80% de las adultas mayores no tienen acceso a una pensión en México

A medida que la población mundial envejece, se reducen sus posibilidades de seguir trabajando, sin embargo, en países como México, las adultas mayores deben buscar opciones para seguir generando ingresos que les permitan hacer frente a los desafíos de la vejez.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en México hay 15.4 millones de adultos mayores de 60 años y se estima que para 2050 esta población llegue a 33.3 millones. El 42% son económicamente activos y cerca del 70% padecen algún tipo de discapacidad que limita su inclusión en el mercado laboral.

Las mujeres que se encuentran es este rango de edad siguen siendo más vulnerables que los hombres, ya que solo un 20% de ellas cuenta con pensión para enfrentar su vejez, comparada con el 40% de los hombres, según cifras de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar), lo que las orilla a seguir trabajando, a pesar de ser beneficiarias de programas de apoyo al adulto mayor que otorga el gobierno.

Trabajan en el sector informal

Las mexicanas que se encuentran en la tercera edad, en su mayoría, tienen la responsabilidad del cuidado de los nietos o bien de personas con alguna discapacidad, sumado a que un alto porcentaje de ellas son jefas de familia, por ello, se ven en la necesidad de continuar trabajando después de los 60 años, sobre todo en el sector informal.

Las trabajadoras se desenvuelven en su mayoría en actividades relacionadas con el trabajo doméstico como el aseo de casas u oficinas, así como la venta de alimentos, ropa o calzado. Además, dedican más horas al trabajo que los hombres, sin embargo, obtienen salarios más bajos en comparación de ellos; adicionalmente, suelen tener menores oportunidades para acceder a cargos de liderazgo.

El reto de dignificar los derechos de las mujeres mayores

Datos del Consejo Nacional de  Población (Conapo) muestran que las mujeres de la tercera edad que continúan trabajando, lo hacen principalmente para mantenerse activas, en tanto que otras señalan que por los bajos salarios que perciben durante su vida laboral, no logran reunir los requisitos para su jubilación lo que retrasa su salida del mercado laboral.

Adicional a lo anterior, un alto porcentaje refiere que trabaja para poder solventar los gastos que se generan debido a los problemas de salud que enfrentan por la edad, dado que un 70% no cuentan con seguridad social.

Según el Inegi, el 53% de los adultos mayores que trabajan perciben un salario entre los 2 mil 500 y 6 mil pesos al mes; sin embargo, las mujeres llegan a percibir salarios inferiores a estos.

Brecha salarial y de edad

Cabe mencionar que esta situación de desigualdad se agudiza conforme aumenta la edad de las mujeres, ya que además de lo anterior, también suelen enfrentarse a la brecha que existe en torno a la edad, ya que cuando buscan incorporarse a un nuevo empleo son excluidas por no encontrarse dentro de los rangos de edad solicitados por las empresas, y en el mejor de los casos son contratadas con menores salarios, para desempeñar tareas de menor jerarquía.

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se estima que una de cada dos personas en el mundo se enfrenta a la discriminación por su edad, lo que ocasiona afectaciones a la salud emocional y mental de quienes la padecen, ya que pierden la confianza en sí mismas, y puede generar problemas de depresión y ansiedad.

Condiciones laborales precarias

Por otro lado, entre la población prevalece la idea errónea de que los adultos mayores son menos productivos dado que con la edad pierden ciertas habilidades, así como la agilidad para desempeñar determinadas tareas; no obstante, han demostrado su disponibilidad para seguir vigentes en el entorno laboral, incluso, como mencionamos anteriormente, por necesidad se ven obligados a aceptar condiciones laborales precarias.

De igual manera, no se debe dejar de lado que las personas mayores buscan sentirse útiles, de hecho, especialistas en salud señalan que es importante que las personas de la tercera edad se mantengan activas, a fin de evitar que su salud física, mental y emocional se vea deteriorada.

Finalmente, si bien existen políticas públicas de protección a mujeres y adultos mayores, aún queda camino por recorrer para mejorar las condiciones de vida de este grupo poblacional. Permitir que las mujeres de la tercera edad participen en el mercado laboral, contribuye a cerrar la brecha laboral, de género y de edad que desafortunadamente prevalece en diferentes ámbitos, incluido el familiar.

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