Campañas y emboscadas
Hace unos días referíamos al penoso incidente que tuvo el equipo de campaña de Rocío Nhale en el banderazo de su campaña por la gubernatura […]
Hace unos días referíamos al penoso incidente que tuvo el equipo de campaña de Rocío Nhale en el banderazo de su campaña por la gubernatura de Veracruz, al visitar el famoso restaurante “Café La Parroquia”, y donde fue increpada y obligada a salir anticipadamente del lugar.
Misma situación enfrentó este martes la candidata Xóchitl Gálvez, pues pese a tener en apariencia todo “planchado” en su visita al ITAM, fue vapuleada por las preguntas de los alumnos, e incluso abucheada en la sesión de preguntas y respuestas.
Ya ni se diga el caso de Claudia Sheinbaum, que ya se está acostumbrando a que la interrumpan durante sus discursos, cosa que la saca tanto de quicio que ya le ha cobrado dos o tres equivocaciones, que la han mostrado muy poco tolerante, por decir lo menos.
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Las viejas prácticas de ocupar los lugares más cercanos al candidato con simpatizantes ya no son suficientes. Ni siquiera los “acarreados” y los “infiltrados” son capaces de ocultar las deficiencias de los candidatos y de sus equipos.
Cualquier “operador político” es capaz de desestabilizar los actos de campaña, que difícilmente han significado un mayor beneficio al votante; sin embargo, este próximo lunes se llevará a cabo el primer debate presidencial, mismo que cobra más importancia, pues sería el espacio idóneo para contrapuntear propuestas o visiones de país.
Por el bien de la democracia y del país, esperemos que los candidatos y sus equipos vayan preparados y dispuestos a contestar frontalmente las acusaciones mutuas, además de exponer sus proyectos puntualmente.
Por lo pronto, tanto en el país, como en la ciudad de México y algunas gubernaturas, las campañas han quedado a deber mucho, pues el electorado es más crítico e informado que nunca, mientras que los candidatos cada vez bajan de nivel.
Pemex: ¿De donde saldrá el crudo para Dos Bocas?
Desde un principio las cuentas no salían, ¿de dónde se suponía que iba a salir el crudo que refinaría la planta de Dos Bocas? Hoy las cosas tienen más sentido. De acuerdo a un documento interno de Pemex revelado por la agencia Reuters, provendrá de la cancelación de exportaciones petroleras, de entrada 436 mil barriles por día durante todo este mes y quién sabe cuánto más para alcanzar la meta en autosuficiencia de combustibles prometida por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Para colmo de males, la producción de crudo declinó durante febrero a su piso más bajo en 45 años. A las pérdidas millonarias que dejarán que percibir las arcas de la nación habrá que sumar el incumplimiento de contratos importantes con Estados Unidos, y algunas naciones de Europa y Asia. Además, la decisión no llega en el mejor momento justo cuando las proyecciones sobre los precios del petróleo se encuentran al alza, pero ni hablar, la Cuarta Transformación está urgida de que Dos Bocas funcione antes de las elecciones del 2 de junio, una nueva promesa incumplida podría acarrear la pérdida de votos en el sector de los indecisos.
La idea original planteada por la Secretaría de Hacienda era que el país empezará a disminuir las exportaciones hasta un tope de 800 mil barriles diarios en 2023, pero como todos los grandes proyectos de esta administración “algo” no salió como se esperaba; de entrada el retraso de la puesta en marcha de la refinería Olmeca movió completamente el panorama, no había lugar donde almacenar el crudo por lo que se siguió exportando el que se extraía.
No es ningún secreto que Pemex ha resultado un pésimo negocio para los mexicanos por donde quiera que se le vea. A finales del año pasado, un estudio del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) reveló que la paraestatal dejo prácticamente de contribuir a las finanzas públicas. En números, al finalizar el sexenio habrá recibido 1 billón 832 mil millones de pesos mientras que su aporte al Estado será de 1 billón 848 mil millones, una aportación de solo 16 mil millones de pesos al gobierno.
De ganar las elecciones la candidata “ambientalista” Claudia Sheinbaum, la situación no habrá de mejorar, se mantendrá la refinación del crudo buscando la autosuficiencia en combustibles. Por lo pronto ya anunció que continuará con el rescate de Pemex incluso propone que la empresa del Estado participe en el mercado del litio (un mineral que sigue siendo solo una promesa).
Del otro lado Xóchitl Gálvez habla de modernizar Pemex para que deje de perder dinero y acabar con la salud de los mexicanos, sin privatizarlo, sin embargo, no ha presentado un proyecto de cómo abordaría este titánico proyecto.
El hilo negro contra la corrupción
Claudia Sheinbaum arrancó la semana con la presentación de su programa anticorrupción, lo cual corrió a cargo de Javier Corral, exgobernador de Chihuahua. Con el combate a la corrupción sucede lo que en materia de seguridad pública en México: cada administración llega a deshacer el camino andado, cambiar y desechar leyes e instituciones, empezar de nuevo, con la consecuente falta de continuidad de políticas, equipos de trabajo y, no menos importante, seguimiento a casos.
De entrada, lo positivo de la propuesta de la candidata presidencial de Morena es que prácticamente arranca de cero pues, fuera de unas reformas legales, el gobierno de López Obrador no implementó una política anticorrupción más allá del supuesto ejemplo de la honestidad presidencial y la presumible de sus colaboradores. El Sistema Nacional Anticorrupción quedó paralizado; la Secretaría de la Función Pública trabaja al mínimo; la fiscalía anticorrupción desapercibida, el servicio profesional de carrera desaparecido, y ni siquiera los casos emblemáticos de la pasada y presente administración han tenido resultados relevantes, como el de Emilio Lozoya, la Estafa Maestra y Segalmex, ya no hablar de las denuncias contra los hijos del presidente.
De la propuesta destaca la creación de una Agencia Federal Anticorrupción, que dependería del Ejecutivo -para variar-, con facultades de investigación, persecución y sanción de las responsabilidades administrativas de servidores públicos y particulares que celebren contrataciones públicas o se les otorguen concesiones. No está claro qué va a pasar con la Secretaría de la Función Pública, pues se dice que se rediseñaría a enfocarse al control interno del gobierno, lo que sea que signifique eso si ya no se encargará de ver sanciones administrativas.
Hay propuestas interesantes en materia legal, como una ley general para investigar y sancionar los actos de corrupción, ley general de compras públicas, ampliación de prescripción de responsabilidades; y otras, como la simplificación administrativa la cual, bajo la premisa de que “mayor regulación ha generado ineficiencia”, plantea desaparecer instituciones y reglamentos, con un criterio y alcance que sólo saben Sheinbaum y Javier Corral, responsable de la propuesta. Si bien no dio nombres concretos, la primera institución que Sheinbaum utilizó de ejemplo fue el INAI, pues habría que crearle leyes y una instancia que vigile la corrupción del instituto. Ya después aclararía el exgobernador de Chihuahua que “nadie propuso desaparecer el INAI”. Aunque por lo dicho por la candidata, no hay intención de fortalecerlo, en el mejor de los casos -y muy a tono-, acorralarlo, como en este sexenio.