En su primera sesión de enero próximo, el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación deberá elegir a su nuevo presidente y ayer quedó claro que ninguno de los aspirantes quiere cargarse un enemigo. Por las posturas expresadas, hay tres votos en contra y uno a favor del proyecto para declarar inconstitucional la prisión preventiva oficiosa. Este martes sólo necesitan el voto de un ministro para desechar el proyecto, lo cual es muy probable que se dé, con lo que el vecino de la Plaza de la Constitución se dará por satisfecho.
López Obrador ya había cargado con todo y como nunca contra los ministros de la Suprema Corte: manifestó su arrepentimiento por los ministros que eligió y que ya no piensan en el proyecto de transformación, la corrupción de jueces y, lo más reciente, ya en un último amago, dijo que no creía que los ministros se atrevieran a eliminar la prisión preventiva oficiosa, y señaló que sería violatorio de la Constitución al invadir una facultad del Ejecutivo y esperaba la intervención del Legislativo. Argumento de último momento totalmente en contra de la tendencia garantista del Poder Judicial desde hace ya décadas.
Muy callado estuvo Arturo Zaldívar, tan echado para adelante en sus últimos meses como presidente de la Suprema Corte, con su propuesta para homologar en todo el país el tipo penal de feminicidio, o cuando dijo que si ser populista era defender los derechos humanos y a los pobres, entonces sí, era populista. Ayer solo tuiteó que se debatiría con independencia y responsabilidad.
Zaldívar, como muchos, creyó que con complacer en algo a López Obrador, éste lo dejaría en paz. No es así. Con AMLO no hay quid pro quo, agradecimiento, ni satisfacción en las demandas, sólo sometimiento. Esto no parece quedarles claro a los ministros, pues al parecer, quien quiera que sea en quien recaiga la presidencia el próximo año, seguirá la política de agradar al primer mandatario.
Chile: una izquierda sin consolidar
Ni la izquierda está consolidada en Chile, ni su presidente Gabriel Boric tiene el respaldo que originalmente había supuesto. El claro rechazó a la propuesta de una nueva Carta Magna, que suponía la desaparición de la constitución promulgada durante el régimen de Augusto Pinochet en 1980, fue el más claro signo de alerta para un Boric que con nueve meses en el cargo no acaba de solidificarse.
Vienen cambios en el gabinete. Con un electorado tan dividido el presidente chileno tendrá que dar un giro a sus políticas más radicales para dar paso a un gobierno más moderado y plural incluyendo a un mayor número de elementos de sus dos coaliciones, “Apruebo Dignidad” y “Socialismo Democrático” quienes exigen tener mayor influencia en las decisiones de gobierno.
No está de más recordar que en octubre de 2020, 78% de los chilenos se pronunciaron por la renovación de la Carta Magna tras unos fuertes disturbios que colocaron en jaque al entonces presidente Sebastián Piñera. Tras 23 meses de trabajos, la asamblea constituyente presentó una propuesta muy amplia (hablamos de 388 artículos mientras que la nuestra apenas alcanza los 136), pero muy difícil de implementar debido a las numerosas leyes que se tendrían que haber elaborado para su aplicación.
El proyecto validado por Boric se centraba en la ampliación de los derechos sociales, en la protección del medio ambiente, en una paridad de género real, en puestos designados para representantes indígenas, pero sobre todo, implicaba una mayor responsabilidad del gobierno en los programas de bienestar, algo que nos suena muy conocido. Incluso se proponía la coexistencia de dos sistemas judiciales como una forma de inclusión además del concepto de “plurinacionalidad”. En cambio, el documento no fijaba con claridad la definición de propiedad privada y ni siquiera planteaba un modelo económico a seguir.
La juventud de Boric (el más joven de América Latina con 36 años), es su mayor virtud, pero también su mayor defecto, ya que, si bien ha tomado decisiones que a primera vista se muestran erráticas, también se presenta como un político receptivo a las críticas y las propuestas aunque eso muchas veces haya significado dar marcha atrás. El presidente chileno ya dijo que no se dará por vencido, pese que a muchos de los que lo impulsaron a ocupar el cargo le hubieran dado la espalda. Presentará un nuevo proyecto de constitución en el que buscará el apoyo de los partidos políticos.
Razones para entrar a la Bolsa
Ante la salida de empresas del mercado de valores, la Bolsa Institucional de Valores (Biva), a cargo de María Ariza, y la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), dirigida por José Oriol, junto con la Asociación Mexicana de Instituciones Bursátiles (AMIB), presidida por Álvaro García Pimentel, presentarán una iniciativa de reforma a la ley, que haga más atractivo el mercado bursátil y permita su acceso a empresas medianas y pequeñas de manera más ágil y eficiente.
La bolsa no incorpora a nadie desde 2017 y, por el contrario, varias empresas han salido o anunciado su próxima salida, como Grupo Lala, Bio Pappel, Bachoco, Aeroméxico, Sanborns, más recientemente Monex. Cada una por diferentes razones, pero todas ellas debilitan al mercado.
Monex explicó fácil su salida: no le significó mayor financiamiento. Ese debe ser el principal problema a atender de la propuesta que haga el sector, más que facilitar la entrada al mercado.