Por: Dr. Francisco Suárez Hernández. Director de Asuntos Públicos y Relaciones Estratégicas FEMSA y Asuntos Corporativos Negocios Estratégicos y División Salud. Ex Presidente del Consejo […]
Por: Dr. Francisco Suárez Hernández. Director de Asuntos Públicos y Relaciones Estratégicas FEMSA y Asuntos Corporativos Negocios Estratégicos y División Salud. Ex Presidente del Consejo del World Environment Center.
Tenemos algunos datos cruzados muy reveladores para iniciar la columna semanal, donde la mitad del producto interno bruto del mundo depende moderada o altamente de la naturaleza, según un informe del Foro Económico Mundial “WEF” de 2020.
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Por otro lado, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha confirmado que 2023 fue el año más caluroso registrado por un rango muy claro y ha advertido que se rompieron récords climáticos en cuanto al calor de los océanos, incremento del nivel del mar, gran pérdida de hielo marino en la Antártida y el retroceso de los glaciares.
Impactos económicos
A menudo hablamos del impacto de la actividad humana y el Cambio Climático, en términos de incremento de temperatura global, sequías, impactos negativos en los océanos, los bosques y los suministros de agua dulce; pero a manera que apenas estamos comenzando a medir, el cambio y fenómenos climáticos extremos, tiene una serie de impactos económicos significativos, entre los cuales se incluyen:
Pérdidas en la agricultura, debido a cambios en los patrones de precipitación y temperatura y cruzado con variables de la disminución de los insectos que polinizan los cultivos y su impacto en la productividad.
Costos adicionales para la adaptación de infraestructuras y edificaciones a condiciones climáticas cambiantes, con el claro ejemplo del incremento del aumento del nivel del mar podría desencadenar inundaciones costeras.
Aumento en los costos de salud relacionados con enfermedades vectoriales (transmitidas por vectores como mosquitos, garrapatas y moscas) y enfermedades respiratorias debido a cambios en la calidad del aire.
Pérdidas en la industria del turismo por causa de fenómenos climáticos extremos y cambios en los destinos turísticos, donde aquí en México estamos viviendo la reciente consecuencia del huracán Otis en Acapulco, donde cada vez, tenemos más y más fuertes huracanes por temporada.
Mayor incidencia de desastres naturales como inundaciones, sequías y tormentas, lo que conlleva a costos de recuperación y reconstrucción, lo cual tiene una factura mucho más alta de reaccionar ante la incertidumbre de estos.
Impacto en la disponibilidad y calidad del agua, lo que puede afectar la producción industrial y agrícola, de la mano con el desarrollo económico.
Pérdidas en la biodiversidad y los ecosistemas, como el blanqueamiento en los arrecifes de coral del mundo causado por temperaturas más cálidas prolongadas del agua, lo que puede afectar sectores como el turismo y la industria pesquera.
Aumento en los costos de seguros, con motivo de una mayor frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos.
Reducción de la disponibilidad de recursos naturales, base para la generación de energía, lo que puede afectar los costos de estos y sobre eso ya tenemos una fuerte presión donde si no se pone en línea más energía relativamente pronto, grandes partes del EUA podrían correr el riesgo de sufrir apagones, según un informe reciente de la Corporación de Confiabilidad Eléctrica de América del Norte y este efecto ya lo vivimos, en buena medida en muchos países de América Latina, donde es clave seguir apostando en acelerar la capacidad instalada de energía renovable.
Cambios en la distribución geográfica de especies, lo que puede afectar la pesca y la agricultura directamente.
Aumento en los costos de transporte a causa de fenómenos climáticos extremos y cambios en las rutas comerciales, donde un claro ejemplo es el Canal de Panamá, donde una sequía prolongada ha llevado al operador del canal a reducir el número de cruces, lo que ha provocado esperas más largas. Los peajes que pagan los barcos son ahora aproximadamente ocho veces más costosos de lo normal.
Impacto en la disponibilidad y precio de alimentos, debido a cambios en la producción agrícola.
Aumento en los costos de tratamiento de aguas residuales porla mayor frecuencia de inundaciones, así como la concentración de residuos sólidos.
Pérdidas en la industria forestal, con motivo de la deforestación y los incendios forestales.
Mayor inestabilidad financiera en virtud de la volatilidad en los precios de los productos básicos afectados por el clima.
Reducción en la inversión y el desarrollo de proyectos, en áreas vulnerables al cambio climático.
Aumento en los costos de seguridad y protección civil para hacer frente a los riesgos asociados al cambio climático.
Disminución en la productividad de la pesca debido a cambios en la temperatura y la acidificación de los océanos.
Pérdidas en la producción de energía hidroeléctrica, por causa de la disminución en la disponibilidad de agua en algunas regiones.
La intención de la columna de la presente semana es simplemente dejar un llamado a emprender acciones sostenibles en cada sector y seguramente en este listado de ejemplos que mencioné tendrás en lo individual, como compañía, sector público o privado alguna afectación ya en proceso o en un futuro no muy lejano, donde mi reflexión y pregunta es:
¿Cómo queremos pagar la factura del cambio climático?
Mi invitación es crear un plan sostenible en cada trinchera que participes para que tengamos un plan proactivo sostenible y que ya NO sea reactivo, para: