Otra vez Trump ante una justicia más ciega que nunca
Afecto a las verdades a medias, Trump señaló que fue convocado a reportarse ante el gran jurado en los “próximos” 4 días, plazo que por cierto vencerá en unas horas y que se prevé declinará por así convenir a sus intereses.
Cualquier otro estaría muy preocupado, sin embargo Donald Trump hasta parece disfrutarlo. El domingo por la tarde fue notificado por el fiscal especial Jack Smith, que está siendo investigado por los acontecimientos que llevaron al asalto del Capitolio el 6 de enero del 2021, justamente el día que se certificaría el triunfo en las urnas de Joe Biden.
Buscando el respaldo de sus seguidores y en su característico tono fanfarrón, el magnate decidió revelar esta información a través de sus redes sociales en un mensaje en el que aprovechó sus “otros datos” para dar a conocer que encabeza las primarias republicanas 2024 con el 85.7% de los apoyos y que supera por mucho en las encuestas al presidente Biden, en otras palabras un “no me importa porque igual voy a regresar a la presidencia”.
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Afecto a las verdades a medias, Trump señaló que fue convocado a reportarse ante el gran jurado en los “próximos” 4 días, plazo que por cierto vencerá en unas horas y que se prevé declinará por así convenir a sus intereses. De esta manera el exmandatario romperá un récord para un expresidente al enfrentar su tercer proceso judicial en tan sólo cuatro meses, el más reciente por haber sustraído información clasificada de la Casa Blanca, una vez que se vio obligado a dejar el cargo y uno anterior por haber pagado los “servicios” de una actriz de cine para adultos, aparentemente con dinero desviado de su campaña electoral.
Aún no se han hecho públicos los detalles del proceso por lo que se desconocen los presuntos delitos por lo que Trump habrá de ser encausado, aunque se anticipa que fueron muchas las violaciones a la ley cometidas para obstruir la transferencia del poder en esos primeros días de 2021.
Algunos de sus colaboradores más cercanos, que ya han sido interrogados, habrían hablado incluso de un esquema para anular el proceso electoral y así, de alguna manera que no se explica, mantenerse en el poder; paralelamente podría ser acusado de asociación delictuosa para defraudar a los Estados Unidos y la obstrucción de un proceso oficial (la ya citada certificación de la victoria electo ral de Biden).
El delito más grave del magnate, sin embargo, se encontraría más en el terreno de la ética que de lo legal, habida cuenta de que estando en la Casa Blanca no hizo absolutamente nada para detener a la frenética turba que en ese momento tomaba al Congreso, en lo que estuvo al borde de convertirse en un auténtico golpe de Estado.
Se anticipa que la estrategia con la que Trump habrá de enfrentar estos nuevos cargos no será muy diferente a la utilizada en los dos procesos anteriores, en donde sus abogados han argumentado que se trata de una “cacería de brujas” desatada por el fiscal general Merrick Garland, quien utiliza al fiscal especial para favorecer al presidente Joe Biden durante las elecciones del próximo año.
Ciertamente Trump sabe que con todo no se vislumbran consecuencias para sus acciones, ya que difícilmente la justicia de su país lo encausará, porque sería sumar una nueva mancha a una investidura que él mismo no ha dudado en denigrar las veces que ha considerado necesarias para “salirse con la suya”, no importa el precio que haya que pagar porque finalmente termina cargándolo a crédito.