Ser amable con la Inteligencia Artificial (IA) no sólo representa un cambio en la forma en que los usuarios interactúan con esta nueva tecnología, sino que también constituye una estrategia empresarial para fortalecer el posicionamiento de marca. No obstante, esta amabilidad puede implicar costos operativos adicionales.
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El funcionamiento de las IA difiere significativamente del comportamiento humano, como consecuencia, los desarrolladores de estas tecnologías suelen integrar algoritmos que simulan reacciones empáticas, con el objetivo de fomentar la cercanía y la confianza entre esta herramienta y el usuario.
Efectos en las repercusiones económicas de la amabilidad para la IA
A pesar de la ausencia de cifras oficiales que determinen el valor exacto de cada palabra, Samuel Harris Altman, CEO de una de las Inteligencias Artificiales más renombradas, reveló a través de la red social X que los tratos amables que reciben las inteligencias artificiales a lo largo del día ascienden a un aproximado de “decenas de millones de dólares bien invertidos, aunque nunca se sabe con certeza”.
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El procesamiento de cada token requiere operaciones computacionales intensivas, que ejecutan servidores de alto rendimiento equipados con unidades de procesamiento gráfico. Por ello, se estima que cada token adicional representa un costo incremental, ya que al acumularse se convierte en un factor económico considerable.
Las solicitudes diarias dirigidas a los sistemas de inteligencia artificial requieren infraestructuras de centros de datos altamente especializados. Estos centros deben estar diseñados tanto para gestionar el procesamiento eficiente de interacciones complejas como para soportar la sostenibilidad operativa frente al elevado volumen de solicitudes concurrentes, lo que conlleva un considerable consumo eléctrico.
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Esta es la razón, es fundamental considerar la demanda energética asociada al funcionamiento de estos modelos, ya que contribuye significativamente al impacto ambiental. Este aspecto representa uno de los principales desafíos para el sector tecnológico, que actualmente enfrenta una creciente presión para optimizar su eficiencia energética y reducir su huella de carbono.