Argentina: entre el malo y el peor

A escasas horas de que Argentina celebre la última etapa de sus elecciones presidenciales, última porque ya vamos por la segunda vuelta y esta vez el ganador será definitivo, ambos aspirantes afilan sus armas en busca de un triunfo que no promete mucho para sus ciudadanos. 

De una parte, el ultraderechista Javier Milei, representante de “Libertad Avanza”, ha trascendido más por sus declaraciones polémicas que por sus propuestas. Primero autoproclamándose abierto crítico del papa Francisco por haber elegido el lado de los “comunistas asesinos”; luego por afirmar que la gente no debería tener limitaciones para vender sus órganos y, peor aún, que el ser humano no es el responsable del cambio climático.

Del otro lado, representando a “Unión por la Patria”, se encuentra Sergio Massa, el ministro de Economía que en muy poco ha ayudado a resurgir de la crisis a un país que ya lleva décadas sin poder levantar la cabeza, con una inflación superior a los 142 puntos, una pobreza por encima de 40% y una devaluación de su moneda que parece no tocar fondo.

Hasta ahora las encuestas marcan favorito a Milei por una diferencia de entre 4 y 10 puntos porcentuales, mientras los inversionistas cruzan los dedos para que Massa pueda revertir la percepción de la gente, un cambio de modelo colocaría de nueva cuenta al peso argentino en apuros.

El abstencionismo definirá finalmente quien será el vencedor de la contienda. El lunes se celebra el día de la soberanía nacional, un largo puente que podría beneficiar al justicialismo. El festivo podría provocar que muchos de los votantes, particularmente de la oposición, prefirieran aprovechar para tomar unas pequeñas vacaciones en vez de acudir a las urnas.

Por lo pronto, ya Milei ya soltó a toda su jauría para denunciar, de manera preventiva, un fraude “colosal” y acusó a la Gendarmería Nacional de haber cambiado el contenido de las urnas y la documentación, por supuesto para favorecer a Sergio Massa. La estrategia no es nueva, Milei ya lo hizo durante las primarias y luego a lo largo de la primera vuelta buscando sembrar la duda a su favor. El ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, tachó las acusaciones como una estupidez y ya adelantó que denunciará a ese partido por sus acusaciones en falso.

Finalmente, luego de un largo proceso que inició en agosto, los argentinos se quedaron únicamente con dos opciones, votar entre el malo y el peor, el dilema radica en que no se alcanza a distinguir con claridad cuál es cuál.

Una terna para el olvido

Una vez aprobada la renuncia por causa grave del ministro Arturo Zaldívar, el presidente López Obrador envió una terna para sucederlo compuesta por Bertha María Alcalde Luján, María Estela Ríos González y Lenia Batres Guadarrama.

Con la salida de Zaldívar no se pierde nada en el balance de ministros, pues llegará alguien tan lopezobradorista como el que se va. Asimismo, no es la primera vez que un presidente nomina para ministros de la Suprema Corte a personas considerando su lealtad política, aunque en este caso, viendo el perfil de cada una, parece que fue lo único que prevaleció.

La comisionada de Operación Sanitaria de la Cofepris, Bertha María Alcalde, ha de tener cualidades ocultas para la sociedad pero no para el presidente, pues además de ser hermana de la secretaria de Gobernación e hija de Bertha Luján, ex contralora del DF con AMLO, y del abogado Arturo Alcalde, también fue aspirante a presidenta consejera del INE, con todo y sus estrechas relaciones con Morena y sus nulos antecedentes en materia electoral. Ahora es aspirante a ministra y, no dude que, si no queda, sea nominada para algún otro cargo pendiente en algún organismo autónomo.

Está María Estela Ríos, quien como consejera Jurídica nos ha brindado joyas de la chicanería, como cuando su oficina no recibió una notificación del INE, pretextando que estaban de vacaciones, y Lenia Batres, adjunta de Ríos e integrante de los hermanos Batres, que incluye al jefe de Gobierno de la CDMX, con credenciales profesionales y académicas tanto o más escasas que las de Alcalde.

Una terna armada para ser rechazada, esperándose que en la segunda se vote por la mejor o la menos peor. Desde la reforma judicial de 1994, no se ha dado el escenario de que se rechace una segunda terna y el presidente designe directamente un ministro, considerando que la oposición no suele permitir que éste nombre a quien quiera. Ahora, salvo que en la segunda terna haya un perfil más o menos decente, la oposición no tiene nada que perder si le rechaza la propuesta al presidente pues, para el caso de ternas con perfiles morenistas, que asuma él solo la responsabilidad de su decisión, a que cuente con el aval del Senado.