Todos alrededor de ellos dicen que Ovidio es el hijo consentido de Joaquín, el Chapo Guzmán y cómo no, si es prácticamente igual a él, escurridizo, al menos hasta este jueves, cuando fue detenido por segunda vez, aunque en esta ocasión no apareció el presidente López Obrador para salvarlo, como en la anterior, pues ya sabemos que el tabasqueño detesta las masacres que pueden suscitar un operativo para detener a un capo del narco mexicano.
El “mérito” se lo lleva la Guardia Nacional, a decir del general secretario Luis Cresencio Sandoval, quien lo acreditó de esa forma, aunque de manera muy tardía, confusa y en medio de rumores y falsas noticias que seguramente pondrán al Departamento de Estado americano a volver a evaluar la seguridad del presidente Biden, pues la detención sucede a unos días de que suceda la reunión más importante que haya tenido el gobierno de la Cuarta Transformación con los líderes de sus principales socios comerciales.
Lo que habría de ser un golpe contra la delincuencia organizada ha terminado convirtiéndose en una evidencia de la falta de este gobierno para implementar una política de Estado, en la que la táctica, la comunicación y la política funcionen coordinadamente.
La toma de un aeropuerto internacional no es cosa menor, pero la peor señal es sin duda, que le volvieron a aplicar el mismo operativo de pánico a la población de Culiacán. Me pregunto si en esta ocasión alguien omitió informarle al presidente, antes de que lo fuera a liberar.
Una vergüenza más en el cúmulo de acciones fallidas del Estado mexicano, o no, pero que así se vio.
La Cumbre de Líderes de América y el futuro de los tres
Con menos de dos años para que finalice su periodo presidencial, Andrés Manuel López Obrador busca un liderazgo internacional que en los hechos no ha sabido granjearse.
Bajo la lógica de la mejor política exterior es la política interior, el mandatario ha intentado imponer una visión maniquea en cuyo centro se ubica una 4T de exportación que busca extender sus programas sociales como una forma de enfrentar los problemas de la región.
El presidente de México buscará entre lunes, martes y miércoles, en el marco de la X Cumbre de Líderes de América del Norte con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, mostrarse como un estadista de clase mundial capaz de imponer una agenda que por lo menos en el papel se encuentra lejos de los intereses de nuestros vecinos del norte quienes genuinamente están más preocupados por seis temas clave ya plasmados en la agenda del encuentro trilateral: diversidad, equidad e inclusión; cambio climático y medio ambiente; migración y desarrollo; competitividad en la región; salud y seguridad.
Biden también estará concentrado en el problema del tráfico de drogas, en particular todo lo que tenga que ver con el fentanilo, además de los avances en las discusiones sobre las presuntas violaciones al T-MEC en materia energética.
En esa coyuntura y sabedor de que Estados Unidos sigue siendo una potencia no sólo política sino económica, López Obrador tratará de llevar a Biden a otros terrenos, de ahí que solo a él le hubiera mandado una misiva, que hasta el momento es un misterio, sugiriendole una serie de asuntos a tratar entre los que destacaría la creación de una “Alianza para la Prosperidad de los Pueblos de las Américas”, un extraño híbrido que mezcla la propuesta del finado Hugo Chávez de hacer realidad una América bolivariana, con la génesis de un organismo continental de características similares a la Unión Europea.
Paralelamente le plantearía un plan para hacer frente a la pobreza y la desigualdad, se presume que a través de sus programas insignia “Jóvenes construyendo el futuro” y “Sembrando vida”, lo que según su hipótesis frenaría la migración indocumentada, por supuesto a cuenta del erario de los estadounidenses.
Ni con los tributos ofrecidos va a ser fácil que Biden ceda a las pretensiones de la delegación mexicana. Pese al lenguaje engolado que utiliza López Obrador cada vez que se refiere al mandatario estadounidense, aún están frescas las heridas propinadas en junio pasado, cuando encabezó una revuelta para sabotear la IX Cumbre de las Américas, un foro que era el adecuado para plantear sus propuestas pero que dejó escapar al privilegiar la confrontación. Biden entonces guardó silencio sin embargo el agravio aún no ha sido saldado.
Alcalde de Pachuca en la mira
Sergio Baños Rubio, presidente municipal de Pachuca, todavía no se salva de que lo involucren en la llamada “Estafa siniestra”, el desvío de recursos de la Secretaría de Finanzas estatal a trece municipios -hasta el momento-, y pasado por alto por la Secretaría de la Contraloría, a cargo de César Román Mora, de los muy cercanos al gobernador Omar Fayad Meneses, al igual que Baños Rubio. La realidad es que la investigación a cargo de la Procuraduría General de Justicia de Hidalgo, a cargo de Santiago Nieto, continúa en proceso.
Muy presente en redes sociales, lo cierto es que el munícipe priista ha estado evasivo, viendo cómo aprehendían a otros presidentes municipales por la “Estafa siniestra”, con pocas actividades públicas desde que llegó la nueva administración del gobernador Julio Menchaca y aunque eso sí, viajando en menos de un mes a España, comitiva incluida, una para asistir Smart City Expo World Congress en Barcelona y otra para hermanar a Pachuca con Oviedo.
Para colmo, arrancó el año con los extrañamientos que causa el exponencial incremento de su patrimonio y de otros integrantes de su ayuntamiento, pues de acuerdo al diario AM Hidalgo, Baños Rubio pasó de no declarar ingreso alguno a ganar hasta 3 millones de pesos, de los cuales 2 millones corresponden a un arrendamiento del que no se sabe nada, sin reportar ingresos de la empresa de la que es socio y declarándose propietario de un Porsche, que olvidó incluirlo en su declaración patrimonial inicial y ahora resulta que lo adquirió en 2013. Nada ha dicho Baños, probablemente porque sigue de vacaciones… ¿o escondiéndose?
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