Rusia y Ucrania en el día de la patria

Una vez pasada la francachela de la ceremonia del Grito de Independencia y ya en plena resaca, nos dispondremos a escuchar el tan anunciado mensaje presidencial, ahora sí en el día de la patria.

Inicialmente el presidente había declarado con gran pompa que la narrativa tendría un carácter nacionalista, que este día su discurso se centraría en la posición de nuestro país sobre las demandas de Estados Unidos y Canadá por violaciones al T-MEC. Algo pasó durante la visita del secretario de Estado, Antony Blinken, que el enfoque repentinamente cambió para dar paso a una idea que había surgido de improviso en la mente del presidente, durante la conferencia matutina del jueves 4 de agosto luego de las tensiones desatadas entre Estados Unidos y China por la visita de Nancy Pelosi a Taiwán. Ahí lanzó un primer esbozo: una tregua de cuando menos cinco años, dijo, para poder enfrentar la crisis que afecta a los pueblos, “una tregua, que cese la guerra, la confrontación, las provocaciones, que las cosas queden como están”.

Hoy el tema ya está perfectamente definido, el mandatario que no ha podido traer la paz a su propio país, va a aventurarse a ofrecer una alternativa para solucionar el conflicto entre Rusia y Ucrania, menuda responsabilidad la que habrá de surgir del palacio presidencial. Del otro lado del océano los mandatarios de ambos países, Vladimir Putin y Volodímir Zelenski, estarán pendientes de la iniciativa que tendrá como epicentro la Ciudad de México y que resolverá lo que la Unión Europea calificó en su momento como uno de los momentos más oscuros en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

Entre otros avances destacan que el canciller Marcelo Ebrard presentará la iniciativa en representación del presidente ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), por cierto, es insólito que una propuesta de esta envergadura no sea presentada y argumentada por su propio autor. El proyecto fijaría una tregua de cuando menos cinco años, “sin ejercicios bélicos, sin prácticas nucleares, de misiles, sin intervenciones, sin participar en conflictos internos, cinco años de paz, para que los gobiernos se ocupen por entero de atender los grandes y graves problemas de los pueblos del mundo”. En su implementación participaría un comité de mediación integrado por el primer ministro de la India, Narendra Modi, quien ha mostrado una posición más cargada hacia Rusia, el papa Francisco y por el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.

De acuerdo a las políticas implementadas en nuestro país, podríamos esperar que Andrés Manuel López Obrador propusiera a ambas partes establecer una política de “abrazos y no balazos”; un programa de apoyos a los jóvenes de Rusia y Ucrania, para evitar caer en las tentaciones bélicas; seguramente el presidente de Ucrania estará dispuesto a mostrar una visión más humanista y entender que no son los soldados rusos los culpables de la invasión sino que son víctimas de sus circunstancias y que mejorando sus condiciones de vida dejarán de ocupar otros pueblos evitando así las matanzas de civiles. En lo que si estarán de acuerdo tanto Putin como Zelenski es en la militarización de sus países para enfrentar las difíciles condiciones por las que atraviesan.

De cualquier modo se sugiere que no dejemos de tener una actitud receptiva para dejarnos sorprender.

Estancados en competitividad

Con un nivel bajo, México se mantiene en el lugar 37 de 43 países de acuerdo al Índice de Competitividad Internacional 2022 (ICI) elaborado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), que dirige Valeria Moy.

El ICI se compone de 85 indicadores categorizados en 10 subíndices y mide la capacidad de los países para generar, atraer y retener talento e inversión. Los diez países más competitivos son Dinamarca, Noruega, Suiza, Suecia, Países Bajos, Corea del Sur, Japón, Irlanda, Finlandia y Australia, encontrándose los primeros siete con un nivel de competitividad muy alta, es decir, destacan por tener un mercado laboral más productivo y destinan una mayor proporción de su PIB al gasto en investigación y desarrollo.

En los últimos lugares se encuentran Nigeria -el único clasificado con nivel de competitividad muy baja-, Guatemala, India, Sudáfrica, Argentina, Brasil y México, todos ellos con nivel bajo.

Desglosando los subíndices, México mejoró en cinco y mantuvo el mismo nivel en tres de ellos. En el subíndice de Economía tuvo el mayor retroceso, a consecuencia de la inflación y de la pérdida de la libertad económica, con una caída de siete posiciones al lugar 34; mientras que en el subíndice de Derecho cayó dos lugares, al 41, debido a una menor independencia del poder judicial y deterioro tanto del Estado de Derecho como en el Índice de Paz Global. Cabe señalar que, de los 43 países analizados, México es el segundo país con la mayor tasa de homicidios, sólo superado por Sudáfrica.

Por el contrario, nuestro país avanzó tres lugares en el subíndice de Sociedad (posición 35), gracias a la cobertura de vacunación y una disminución de la brecha de género. También mejoró dos posiciones en Gobiernos (26), debido a una mejora en el índice de efectividad del gobierno y el incremento de sus ingresos fiscales (14% del PIB).

En Mercado de Factores, México avanzó cuatro lugares al 16, gracias a que se mantuvo la flexibilidad de sus leyes laborales y el valor agregado de la industria; mientras avanzo dos posiciones en Relaciones internacionales (38) debido a mayor apertura comercial y mayor diversificación de importaciones. Ojo: de los 43 países evaluados, México tiene la mayor dependencia de sus exportaciones, 82% de ellas se dirigen a Estados Unidos.

El IMCO concluye que el estancamiento del país con un bajo nivel, refleja la incapacidad persistente para construir las bases que le permitirían ser más competitivo a nivel global; se necesita crear condiciones para alcanzar una mayor productividad y generar bienestar para los mexicanos.

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