Una sociedad resiliente

El sistema penitenciario en México, aunque se estableció constitucionalmente en 1917, ha enfrentado una trayectoria marcada por numerosos desafíos y críticas constantes. A menudo, al escuchar la palabra “prisión”, se evoca la idea de “escuela del crimen”, lo que genera un estigma que dificulta la percepción de la reinserción social de las personas privadas de libertad. Este concepto invita a una reflexión profunda sobre la función de las prisiones en nuestra sociedad y el potencial de transformación que reside en cada individuo.

En un intento de buscar soluciones rápidas a problemas complejos, derivado de la percepción de que la reinserción social esta alejada de la capacidad real del sistema penitenciario, lleva a muchos a abogar por medidas más severas, como la pena de muerte. Sin embargo, esta visión no solo limita el potencial de cambio en las personas, sino que también plantea preguntas fundamentales sobre la justicia y los derechos humanos. 

Es por ello que un enfoque integral y colaborativo entre sociedad civil, sector empresarial, instituciones educativas y gobierno es fundamental para lograr un impacto significativo en la efectividad de la reinserción social y en la construcción de comunidades más seguras. 

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Un ejemplo inspirador de transformación es el movimiento Diseña el cambio, el cual surge con el objetivo de que niñas, niños y jóvenes, a través de ideas innovadoras, encuentren soluciones a los retos de su entorno mediante cuatro sencillos pasos: siente, imagina, haz y comparte. Dicho programa nace en 2009 en la India y en 2015 obtiene el reconocimiento de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como una de las iniciativas más grandes a nivel global (con la participación de más de 60 países) para promover el cambio social en alineación con los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. 

Al ser una metodología de aplicación universal, en 2016 se adaptó a los Centros de Medidas para Adolescentes en Conflicto con la Ley en México, siendo nuestro país el pionero en el tema, a través de una convocatoria denominada “Somos el Cambio PyRS”.  A la fecha, se han realizado 9 ediciones involucrando a casi mil jóvenes y dando vida a 153 proyectos de 28 diferentes Centros. Estas acciones han abarcado desde la rehabilitación de áreas verdes, espacios deportivos, salas de cómputo, bibliotecas hasta programas de concientización, reciclaje, reforestación, campañas de salud, rescate de animales, juntas con la comunidad, eventos culturales y visitas de escuelas y asociaciones. 

La inclusión de diversos sectores de la sociedad actúa como una poderosa herramienta de prevención primaria, creando entornos que disminuyan la probabilidad de conductas delictivas. Uno de los proyectos que resume lo anterior, es el realizado en el Centro Regional de Ejecución de Medidas para Adolescentes de Reynosa, Tamaulipas, en la que los jóvenes invitaron a estudiantes de educación superior a que les donaran un libro que hubiera impactado positivamente su vida y compartieran con ellos su experiencia. Esta conexión tuvo un efecto transformador, no solo ampliando el acervo bibliográfico del Centro, sino también promoviendo el hábito por la lectura, así como la empatía y solidaridad entre los jóvenes. 

Al aplicar esta metodología los adolescentes en conflicto con la ley descubren su capacidad para transformar positivamente su entorno, desarrollando herramientas como el pensamiento creativo, sentido de colaboración, comunicación asertiva, trabajo en equipo, así como capacidades de liderazgo, autoestima y responsabilidad. En esencia, busca conectar la creatividad con la lógica para abordar desafíos complejos de manera efectiva e innovadora.

Al abrazar esta misión colectiva, no solo les brindamos una oportunidad de redescubrirse y crecer, sino que también sembramos la semilla de que pueden transformar su realidad, la de su entorno y la de su comunidad haciendo del mundo un lugar mejor.

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