El fracaso de los partidos tradicionales
El escenario plebiscitario no se dio. Analizando los resultados de las elecciones, con una alta participación, se aprecia que el país no se encuentra dividido […]
El escenario plebiscitario no se dio. Analizando los resultados de las elecciones, con una alta participación, se aprecia que el país no se encuentra dividido en mitades, sino en dos tercios a favor de la 4T y un tercio en contra.
Independientemente de la elección de Estado -que la hubo pero tampoco hay que sobredimensionar-, la coalición Fuerza y Corazón resultó un fracaso y, por el contrario, Morena no sólo ha mantenido su voto duro, sino ha incrementado sus simpatizantes.
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O surgen partidos con nuevas caras y propuestas, o tendremos que esperar a que en algún año o alguna generación haya un rompimiento en Morena que termine con lo que se perfila como la nueva dictadura perfecta.
Los partidos tradicionales, ni siquiera unidos o tal vez por eso mismo, ya no cumplen las expectativas de la gente, sobre todo entre los jóvenes, pero también entre simpatizantes y militantes desencantados.
A Marko Cortés deberían reclamarle en el PAN sus resultados y sus errores. En los resultados, está que sólo se mantuvo la gubernatura de Guanajuato, nadie vio venir la derrota en Yucatán, además de perderse varios municipios, como los del corredor azul y varias alcaldías.
En los errores: el primero, haber llevado al PAN a una coalición con dos partidos en vías de extinción creyendo que cargar rémoras haría más fuerte al blanquiazul; el segundo, haber negociado las candidaturas con el PRI y el PRD en desventaja para el PAN, aunque eso sí, asegurándose él una curul en el Senado.
En el PRI hay fiesta a puerta cerrada, pues Alejandro Moreno logró que el impresentable de su partido y él mismo se mantuvieran con vida con un puñado de diputaciones y senadores, además de perfilar a Adrián de la Garza para buscar la gubernatura de Nuevo León en tres años. Ahí no hay quién reclame algo a “Alito”, pues los inconformes se han ido a Morena, han renunciado o los han expulsado del partido, quedando los afines al campechano. En cuanto al PRD, a Jesús Zambrano no habrá tampoco quién le reclame, pero porque el PRD va a terminar de desaparecer.
Movimiento Ciudadano alcanzó a mantener Jalisco, pero si hubiera habido revocación de mandato en Nuevo León, Samuel García estaría preparando su acta de entrega y su defensa legal, porque el gobernador va a enfrentar varios procesos penales en cuanto termine su mandato.
Aquí también puede haber inconformes con Dante Delgado, empezando por el mandatario jalisciense, Enrique Alfaro, con la ventaja para el veracruzano de que la coalición no fue competencia para el oficialismo, y que su decisión al parecer le asegurará una buena relación con la futura presidenta.
Posiblemente con menos legisladores que el Partido Verde e incluso el PT, el PAN, PRI y MC continuarán existiendo como partidos medianos con líderes dedicados a regentear posiciones, mantener cuotas, administrar intereses de grupos locales, como el PAN en la alcaldía Benito Juárez o Guanajuato; MC en Jalisco y lo que rescate de Nuevo León, y el PRI en donde pueda colocar “Alito” a sus cuates. Ninguno con políticos con proyección nacional, porque no les interesa jugar en esas ligas, sino administrar sus fichas.
El Plan C y las reformas que habrán de venir
El apabullante triunfo de Claudia Sheinbaum en las presidenciales del domingo abrió la puerta para el final soñado de Andrés Manuel López Obrador, quien encontró en el resultado una señal de aprobación del pueblo sabio hacia una gestión que a últimas hechas venía dando una serie de traspiés que no presagiaban nada bueno.
Desde el inicio de las campañas, la mayoría de las encuestadoras anticipaban el triunfo de Claudia Sheinbaum; lo que siempre estuvo en duda es si la coalición integrada por Morena, PT y PVEM tendría la fuerza para alcanzar una mayoría calificada (el llamado Plan C), que le permitiera echar mano a la Constitución, algo que le fue vedado al partido obradorista durante la presente legislatura.
Hoy, gracias a la contundente victoria de Sigamos Haciendo Historia, el presidente podría, antes de terminar su mandato, ver aprobadas las 20 reformas que había enviado al Congreso para su aprobación y que se encontraban durmiendo el sueño de los justos ya fuera por no tener los votos suficientes, o porque hubieran sido impugnadas ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, órgano que pudiera ser la primera víctima del oficialismo aún antes de que inicie la construcción del segundo piso de la Cuarta Transformación.
Para ver cristalizada esta obsesión López Obrador no necesita siquiera esperar a que Claudia Sheinbaum asuma la presidencia de la República porque los tiempos le favorecen.
La nueva legislatura habrá de dar inicio el próximo septiembre, mientras que López Obrador hará entrega de la banda presidencial el 1 de octubre, un largo mes en el que con un mínimo de discusiones los legisladores aprobaran sin ambages las iniciativas del mandatario saliente, quien así se llevará colgadas todas las medallas a su retiro.
A reserva de hablarlo con su pupila, López Obrador anticipó que abordará el tema de la reforma judicial, y que se sostiene en su idea de que el pueblo elija a los jueces, ministros y magistrados para mantenerlos alejados de los intereses de lo que él ha calificado como una minoría rapaz.
Se anticipa que ya con el poder de diputados y senadores podrá al fin desaparecer a los organismos autónomos, que tanta sombra le han hecho, como el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la información y Protección de Datos Personales (INAI); la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE); el Instituto Federal de Telecomunicaciones (COFECE) y la Comisión Reguladora de Energía (CRE), entre otros.
Es un hecho que también será proscrito el fracking y no se otorgarán más concesiones para la actividad minera a cielo abierto. Revertirá las reformas a las pensiones aprobadas en 1997 y 2007 por Ernesto Zedillo y Felipe Calderón. Integrará a la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa y quizá la más importante, porque facilitaría que su partido se perpetuara en el poder, reducir a 64 el número de senadores y a 300 el de los diputados lo que dejaría sin representatividad a las fuerzas minoritarias.
La sola posibilidad de que estas reformas puedan concretarse inquietó a los mercados que reaccionaron con una caída de la bolsa de 4% y una depreciación del peso de 3%… eso, más lo que se vaya sumando.