Elecciones 2024: Inició la cuenta regresiva

Llega la hora de las definiciones, la próxima semana a esta misma hora ya conoceremos, casi con toda certeza, a la persona que habrá de gobernarnos durante los próximos seis años.

Conoceremos si la decisión de la mayoría de los mexicanos, de entre los que participan, fue insuflar nueva vida a la Cuarta Transformación u optó por un cambio que ciertamente no está definido pero que ofrece una esperanza para quienes pensamos que las cosas pueden hacerse de otra manera.

Quizá la novedad más significativa sea que en esta ocasión los mexicanos no habremos de votar por esos partidos políticos que hoy integran alianzas tan heterogéneas, sino que habremos de pronunciarnos por dos modelos diferentes de país con un electorado muy polarizado producto de la división engendrada desde Palacio Nacional, pero que ha encontrado eco entre los detractores tanto del llamado “populismo” como del calificado “neoliberalismo”.

Ambas fuerzas ya tienen a sus simpatizantes bien definidos y cuantificados, y tienen también una estimación muy aproximada del número de votos que les aportarán, por lo que durante estos tres próximos días que restan de campaña asistiremos a una férrea batalla entre los aspirantes a puestos de elección por captar el voto de los switchers, ese segmento de población que es muchísimo más alto de lo que pudiéramos imaginar, que decide por quien habrá de sufragar hasta el momento de estar con pluma y boleta en la mano en un proceso que se convierte prácticamente en un “volado” en el que entran en
juego factores de todo tipo.

Más allá de papel estelar que ocupa la elección por la presidencia de la República, en esta ocasión la distribución de los asientos en ambas cámaras del Congreso será fundamental. Hoy a diferencia de otras ocasiones en las que se llamaba al voto diferenciado las fuerzas políticas llaman a votar por el “carro completo” sabiendo que es ahí en donde definirá el futuro de las políticas públicas, por experiencia la Cuarta transformación sabe que aún triunfando en la presidencial si no tiene una mayoría legislativa estará atado de manos para concretar las reformas constitucionales que pretende su maestro y guía.

Recordemos que de acuerdo al Artículo 135 de la Constitución, se requiere del voto de las dos terceras partes de los diputados o senadores (según de que fuente de origen provenga la iniciativa) para que una reforma, modificación o adición pueda prosperar, es decir una mayoría calificada.

Hoy son muchas las propuestas provenientes del Ejecutivo que se encuentran pendientes, tan solo durante el 104 aniversario de la constitución, el pasado 5 de febrero, envió 20 la mayoría de ellas sin posibilidades de prosperar durante la legislatura que terminó, pero sí pensadas para heredarlas a los diputados y senadores entrantes partiendo del supuesto que durante la elección de junio obtendrían la mayoría calificada.

Puede que suene romántico, pero es una realidad que el próximo domingo se definirá nuestro futuro, por lo menos el de los próximos seis años, no dejemos que la apatía nos domine y que sean unos pocos los que decidan por toda una nación, venga lo que venga al final todos lo deberemos asumir con responsabilidad.

Contra monopolio de Ticketmaster en EU, ¿y en México?

El jueves pasado, el Departamento de Justicia de Estados Unidos demandó a Live Nation-Ticketmaster por conductas anticompetitivas e ilegales, al monopolizar ilegalmente el mercado de la industria de los conciertos en vivo. De acuerdo a la fiscalía estadounidense, el consorcio de espectáculos controla alrededor del 80% de la venta de entradas a las principales salas de conciertos, más del 60% de las promociones de conciertos, además de gestionar a más de 400 artistas. Una de las prácticas contra las que va la fiscalía estadounidense, son las diferentes tarifas y precios exorbitantes de los boletos.

En noviembre de 2022, Live Nation canceló la venta pública de boletos del concierto de Taylor Swift porque había demasiada demanda y los boletos eran insuficientes. Un mes después, en México se vivió algo peor con el concierto de Bad Bunny en el estadio Azteca, donde miles de personas no pudieron entrar aunque tenían boleto de Ticketmaster.

En el caso de nuestro país, la alianza es de OCESA con Ticketmaster, donde el tema es similar con el alto costo de los boletos, la exclusividad para la preventa de algunos bancos -lo que podría considerarse una práctica discriminatoria-, a lo que se suma la reventa, que no ha disminuido, a pesar de las supuestas medidas adoptadas en su contra por Ticketmaster, la cual niega tener relación con dicha práctica.

A diferencia del Departamento de Justicia de Estados Unidos, la Fiscalía General de la República carece de facultades para investigar y llevar demandas por conductas monopólicas. Lo más cercano a ello es la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece), la cual no parece interesada en investigar el tema de los espectáculos y su venta de boletos. A lo más que se ha llegado ha sido a las quejas atendidas por Profeco para reembolsos.

Es cierto que, al tratarse de una actividad de esparcimiento, nadie está obligado a ir a un concierto. Sin embargo, también lo es que el mercado ya no tiene muchas opciones, pues sabemos quiénes acaparan los principales espectáculos, y al final todo se reduce a disposición y la capacidad económica para pagar un boleto excesivamente caro, al que no se le ve dónde se justifica el precio.

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