Autor: Washington López
El oro, refugio por excelencia en tiempos de incertidumbre, ha brillado con fuerza en 2024. Su precio ha subido más del 25%, alcanzando máximos históricos. Los recortes de tasas de interés, la creciente demanda de los bancos centrales y el robusto apetito desde Asia, han sido clave en su ascenso.
A esto se suman las tensiones geopolíticas y la incertidumbre previa a las elecciones en Estados Unidos, consolidando al oro como el activo seguro predilecto para los inversionistas en un entorno volátil.
El resplandor tras el corte
Durante este año, la Reserva Federal decidió recortar las tasas en dos ocasiones, primero en septiembre y luego en noviembre, llevándolas a un rango objetivo de entre 4,5% y 4,75%. ¿Por qué este ajuste beneficia al oro? En ese sentido, tasas más bajas suelen reducir el costo de oportunidad de invertir en activos que no generan rendimiento, como el oro mismo. En consecuencia, el metal se ve fortalecido, pues su atractivo aumenta cuando las tasas de interés se suavizan.
Las proyecciones de la Reserva Federal anticipan recortes de 100 puntos básicos en 2025 y otros 50 en 2026, situando la tasa en torno al 2,9% para 2026-2027. Goldman Sachs prevé una reducción gradual hasta un rango de 3,25%-3,5% en 2025.
Aunque estos ajustes podrían cambiar según la economía y la inflación, la expectativa de tasas más bajas perfila un escenario favorable para el oro, dada su alta sensibilidad a la relajación monetaria y a entornos de menores rendimientos.
¿Cómo ha reaccionado el oro?
No es la primera vez que el oro reacciona positivamente a políticas expansivas. En 2022, tras una conferencia del IMEF en México, anticipamos su alza de 1,650 a 2,500 dólares, una proyección que se cumplió. Esto refuerza cómo el oro responde a recortes de tasas y a tensiones económicas globales.
Al mirar atrás, vemos patrones claros. En 2001, la FED redujo las tasas de 6.5% a 1.75%, lo que coincidió con un repunte del oro. En 2008, la crisis financiera llevó las tasas del 5.25% al 0.25%, impulsando al metal hacia máximos históricos.
Durante la pandemia de 2020, las tasas llegaron prácticamente a cero y el oro superó los 2,000 dólares por onza. Estos episodios confirman una tendencia histórica: cuando la FED reduce tasas, el oro actúa como un escudo confiable frente a la volatilidad y la incertidumbre económica.
La fiebre dorada del banco central
Los bancos centrales incrementaron su interés por el oro en 2024, impulsados por factores geopolíticos y diversificación. Polonia añadió 69 toneladas en diez meses, India quintuplicó sus compras y China reanudó adquisiciones en noviembre, fortaleciendo una tendencia histórica de acumulación del metal.
En la primera mitad del año, las compras alcanzaron 483 toneladas, superando las 460 de 2023. UBS proyecta que podrían superar las 900 toneladas en 2025, impulsadas por la desdolarización. Sin cambios a la vista, el oro consolida su papel clave en las reservas globales.
¿Qué esperar en 2025?
El oro está en una trayectoria alcista muy fuerte. Coincidimos con Goldman Sachs en que el metal podría alcanzar niveles de entre 3,250 y 3,500 dólares por onza en 2025. Y con voces como la de Robert Kiyosaki que proyecta que superará los 5,000 dólares para 2027, impulsado por un ciclo de onda 5.
Las tasas de interés a la baja, el apetito renovado de los bancos centrales y la incertidumbre económica global refuerzan nuestra confianza en el potencial del oro. A nuestro juicio, los precios actuales son una oportunidad irrepetible para posicionarse en un activo que, todo indica, seguirá en ascenso.