Los Olvidados

Muchos vienen huyendo de la violencia desatada en sus países por las organizaciones criminales. Otros escapan de la persecución política de gobiernos voraces que no dudan en satanizar a sus críticos como forma de legitimarse. Los más huyen de una miseria que, esperan, habrá de cesar en la Unión Americana, como si existiera la seguridad de que una vez cruzando el Río Bravo sus problemas habrán encontrado solución.

En medio México, esa especie de purgatorio por el que deberán pasar antes de alcanzar un paraíso ficticio. Para muchos un lugar de paso, para algunos otros, cada vez más, un plan alternativo. Lo que sea con tal de no tener que volver la vista atrás.

El lunes, la tragedia. 40 migrantes murieron en una estancia provisional del Instituto Nacional de Migración (INM) en Ciudad Juárez, Chihuahua, producto de un incendio; se afirma que un grupo de ellos lo provocó intencionalmente aunque no hay nada confirmado. 29 seres humanos se debaten en estos momentos entre la vida y la muerte; para todos ellos el purgatorio terminó convirtiendose en un infierno.

Una desgracia que podría repetirse en diferentes partes de la República en donde los diferentes centros de asilo se encuentran saturados y en donde los migrantes se encuentran deambulando por las calles frente a la incapacidad o imposibilidad por parte del INM que ha ido quedando rebazado.

La Ciudad de México no es ajena a este problema. En la Plaza Giordano Bruno, en el pleno corazón de la colonia Juárez se han instalado centenares de migrantes haitianos a los que se han sumado algunos venezolanos en lo que han dado en llamar la “Pequeña Haití”, un territorio que aglutina a familias enteras quienes se encuentran viviendo en condiciones precarias, insalubres, la mayoría de ellos subsistiendo de la caridad y sin empleo pese a contar con una Tarjeta de Visitante por Razones Humanitarias que los autoriza a recibir servicios de salud y a trabajar.

Hará cosa ya de dos semanas un grupo aceptó ser trasladado a refugios con servicios en los estados de México, Hidalgo y Morelos, sin embargo la plaza se volvió a repoblar nuevamente a la espera de que la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), ubicada en la calle de Versalles, les dé una ficha para realizar un trámite migratorio, que con suerte podrán concretar en mayo.

La zona podría estarse convirtiendo en un polvorín. Al momento no se han mostrado signos de intolerancia por parte de los vecinos, quienes con justa (o injusta) razón se sienten inseguros por la presencia de extraños que viven hacinados en plena calle, sin los servicios básicos y padeciendo una gran necesidad. Del otro lado, la demora por parte de la COMAR en generar las citas va provocando desesperación y frustación en los extranjeros. Bien harían las autoridades en olvidarse por un momento de esos eventos propagandísticos que generan buena prensa con vistas a los procesos electorales, para concentrarse en un problema que va en ascenso y que en el peor de los casos podría costar la vida de víctimas inocentes. Que no se vuelvan a repetir los hechos en Chihuahua nunca jamás.

El ultimátum que da toques

No había pasado una semana de la séptima visita de John Kerry a México cuando el domingo en La Jornada, se dieron a conocer versiones de que Estados Unidos estaría acordando con México postergar su demanda para instalar paneles respecto al tema energético y del maíz bajo el amparo del T-MEC, a cambio de que México no proceda para obtener compensación por las violaciones estadunidenses de las cláusulas sobre reglas de origen del sector automotriz, como una “una salida política que beneficia a ambos”.

La solución sugerida no pasó la prueba del ácido.

El lunes, la columnista del Wall Street Journal, Mary Anastasia O’Grady, arremetió contra Kerry por los nulos resultados de sus visitas a México para promover las energías renovables y hasta lo criticó por no percatarse de la ironía de tomarse una foto al lado de Manuel Bartlett, “uno de los más notables dinosaurios del partido único de Estado de México durante el siglo XX” y a quien invitó a visitar Estados Unidos, no se sabe si sabiendo que el director de CFE no va al país vecino desde que la DEA lo relaciona con el caso Camarena.

Para la tarde del mismo día, vino la respuesta a la “salida política”: un cable de Reuters informando que Estados Unidos planea enviar un ultimátum a México en las próximas semanas para que abra el sector energético a la inversión extranjera conforme al T-MEC y aceptar una mayor supervisión o, de lo contrario, se solicitará un panel.

Raquel Buenrostro ha hecho todo lo posible no sólo por estirar los tiempos -“patear el bote”, dirían-, sino por encontrar soluciones, buscando flexibilidad partiendo de que era una negociación comercial. A fines de febrero pasado, la secretaria de Economía preveía que este año quedarían resueltas las consultas solicitadas por EEUU y Canadá, pues iban tres de cuatro bloques resueltos. El único pendiente era el del despacho eléctrico, el cual prioriza a la CFE sobre las privadas. Se ofreció llevar las inversiones a los polos industriales del corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, y lo último, el intercambio del fallo favorable en el sector automotriz a cambio del energético y del maíz, como si una y otra industria tuvieran algún beneficio o no se perjudicaran por el intercambio, menos aún que se solucionaran sus demandas. Y falta ver qué dicen las contrapartes canadienses, que han seguido los mismos pasos que sus vecinos.

Al final, ya no fue el petróleo, tan defendido en un principio por AMLO y la secretaria de Energía, Rocío Nahle, sino la electricidad. Buenrostro ha aguantado lo más posible pero, inevitablemente, el último escollo da toques y es Manuel Bartlett.

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