Señales
El efecto lógico y moderado que tuvo la aplastante victoria electoral de la izquierda en México en los mercados financieros era tan esperado como las […]
El efecto lógico y moderado que tuvo la aplastante victoria electoral de la izquierda en México en los mercados financieros era tan esperado como las felicitaciones a la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, quien ganó por margen indiscutible y sin dejar espacio a las acusaciones de fraude electoral de parte de algún sector de la población.
Sin embargo, la excandidata morenista, hoy presidente virtual, no debe olvidar que las señales que mande o no, tanto a la sociedad, como a los mercados y al exterior, serán interpretadas e incidirán en su futuro gobierno.
Por eso tampoco es extraño que el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, haya salido a ratificar la línea económica que mantendrá el gobierno de Sheinbaum, que no es otra que la que han tenido los gobiernos anteriores, como quiera que se hayan calificado en la brújula ideológica de centro, derecha o izquierda.
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Sheinbaum ya está gobernando y tiene que ser muy cauta, estratégica e inteligente para sobreponerse a una administración, que si bien ha tenido sus triunfos al estrechar la brecha económica entre los mexicanos, también estuvo obsesionado con la construcción de obra monumental (el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles) lo que comprometió en gran medida a las finanzas públicas.
Hoy flota en el aire la pregunta de qué tanto podría ser su gobierno de similar al actual, pues para muchos no ha cumplido con las promesas de campaña y mucho más… para convertirse en una verdadera transformación. El proyecto de la 4T sigue en la cabeza y en el corazón de algunos, que a fuerza de repetir un lema lo han llegado a convertir en un mantra, pero que no es una realidad.
En pocos días iremos atestiguando cómo y en quiénes se concentra el inicio de la administración de la primera presidenta de México y habrá de obedecer a una generación distinta, con otros alcances y entendimiento de un país muy importante en la escena mundial, que está obligado a competir en todos sentidos y cuya deuda social ha comenzado a saldarse.
Más que aventurarse a soltar nombres y listas creíbles o que suenen adecuadas, quien tendrá la última palabra será Claudia Sheinbaum y el equipo de personas que la acompañen en demostrar lo que se puede lograr con trabajo e inteligencia, sin traicionar una ideología.
Una esperanza sin razón para la oposición
En las últimas horas han pululado una serie de especulaciones en las redes sociales que hacen suponer un fraude de proporciones descomunales en el proceso electoral del domingo pasado. Una teoría de la conspiración que involucraría tanto al organismo electoral como a los diferentes actores políticos.
Un rosario de sofismas que pretenden alentar entre los frustrados seguidores de la coalición Fuerza y Corazón por México que el resultado se podría incluso revertir, una ilusión que no se sustenta ni con la realidad ni con los resultados que se han dado a conocer hasta el momento.
Como si se tratara de una escena de locos, se suceden las cadenas a través de Whatsapp, Instagram, Tik Tok y Facebook en las que se incita a la defensa de un voto que, siendo honestos, no se reflejó en las urnas y que, por inexplicable que les parezca a muchos, le dio el triunfo al partido oficial y sus aliados del Partido del Trabajo y del Verde Ecologista.
Si bien los programas sociales fueron un factor de peso a lo largo del proceso electoral, lo cierto es que, de acuerdo a encuestas como la publicada por el diario El Financiero, no sólo los beneficiarios de estos se inclinaron por Claudia Sheinbaum, la clase media también se pronunció por el partido oficial y una muy buena parte de los profesionistas.
Lo paradójico de está reacción de “sorpresa” es que los datos estuvieron siempre ante nuestros ojos. Todas las encuestadoras daban como favorita a la morenista por un margen menor al que obtuvo; paralelamente la popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien finalmente apadrina este movimiento, siempre estuvo por encima de los 50 puntos, lo que significa que aún con los altos índices de inseguridad, el deterioro en el sistema de salud, el adoctrinamiento en las escuelas primarias y los notables casos de corrupción la mayoría de los ciudadanos sigue viendo a la Cuarta Transformación como el camino por el que habrá de mejorar su vida y la de sus familias.
Sin necesariamente calificarse como una elección de Estado, fue evidente el involucramiento del presidente a lo largo de la contienda, quien tres años antes ya había puesto a competir a sus mejores “gallos” para sucederlo; sin embargo, más allá de las quejas, nadie hizo nada para detenerlo y la única que se atrevió fue ungida por la oposición, sin pensarlo, como candidata a la presidencia de la República sin ponerle mucho “pero” a sus cartas credenciales. Así nada más no se puede.
Este miércoles se inició el recuento de los votos, el 60% de los sufragios deberá pasar por este proceso de acuerdo a la Ley Electoral de 2007-2008. Xóchitl Gálvez anunció que solicitarían que fuera el 80%.
No se anticipan grandes cambios, tal vez en algún asiento en la Cámara de Diputados o en el Senado, el viernes se estaría finalizando el recuento y el domingo, ya con los datos oficiales, Claudia Sheinbaum sería ungida como presidenta electa, lo demás… Lo demás son cuentos de hadas.