En el mes de noviembre tuvimos la celebración de la COP27 en Egipto, una reunión anual que tuvo como objetivo desarrollar estrategias y celebrar acuerdos entre países para disminuir las distintas contaminaciones encaminadas a reducir los impactos del cambio climático.
Otra cumbre ambiental se celebra del 7 al 19 de diciembre. Científicos, expertos y representantes de países están reunidos en Montreal, Canadá, para la COP15 (Conferencia sobre Diversidad Biológica de la ONU).
En esta reunión se busca llegar a un acuerdo histórico y con ello guiar las acciones globales sobre la biodiversidad. La convención debe diseñar un plan retador para asegurar abordar los factores clave en la pérdida de biodiversidad y esto nos ubique en el camino para detener y revertir la pérdida de los recursos naturales para 2030.
En las distintas conferencias en que he participado durante los últimos años, utilizo una ilustración en forma de caricatura.
En ella vemos que a medida en que las olas van creciendo hemos estado preocupados por irlas sorteando, rompiendo o surfeando.
La primera ola, consiste en cuidar las medidas sanitarias y salir de Covid-19; la segunda ola, es una recesión económica; la tercera ola, es el cambio climático; la última y más grande, es el colapso de la biodiversidad en el planeta. Vemos cómo hemos estado enfrentando las olas a través de medidas y reacciones de supervivencia básica.
La metáfora del surfeo nos permite ejemplificar lo que estamos viviendo. Estamos siendo golpeados, si no somos capaces de poder anticipar y leer el conjunto de olas que vienen será fatal la revolcada que tendremos como humanidad. Al final, nos estamos arriesgando y será imposible reparar la tabla y cuerpo.
¿Cómo viene esta última ola realmente? ¿Cómo se encuentra la crisis de la naturaleza? ¿Qué sucede con los recursos naturales? Se ve un declive de la naturaleza provocada por nosotros, los humanos.
Anualmente estamos utilizando el equivalente a 1.6 Planetas Tierra para mantener nuestro estilo de vida. Los ecosistemas no pueden satisfacer nuestras demandas actuales, peor aún, crecientes. El cálculo del día del sobregiro de la tierra, este 2022, fue el 28 de julio.
Este día representa el punto donde agotamos los recursos presupuestados por año, los cinco meses restantes se los tomamos a las generaciones futuras. Un dato impactante, cuando yo nací hace 51 años, el día del sobregiro fue el 30 de diciembre.
En solo 5 décadas hemos acelerado el paso a un ritmo insostenible.
Los datos nos muestran que, en cuestión de la biodiversidad, un millón de los 8 millones de especies de plantas y animales que se estima existen en el mundo están en peligro de extinción. El 75% de la superficie terrestre de la Tierra ha sido alterada significativamente por acciones humanas, incluido el 85% de las áreas de humedales.
El 66% del área de los océanos se ve afectada por las actividades humanas, incluidas las pesquerías y la contaminación. El 90% de las poblaciones de peces marinos en el mundo están totalmente explotadas, sobreexplotadas o agotadas.
Esto nos da una idea de las dimensiones de la próxima ola, la pregunta es ¿Qué características y consecuencias tienen los impactos de la ola por la pérdida y degradación de la naturaleza?
Algunas de las consecuencias más relevantes son: los ecosistemas dañados empeoran el cambio climático, pone en peligro la seguridad alimentaria y coloca en riesgo a personas y nuestras comunidades. Alrededor de 3,200 millones de personas, 40% de la población mundial, se ven afectadas negativamente por la degradación de la tierra.
Las formas convencionales del desarrollo colocan a los animales y humanos en contacto continuo, esto aumenta el riesgo de propagación de las distintas enfermedades, entre ellas el COVID-19. Se estima que alrededor del 60% de las infecciones humanas tienen un origen animal. Por otro lado, cientos de millones de personas están en mayor riesgo por inundaciones y huracanes que incrementan su capacidad de daño debido a la pérdida del hábitat costero.
Entonces, la gran pregunta es ¿Qué debemos hacer para surfear y no ser aplastados por esta última ola? Tenemos que empezar a nadar y acelerar el paso antes del cierre de esta década, para ello deben confluir todos los niveles de gobierno, iniciativa privada, academia y ONG ´s.
Una de las metas de la COP15 es culminar con un Marco Global de Biodiversidad Post-2020, ambicioso y claramente definido que esté acompañado por mecanismos financieros e inversiones en soluciones que tripliquen las acciones de cuidado a la naturaleza, para ello será fundamental la rendición de cuentas y así poder cumplir con los objetivos del marco.
Una meta clave será el cumplimiento del compromiso actual de la humanidad: restaurar al menos mil millones de hectáreas de tierra degradada durante la próxima década. Otro elemento para tomar en cuenta consistirá en el desarrollo de sistemas y cadenas alimentarias sostenibles.
Hace dos semanas mencionaba que era importante asegurar que aquello que se cultive llegue a la mesa para no desperdiciar el 30% de los alimentos que actualmente van a la basura.
Nosotros, los consumidores, tenemos muchas tareas, debemos planear y organizar nuestras compras. Si esto se hace con la suma de los esfuerzos de los 8 billones de habitantes, el impacto será inconmensurablemente mayor y podremos contribuir en el mantenimiento y rescate de la biodiversidad.
Francisco Suárez Hernández es director de Asuntos Corporativos de FEMSA Negocios Estratégicos y Ex Presidente del Consejo del World Environment Center
Correo electrónico: francisco.suarezh