El círculo cercano y los policías de Genaro
A García Luna se le acusa de recibir sobornos del narcotráfico mientras fue secretario de Seguridad Pública entre 2006 y 2012.
Cada día hay una novedad escandalosa conforme avanza el juicio contra Genaro García Luna y se van presentando los testimonios, la mayoría proveniente de delincuentes confesos y sentenciados. Difícil desentrañar la verdad entre medias verdades y mentiras, aun cuando los dichos deben, o deberían, estar respaldados por pruebas de tiempo, lugar y circunstancia.
Todas las acusaciones y señalamientos tienen un contexto que fue real: el rompimiento que sufrió el Cártel de Sinaloa con la separación de los hermanos Beltrán Leyva, y cómo esta ruptura impactó en los lazos de corrupción que tenía el cártel en su conjunto con algunos funcionarios de las fuerzas del orden: unos del lado del Chapo Guzmán y el Mayo Zambada, otros del nuevo cártel. El juicio trata de probar o desestimar que García Luna fuera cómplice de alguna de las partes.
Muchos nombres de exintegrantes de la Policía Federal han salido como protagonistas de aquella época y esa circunstancia: obviamente el propio García Luna, Luis Cárdenas Palomino, Ramón Pequeño, Domingo González, Mario Velarde, Édgar Millán, Igor Labastida, Enrique Bayardo. Algunos de ellos fallecidos, otros detenidos o prófugos.
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En tiempos en los que Omar García Harfuch encabeza las encuestas para Jefe de Gobierno capitalino, y viendo que no hicieron mella los intentos de relacionarlo con los hechos de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, muchos esperan que el nombre del secretario de Seguridad Ciudadana de la CDMX sea mencionado en el juicio que se lleva a cabo en Nueva York. Para su decepción, eso no va a suceder.
Si bien se formó y estuvo en la Policía Federal, García Harfuch no fue parte del círculo de García Luna. Ese grupo se consolidó en 2001 con la creación de la Agencia Federal de Investigación (AFI), cuando el hoy titular de la SSC tenía 19 años e ingresó a la Policía Federal hasta 2008.
A García Luna se le acusa de recibir sobornos del narcotráfico mientras fue secretario de Seguridad Pública entre 2006 y 2012. Suponiendo sin conceder, el entonces secretario de Seguridad Pública federal necesitó contar con un grupo compacto y de confianza -que ya lo tenía y que son los personajes que hoy salen a la luz de nuevo-, y que difícilmente iba a sumar a un novato y sin relación con ellos.
Si bien Omar García tuvo una carrera meteórica, esto se debió principalmente a la creación y crecimiento exponencial de la nueva policía, la cual necesitaba mandos y la mayoría de ellos salieron de la propia corporación o de la AFI, y todos eran jóvenes.
Muchos de ellos siguen trabajando en policías estatales y de la propia Ciudad de México, limpios, sin acusación alguna y sí con muchos méritos y resultados. Se hicieron y fueron policías cuando García Luna estuvo al mando, lo cual no implica que todas o todos fueran corruptos. Esa condena reduccionista y errónea de la campaña del 2018, es la que se volvió diagnóstico y justificación para desaparecer a la Policía Federal y crear la Guardia Nacional, con el consecuente éxodo de policías federales.
Un factor sobrevalorado es el peso de ser hijo de Javier García Paniagua. El connotado priista había fallecido 10 años antes, lo cual resta como factor en la carrera de su hijo -quien pudo dedicarse a cualquier otra actividad más lucrativa y riesgosa que ser policía-, menos aún de hasta dónde ha llegado Omar García Harfuch por méritos propios y la confianza de su jefa, Claudia Sheinbaum.
Turquía y Siria: tras el terremoto la tragedia por venir
Ningún país que haya sufrido un terremoto de 7.8 grados puede quedar entero, imaginemos pues la devastación que ocurre cuando durante en las horas subsecuentes se presenta una réplica de prácticamente la misma magnitud. Eso es lo que pasó el fin de semana pasado en la frontera entre Turquía y Siria. Hasta el momento se contabilizan 7 mil muertes, pero esta es una cifra preliminar que ira acrecentándose a lo largo de los próximos días una vez que empiecen a rescatarse los cuerpos sepultados bajo las ruinas.
No hay nación que esté preparada para enfrentar un percance de esta magnitud, menos aún cuando las condiciones meteorológicas son tan adversas, con precipitaciones de nieve que mantienen caminos y carreteras cerradas haciendo imposible la llegada de ayuda humanitaria. Pero aún en la tragedia hay diferencias: mientras que Turquía enfrenta la tragedia con solidez, Siria se encuentra en el umbral de una crisis humanitaria de proporciones descomunales, en un país colapsado por una guerra que la ha consumido por más de una década, con un sistema de salud devastado, hambre, desempleo y ahora con miles de refugiados que perdieron lo único que les quedaba: sus hogares.
Para colmo de males, Siria ha visto resurgir una epidemia de cólera que llega en el peor momento, con más de mil 600 contagios en los últimos meses y ahora con las condiciones ideales, si se puede llamar de esa manera, para propagarse entre los sobrevivientes.
Cuando muchos de los damnificados se refieren a los hechos ocurridos como el apocalipsis, no se encuentran muy lejos de la realidad, solo que lo peor aún podría estar por venir. Tomará años la reconstrucción en las condiciones actuales de violencia y el número de refugiados por la guerra, que ya alcanza la cifra de 13 millones, siete dentro del país y seis más allá de sus fronteras, seguramente se recrudecerá.
Por sus características, México, y su ciudad capital particularmente, es vulnerable ante este tipo de catástrofes. El primer sismo del que se tiene registro habría ocurrido en el año de 1475 con una magnitud de 7.5 grados con epicentro en Cuajimalpa. Tal vez cabría preguntarnos si en las actuales condiciones estaríamos capacitados para enfrentar un terremoto como el que ocurrió en 1985 de 8.1 grados y que se estima dejó más de 10 mil muertos ¿Nuestro sistema de salud estaría preparado?, ¿habría los medicamentos para los sobrevivientes?, ¿existiría el liderazgo para enfrentar una catástrofe de esta envergadura?