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Siete-cero, zapatero: los hombres y las mujeres de AMLO

by El Consejero

Tras un largo paréntesis de incertidumbre la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, se decantó por Víctor Rodríguez Padilla para ocupar la dirección general de la que durante muchas administraciones fuera considerada “la joya de la corona”, Petróleos Mexicanos (Pemex).

Resulta inexplicable como una decisión de esa magnitud se hubiera ocultado como el secreto mejor guardado para terminar convirtiéndose en una designación que ya habían adelantado desde hace semanas expertos y observadores y no es que tuvieran información privilegiada.

Siguiendo el guion establecido desde su primera presentación, la doctora no escatimó en elogios para el que será su predecesor quien, sin lugar a dudas, participó de tan estratégica determinación.

Los procesos de transición entre gobiernos han sido tradicionalmente sencillos, si no tersos, sí protocolarios y, aunque ha habido alternancia entre partidos, no se han destacado o publicado profundas diferencias entre el equipo saliente y el entrante; aunque, al tiempo se develen todo tipo irregularidades.

En el caso de Sheinbaum y López Obrador resulta dramática la sincronización con la que cada funcionario replica lo que el anterior dijo, alaba la función de su antecesor y destaca la transformación que se logró. Nada más parecido a un discurso totalitario, dictatorial.

Durante la conferencia en la que se nombró al director de Pemex se resaltaron todos los méritos que argumentan su designación, hasta ahí todo bien. Lo desastroso fue el discurso del flamante director, pues se ajustó a los mensajes del presidente López Obrador y hasta se incluyó en el trabajo que se ha hecho en la empresa improductiva del estado/gobierno en ese período.

Rodríguez Padilla se atrevió a exaltar la disciplina que ha tenido Pemex en el pago de sus obligaciones sin contar toda la verdad, sin siquiera mencionar la histórica deuda con los proveedores de la paraestatal. Culpó de todas las desventuras a Ernesto Zedillo y destacó el trabajo monumental para sanear la empresa en el último sexenio.

Todo mal, se esperaría mucho más de un hombre de ciencia y de la academia, pero las coincidencias no existen, se hacen. Así que, para acabar con cualquier especulación respecto al origen del nombramiento, nuevamente se impuso el presidente López Obrador. Sheinbaum sólo intentó maquillar su relación con el doctor Rodríguez Padilla, al mostrar un artículo periodístico que escribieron juntos hace más de 10 años.

Rodríguez Padilla concluyó su arenga, quise decir mensaje, comprometiéndose a seguir construyendo el segundo piso de la cuarta transformación del país ¿Alguna duda?

De lealtades, capacidades y formas

Para estar en el gabinete, se necesitan varias cualidades, pero por lo menos tres son esenciales: lealtad, en este caso a la presidenta; capacidades para el cargo, tanto administrativas como políticas y, deseable pero a veces prescindible, técnicas; y cuidar las formas, porque no hacerlo sólo causa problemas gratuitos.

En su momento, ya como jefe de Gobierno, Martí Batres jugó en contra de la candidatura de Omar García Harfuch, el favorito de su exjefa. Por eso es que causó perplejidad cuando, apenas pasadas las elecciones, circularon documentos sin membrete alguno, con los supuestos integrantes del futuro gabinete, encabezando Martí Batres como secretario de Gobernación.

La especulación fue tan fugaz, que para cuando fue anunciada Rosa Icela Rodríguez al frente de Segob, la sorpresa fue que no fuera Mario Delgado el designado, nadie pensaba en el jefe de Gobierno ni siquiera para estar en el gabinete legal. Entonces, Martí quiso hacer méritos para el Infonavit, anunciando programas de vivienda capitalinos. Terminó al frente del ISSSTE, algo más controlable. Y es que, para estar en el primer equipo, la lealtad es fundamental.

Sin formalismo alguno y respondiendo a una pregunta, Sheinbaum dio a conocer que Tatiana Clouthier encabezará el Instituto de Mexicanos en el Exterior. Así se resolvió qué hacer con Tatiana, luego de que fuera irrelevante como coordinadora de voceros de la precampaña, sólo causando ruido por su denuncia por calumnia y difamación contra Alfredo Jalife por un comentario irrelevante de éste.

Quien por año y medio fuera secretaria de Economía, renunció sin resolver las consultas solicitadas por EEUU y Canadá en el marco del T-MEC. Su sucesora, Raquel Buenrostro, tampoco lo hizo, pero aguantó y soslayó el problema. Probadas sus limitaciones para la política y la administración pública, a la hija de Maquío se le encontró espacio en el organismo desconcentrado de Relaciones Exteriores, el cual atenderá desde Monterrey.

Del video donde se ve el frío saludo de Sheinbaum a Fernández Noroña en el festejo con motivo de la entrega de la constancia de presidenta electa, el petista lo minimizó diciendo que ya la había saludado antes en el Tribunal Electoral.

Todo indica que la forma tiene su fondo en las formas de Noroña: en junio pasado, Noroña reclamó por no ser designado coordinador de senadores de Morena, alegando el lugar que ocupó en las encuestas en la elección del candidato presidencial. Sheinbaum se permitió expresarle su aprecio al tiempo que le contestó que él participó como aspirante del PT, no de Morena. Después de reunirse con la presidenta electa, Noroña dijo que se le propuso encabezar un proyecto, lo cual analizaría -nunca se supo cuál-, pero se quedaría en el Senado y concluyó: “ya me chingaron”.

Y tuvo razón, el saludo lo confirmó.

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