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Plan B: ¿Un traje a la medida?

by El Consejero
INE

Cómo si se tratara de una “cartita” a Santa Claus, los legisladores de Morena en el Senado, se alistan a entregarle al presidente un regalo adelantado de Navidad: la aprobación de una iniciativa de su propia autoría, que le permitirá “meter mano” a los procesos electorales de 2023 y 2024.

Tras su fracaso en conseguir la aceptación de una reforma constitucional de gran calado para modificar al sistema electoral, el presidente deberá conformarse con una reforma a las leyes secundarias suficiente para bloquear la buena labor realizada en los últimos años por el Instituto Nacional Electoral (INE) y crear un entorno favorable para que sus “fichas” puedan avanzar sin mayores obstáculos.

La estrategia es simple y privilegia de antemano la descalificación del árbitro electoral para que en caso de que los resultados no le favorezcan a su partido, tener garantizado un argumento de fraude en el que también se buscaría incluir al Tribunal Electoral.

Para esto se plantea que los órganos distritales se reduzcan de 300 a 260 y que tengan un carácter temporal.

Las llamadas “corcholatas” ya podrán hacer campaña anticipada sin el temor de ser sancionados porque las modificaciones le restan facultados al INE para hacerlo, lo mismo pasa con los funcionarios del Estado quienes ahora estarán en posibilidad de promocionar su imagen sin que esto les produzca alguna afectación.

En la línea del ahorro indiscriminado los procesos electorales comenzarán en noviembre en lugar de en septiembre y desaparecerá el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) que anticipaba resultados a partir de muestras estadísticas, a cambio los cómputos se darán a conocer en tiempo real.

Sin dejo de egoísmo Morena no solo plantea despacharse con la cuchara grande, sino también favorecer a sus aliados del Partido del Trabajo y del Partido Verde a los cuales podría transferir parte de sus votos en caso de candidaturas comunes para evitar que pierdan su registro, pese a las evidencias de que son negocios familiares que le costaron al Estado una cantidad superior a los tres mil millones de pesos en los últimos cuatro años, justo la cantidad que se pretende recortar al INE.

Sobre este último punto el presidente se dijo sorprendido porque esta idea no había sido facturada por él, al parecer a río revuelto los diputados trataron de jalar agua para su molino, lo que no fue del agrado de López Obrador.

Mientras el jefe de Estado presiona para irse de vacaciones con el problema resuelto, al presidente de la Junta de Coordinación Política (JUCOPO) en el Senado, Ricardo Monreal, parece no correrle el tiempo, ya dijo que se le imprimirá mayor análisis de lo ocurrido en la Cámara baja, la cuestión es que a últimas fechas el liderazgo de Monreal ha sido severamente cuestionado por sus correligionarios por lo que podría presentarse un cisma de un momento a otro de consecuencias impredecibles en el seno de Morena.

Esta semana será clave para el futuro político de México, se tomarán decisiones que seguramente terminarán en la Suprema Corte de Justicia de la Nación y que abonarán a una polarización aún más peligrosa que a la que hoy estamos enfrentados.

Coparmex, la diferencia de los organismos empresariales

Por unanimidad de los presidentes de los 68 centros empresariales, fue reelecto José Medina Mora Icaza como presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) a nivel nacional para un nuevo periodo, correspondiente al año 2023.

Con el transcurrir del presente sexenio, los organismos empresariales parecieran decantarse entre el bajo perfil y la complacencia, entre quienes si no tienen nada bueno que decir mejor se guardan su opinión, y los que hasta se hicieron presentes en la manifestación dominical para aplaudirle al presidente López Obrador, como Francisco Cervantes, del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) y Antonio del Valle, del Consejo Mexicano de Negocios.

Aquella asistencia de los presidentes del CCE y del CMN fue motivo de llamada de atención de parte de José Medina Mora, quien exigió a los representantes de los organismos empresariales abstenerse de asistir a marchas, manifestaciones o eventos políticos.

Francisco Cervantes, del CCE, justificó diciendo que fue al informe del Zócalo, no a la marcha, y asistió en su papel de interlocutor, como si por ir a escuchar el discurso fuera a quedar ajeno al ejercicio de músculo político y derroche de recursos públicos de aquel domingo.

Eso sí, en encuentro reciente del Consejo Mexicano de Negocios con el presidente, Antonio del Valle aprovechó para hacerle ver sus preocupaciones por el llamado plan B de la reforma electoral, lo cual seguramente recibió de López Obrador la misma atención que un llamado a misa.

Para López Obrador la clase empresarial es un mal necesario, un sector que dice apoyarlo ahora porque no le queda de otra, pero que sabe que no sólo le darán a espalda, sino que lo destruirán al primer error, a la primera oportunidad que tengan.

Por eso no duda en usarlos y en maltratarlos mientras puede, y éstos en aguantar y ser pacientes hasta que termine el sexenio.

Sin llegar a la confrontación abierta ni caer en la lambisconería ni en la cercanía innecesaria, José Medina Mora ha sabido plantear las demandas y posicionamientos del sindicato patronal dando el lugar que merece, abierto al diálogo y sin concesiones a un estilo de hacer política que exige y exprime, y da poco o nada a cambio.

Ya llegará el día para evaluar quiénes estuvieron de qué lado de la historia en los días de la 4T.

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