Reforma judicial: anécdotas y procedimiento
Este martes, por votación mayoritaria y a propuesta de Norma Piña, los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación suspendieron la sesión […]
Este martes, por votación mayoritaria y a propuesta de Norma Piña, los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación suspendieron la sesión del pleno en solidaridad con el paro de labores del personal del Poder Judicial de la Federación. Desde su llegada al estacionamiento de la sede de Pino Suárez 2, hubo porras y aplausos para la ministra presidenta. Desafortunadamente, fuera de las anécdotas emotivas, lo único que resta es esperar.
A pesar de las presiones nacionales e internacionales en contra de la reforma judicial, así como buscarle todas las posibilidades legales y aritméticas para impedir la mayoría calificada de Morena, Verde y PT, todo se perfila para que todas las reformas contenidas en el Plan C se aprueben en septiembre o por lo menos en el primer periodo de sesiones de la LXVI Legislatura.
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Todas menos una. En la reunión plenaria con diputados y según la versión de su futuro coordinador, Ricardo Monreal, la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, anunció que ella enviará una iniciativa de reforma electoral propia, porque la que envió en su momento el presidente López Obrador no fue dictaminada y se desechará por tiempos legislativos, algo que por lo visto no sabían los futuros diputados. Asimismo, Sheinbaum habría pedido no precipitarse con la reforma judicial, pero no porque quiera que pospongan la aprobación, sino por cuidado con los procedimientos legislativos, de acuerdo con el zacatecano.
Por el parafraseo de Monreal a la futura mandataria, ésta tiene claro que la impulsividad es contraproducente y que legislar correctamente no necesariamente se les da a los legisladores, como fue con las 20 reformas a diversas leyes que aprobaron senadores de Morena y aliados el último viernes de abril del 2023, sin la presencia de la oposición, sin consultas, acelerando procesos o tomándole protesta a senadores suplentes al vapor para lograr el quórum… curiosamente todo operado por Monreal, quien muy orondo habla hoy de cuidar el proceso. El resultado de aquel conocido como “viernes negro”: todas las reformas fueron impugnadas con sendas acciones de inconstitucionalidad refiriendo las irregularidades en el procedimiento legislativo y han ido cayendo una a una en la Suprema Corte.
Entonces, cuando Sheinbaum habla de no apresurar la reforma judicial, no es por recular, no hay que hacerse ilusiones-, sino por evitar desaseos que dejen resquicios para una impugnación. La presidenta electa no quiere anécdotas como el “viernes negro”.
Finalmente, de algo sirve tener a Arturo Zaldívar de su lado.
México, Estados Unidos y Canadá: Otra vez al borde del abismo
Habrá que esperar al juicio de la historia para calificar en toda su extensión a la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, sin embargo, lo que sí está claro desde ya, es el mal tino con el que manejó, y aún sigue manejando, la política exterior, y que conste que no es por culpa de la cancillería.
El presidente inició su mandato peleando con España y lo termina entablando una disputa con sus principales socios comerciales, Estados Unidos y Canadá, con lo que prueba una vez más que su imprudencia no tiene ni límites ni fronteras.
Pese a afirmar lo contrario, de entre nuestros mandatarios contemporáneos, López Obrador ha sido el que en más ocasiones se ha pronunciado, al grado de incidir, en los asuntos de terceros países; sin embargo, siempre ha mostrado la piel muy delgada cuando de su gobierno -que no necesariamente de México-, se trata y ese es el caso de su polémica reforma al Poder Judicial que ha provocado que más de una nación democrática levante la ceja.
El diferendo comenzó justamente hace una semana cuando Ken Salazar, embajador de Estados Unidos en México, osó declarar lo que para muchos es más que evidente, que “la elección directa de jueces representa un riesgo para la democracia en México”, horas después Canadá, a través de su embajador, Graeme Clark, se sumó al posicionamiento al asegurar que los inversionistas de su país se encuentran preocupados porque necesitan un sistema de justicia funcional que les dé certeza cuando se presenten controversias.
Lejos de actuar con la serenidad y sensatez que requiere un estadista y atender el recelo de los países que junto con el nuestro participan del T-MEC, López Obrador ha ido escalando el conflicto, primero enviando a ambos embajadores a la congeladora hasta que termine su mandato o presenten una disculpa, y luego arrastrando a la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, a una aventura de la que él mismo habrá de desentenderse en poco más de un mes, porque es ella quien a final de cuentas tendrá que desenmarañar este entuerto.
El problema no es menor. En 2026, ya con nuevos mandatarios, el T-MEC tendrá su primera revisión. Las inquietudes tanto de Estados Unidos como de Canadá son absolutamente válidas, porque está claro que los embajadores no operan por su cuenta, ya que se encuentra en juego un intercambio comercial que, de acuerdo a Banxico, el año pasado alcanzó la cifra de 776 mil 754 millones de dólares y que según la organización “México ¿Cómo vamos?” involucra 14.6 millones de empleos.
Con el futuro del país no se juega y mucho menos se blofea. Más allá de la relevancia que tienen países como España, y Perú, a quienes el presidente también en su momento puso en pausa, lo que está en suerte es el porvenir de generaciones de mexicanos que en los próximos años engrosarán el mercado laboral. México necesitará grandes cantidades de inversión para generar esos empleos, con la relocalización nuestra nación se convierte en un destino atractivo, pero no va ocurrir si no existe une certeza jurídica, si las decisiones las sigue tomando caprichosamente un solo hombre (o mujer), detrás de un escritorio, cuya única justificación sean las encuestas de popularidad.