Pese a que su popularidad goza de muy buena condición, a últimas fechas nada parece salirle como quisiera al presidente Andrés Manuel López Obrador.
El fantasma de sus malas decisiones en materia de salud volvió a recorrer este jueves los pasillos de Palacio Nacional, luego de que se diera a conocer el Informe Radiografía del Desabasto de Medicamentos 2022 elaborado por el colectivo Cero Desabasto, un organismo que conjunta pacientes, familiares de éstos, médicos, organizaciones, académicos y autoridades que buscan conjuntamente logar el acceso efectivo a fármacos e insumos médicos que ayuden a cumplir el objetivo de garantizar el derecho a la salud.
De un solo golpe debió borrársele la sonrisa al presidente quien se jacta de que nuestro país tendrá un sistema de salud a la altura de los mejores del mundo, cuando ni siquiera ha podido resolver un problema que él mismo provocó al desmantelar un sistema de salud que con todos sus defectos era funcional y haber roto de tajo con toda la cadena de distribución de medicamentos lo que llevó a una crisis que ha costado innumerables vidas.
El informe contiene diversos puntos de interés, sin embargo, por su naturaleza, el dato que quizá llame más la atención es el del número de amparos por el desabasto de medicamentos en lo que va de la actual administración.
De acuerdo al reporte, éste se elevó en 600%, un alto número que tendría que preocuparnos pero no tanto como la cifra negra que subyace a este porcentaje ya que claramente en un sistema de justicia tan complicado, la mayoría de las personas prefiere no denunciar, optando cuando no por comprar sus propios medicamentos, de plano por no tomarlos poniendo así en riesgo su salud y en muchos casos su vida. En números fríos, 15.2 millones de recetas no fueron surtidas.
El presidente podrá, como es su costumbre, repartir culpas a diestra y siniestra, que le dejaron el país en ruinas, que recibió una herencia maldita, una nación en bancarrota envuelta en la corrupción, en decadencia, podrá achacárselo incluso a Genaro García Luna, pero lo cierto es que ya pasaron casi cinco años en los que se comprometió ante todos los mexicanos a que se haría realidad el derecho a la salud, garantizar atención médica y medicamentos gratuitos, y no se vale poner pretextos.
Detrás de cada número hay un paciente que no recibió la atención adecuada, niños con cáncer que vieron truncadas sus vidas, enfermos de todos los tipos que vieron mermada su calidad de vida soportando dolores, sufrimientos innecesarios porque el Estado no hizo valer el articulo cuarto constitucional, y de eso no tienen la culpa los ministros.
No hace mucho, hará cosa de tres semanas, el presidente volvió a insistir en que nuestro país tendría un sistema de salud mejor que el de Dinamarca y que estaría listo a final de su mandato. Entre sus múltiples virtudes, señaló que le gustan los desafíos y que es perseverante. A manera de promesa dijo que los compromisos se cumplen.
Mientras no llegue la fecha fatal López Obrador tendrá el beneficio de la duda, sin embargo, los hechos hablan y a lo que se ve difícilmente dejará en herencia un sistema de salud que alcance siquiera el nivel del que ya existía.
La defensa nacional y los ferris de la Marina
La Secretaría de la Marina (Semar) es una de las dependencias en que más se apoya el presidente López Obrador, junto con la de Defensa Nacional (Sedena), para sacar adelante sus proyectos emblema, entrar de lleno a la seguridad pública, encabezar nuevas paraestatales, ocuparse de la administración pública a falta de cuadros afines y capaces, así como atender bomberazos.
La defensa nacional se ha ido descuidando desde hace sexenios, cuando las fuerzas armadas entraron con cada vez mayor frecuencia a labores de seguridad pública y combate al narcotráfico. Sin embargo, es en esta administración donde las acciones relacionadas con esa función permanente del Estado han pasado a un plano casi inexistente. En el caso de la Marina Armada de México, más acotada a operaciones de guardia costera.
Justificados con la idea de contribuir al desarrollo nacional, las fuerzas armadas parecen muy entusiasmadas con las misiones lucrativas encomendadas. Apenas en vísperas de la conmemoración del Día de la Marina, la Semar brindó una de las oportunidades de provocar caos e incertidumbre que tanto gustan al presidente, como lo fue la ocupación de un tramo de 120 kilómetros de ferrocarril en concesión a Ferrosur, empresa de Grupo México, para avanzar con el Corredor Transístmico, proyecto a cargo de la Semar.
Los marinos entraron al principio del sexenio a la Guardia Nacional, a cargo de los estados costeros, para luego salir cuando se perfiló que la instancia quedaría a cargo de la Sedena. Además del Corredor Transístmico, la Semar administra algunas aduanas y aeropuertos, supervisa la marina mercante, recoge sargazo, opera ferris en Quintana Roo y hasta una empresa turística en las Islas Marías.
Probablemente por estimarse oneroso, quedó en el olvido el proyecto POLA, la construcción de cuatro patrullas oceánicas de largo alcance, que hubieran permitido una mayor cobertura de vigilancia y defensa incluso más allá de la Zona Económica Exclusiva. Sólo se alcanzó a construir una a finales del sexenio pasado. En su lugar, la Marina tiene bonitos y lucrativos transbordadores de pasajeros. Esta claro que las prioridades son otras, el costo lo pagaremos después.
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