrador, se centró en reducir la pobreza y la desigualdad, poniendo énfasis en apoyar a los sectores más vulnerables.
López Obrador destacó la continuidad del proyecto político de la Cuarta Transformación como un legado clave para asegurar la justicia social.
La toma de protesta de Claudia Sheinbaum no solo marca el inicio de un nuevo ciclo presidencial, sino que también simboliza un momento clave en la historia política de México. Como la primera mujer en ocupar la presidencia del país, Sheinbaum enfrenta una serie de desafíos que incluyen equilibrar las demandas de justicia social con las exigencias de un país que está en constante cambio.
La Cuarta Transformación, que continuará bajo su liderazgo, busca consolidar las reformas iniciadas en 2018, con un enfoque en atender a los sectores más desfavorecidos de la población. El legado de López Obrador, especialmente en cuanto a políticas de bienestar social, será una base fundamental sobre la cual Sheinbaum deberá construir su mandato.
A lo largo de los próximos seis años, Claudia Sheinbaum tendrá la tarea de garantizar que las políticas de su gobierno mantengan la prioridad en la justicia social, mientras enfrenta un entorno económico y político en constante evolución.