Al Consejo Nacional de Morena se llegó con todo planchado, con reglas generales y cronograma definidos, prácticamente conforme a cómo lo delineó el presidente Andrés Manuel López Obrador en aquella cena previa en El Mayor, y con la formalidad que debía darle Alfonso Durazo como presidente de dicho consejo. Mario Delgado había prometido una sorpresa a su arribo al consejo. Probablemente se refería a que se vio cómo puede ser irrelevante un presidente de partido en un momento clave.
Marcelo Ebrard salió a decir en redes que estaba contento porque habrá separación de los cargos, competencia real, encuesta abierta con simulación de boleta y “nos va a ir requetebién y todo va a estar bien”. Noticia hubiera sido que dijera lo contrario o algún atisbo de inconformidad. No lo habrá.
El show de esta semana será de renuncias y licencias, cerrando el viernes con el registro de aspirantes y sus respectivas cargadas, al más viejo estilo priista. Veremos en qué queda la prohibición a quienes ocupan cargos de elección popular o funcionarios con militancia partidista a manifestarse en favor de alguna o algún aspirante. De entrada y para no ir más lejos en la violación de las reglas acordadas, aunque el periodo de campaña empezará el 19 de junio, Claudia Sheinbaum ya convocó a un evento de rendición de cuentas en el Monumento a la Revolución el jueves 15 ¿Alguien duda de que eso sea un acto proselitista? ¿Alguien reclamará o todos se harán de vista gorda ante sus flagrancias? ¿Qué sanción habrá si es que la hay contra los aspirantes y simpatizantes? ¿Quién y con qué dinero se van a pagar esas campañas?
Sin vergüenza alguna se anuncian renuncias sin rendición de cuentas de lo que hicieron, de los pendientes que dejan, como si la Ciudad de México, las políticas exterior e interior marcharan de maravilla. Prácticamente como si fuera un privilegio y motivo de agradecimiento tenerlos de aspirantes a la Presidencia por el solo hecho de ser.
Y, si todo sale bien de aquí al 6 de septiembre, viene un periodo en que la ganadora o ganador tendrá el cargo partidista de Coordinador de Defensa de la Transformación, por lo menos hasta la fecha que fije el Instituto Nacional Electoral (INE), para el registro de candidatos, que podría ser a mediados de febrero de 2024. Y todo puede pasar en esos cinco meses en que el vencedor estará en una zona nebulosa en potencia de ser, pero todavía no, candidato oficial, y máxime con un presidente que no sólo no va a soltar el poder, sino que seguramente seguirá dejando instrucciones para la siguiente administración, dando por hecho claro, que Morena seguirá gobernando otros seis años a México.
Trump otra vez en el banquillo de los acusados
Siempre ávido de acaparar las primeras planas, Donald Trump domina hoy el panorama de los medios de comunicación a escasas horas de que se presente ante un tribunal de Florida, enfrentando 38 cargos entre los que destaca no solo la posesión indebida de archivos clasificados sino también su negativa para reintegrarlos a su legitimo dueño, el gobierno de Estados Unidos.
Los documentos en cuestión fueron encontrados en su propiedad de Mar-a-Lago, en Palm Beach, Florida, una especie de residencia-club para miembros exclusivos a donde el magnate suele dirigirse cuando decide tomarse un tiempo de descanso. Ahí, de acuerdo a los investigadores, se encontraron 11 mil documentos, más de 100 de ellos con el sello de clasificados y muchos de estos bajo el estatus de ultra secretos, por lo que no son descabelladas las acusaciones de conspiración, obstrucción de la justicia, declaraciones falsas e incluso violaciones a la ley de espionaje.
A Donald Trump le faltó muy poco para convertirse en un autócrata durante su gobierno, solo la resistencia demócrata junto a un puñado de republicanos se lo impidió, sin embargo, hoy sus justificaciones siguen siendo las mismas de entonces: él es inocente, se trata de un complot en su contra para frenar su campaña para regresar a la Casa Blanca toda vez que encabeza las encuestas no sólo sobre el presidente Joe Biden sino sobre sus rivales republicanos. Lo terrible es que aún convirtiéndose en el primer ex presidente acusado por un delito federal, además comprobable, nada le impide seguir contendiendo por la candidatura republicana, es más, encontrarse en el banquillo de los acusados ha surtido un efecto positivo entre sus seguidores ultra conservadores quienes lo visualizan como una víctima del sistema.
A diferencia de lo que ocurrió en marzo pasado, cuando fue acusado en un tribunal de Manhattan, Nueva York, de comprar el silencio de una actriz porno con dineros de campaña, esta vez el magnate no podrá argumentar que el jurado le es adverso ya que se realiza en Florida, un estado que votó abrumadoramente por él en los procesos electorales de 2016 y 2020.
Es difícil entender como llegó Donald Trump a este punto, que utilidad le representaba primero extraer los documentos, y luego negarse a entregarlos. En su edición del lunes, el diario The New York Times publicó un interesante análisis de Maggie Haberman quien fue parte del equipo que ganó el premio Pulitzer en 2018 por informar sobre los asesores del presidente Donald Trump y sus vínculos con Rusia. Sus conclusiones revelan más que una actitud una patología por parte del expresidente. Trump consideraba los documentos como suyos, era parte de su negación al hecho de que había dejado de ser el presidente, como lo refleja el hecho que en Mar-a-Lago haya mandado poner una replica del escritorio Resolute en el que despachó durante su estancia en la Casa Blanca. Paralelamente los veía como parte de su colección de trofeos exóticos acumulados a lo largo de su vida, lo cual no quiere decir que ignorara su importancia estratégica ya que incluso en distintas ocasiones se le vio alardear ante diferentes grupos de oyentes sobre el poder que le daba poseerlos.
De cualquier modo, hay que resaltar el desprecio mostrado hacia una constitución a la que juró respetar, algo que al parecer se está volviendo una costumbre entre muchos mandatarios del continente.