Continuando la política del “aquí no pasa nada”, la presidenta Claudia Sheinbaum reconoció que Pemex tiene una deuda con proveedores, se está haciendo una revisión de la misma, que “es normal” en un cambio de administración, y se van a definir “distintos mecanismos para el pago de los proveedores”.
Lo que no es normal, es que, hasta septiembre pasado, Pemex debía a empresas que le prestan servicios más de 400 mil millones de pesos, más lo que se sigue acumulando. Una deuda que ha traido por consecuencia desde solicitudes de préstamos, factorajes y retrasos en pagos de salarios, y cadenas de adeudos -no te pago porque no me pagan-, hasta quiebras de empresas afectadas directa o indirectamente por la falta de pago de la petrolera, pasando por afectaciones a la propia empresa del Estado.
Y en vía de mientras, Pemex suspendió temporalmente -que no congeló, aclaró en comunicado, aunque para el caso es lo mismo-, procesos de publicaciones, contrataciones y convenios modificatorios de contratos en proceso, hasta terminar su análisis, perfilándose que habrá una reducción de los mismos para el siguiente año.
Hace unos días, en un foro con el Colegio de Ingenieros Petroleros de México, el director de la empresa, Víctor Rodríguez Padilla, reconoció que la deuda financiera no es problema, pues se tiene una partida para cubrir hasta diciembre del 2025. El problema, a decir del titular de Pemex, es la deuda con los proveedores, y para ello se está haciendo todo un perfil y un programa de pagos, porque hay “facturas no legítimas”, con trabajos no realizados y sobrecostos muy altos.
“¿A quién le voy a empezar a pagar primero, a los grandes o a los chicos?”, se conflictúa Rodríguez Padilla, quien por lo visto es la primera vez que tiene un cargo de ese nivel, porque lo lógico es que se empiece por pagar en orden de antigüedad, para eso los contratos y facturas están fechados. Hay todo un proceso de supervisión y valuación de los trabajos por parte de Pemex, así como de sanciones y recisiones de contratos en caso de ser procedente que se debió o debe aplicar. Lo que es más, tuvieron seis años para limpiar el cochinero que sin duda recibieron, entre ello lo que sea que entienda el titular de Pemex por “facturas no legítimas”, ¿no hicieron nada, dejaron que creciera y le agregaron lo suyo?
Afortunadamente, ahora sí, estén trabajando coordinadamente Pemex con Hacienda y Energía, y se está trabajando en un plan de pagos los cuales, todo indica, asumirá la secretaría a cargo de Rogelio Ramírez de la O y, por lo menos, habrá algún jefe de Departamento en cualquiera de las dependencias que le resuelva a Rodríguez Padilla por dónde empezar a pagar.
La Guardia Nacional y su pobre desempeño en las autopistas
La situación de inseguridad en las autopistas de México es alarmante y, por desgracia, se ha convertido en una constante en la vida diaria de millones de ciudadanos. Las noticias sobre asaltos, secuestros y violencias en estos espacios de transporte nos recuerdan, cada vez con más frecuencia, que viajar por el país se ha vuelto una actividad de alto riesgo. La falta de seguridad en las carreteras refleja un problema sistémico que parece estar empeorando, y en este contexto, la actuación de la Guardia Nacional es más que necesaria.
A pesar de los esfuerzos prometidos por el gobierno para combatir la delincuencia, la realidad es que la delincuencia ha encontrado nichos de operación en las autopistas, en donde el vacío de poder y la ausencia de un control efectivo han propiciado el crecimiento de bandas delictivas. Los viajeros, en su mayoría indefensos, se convierten en blancos fáciles en un entorno donde la impunidad parece ser la norma y no la excepción.
La Guardia Nacional, cuya creación se justificó con la promesa de brindar seguridad y una respuesta contundente a la creciente ola de criminalidad, se enfrenta a un desafío monumental. La realidad es que su presencia en las autopistas no ha logrado disipar el clima de miedo que permea entre los conductores y pasajeros. Los patrullajes y operativos son, en muchos casos, insuficientes, una fachada que poco o nada suma frente a la magnitud del problema. La desconfianza hacia las instituciones es palpable; muchos mexicanos sienten que, incluso con la Guardia Nacional patrullando, el riesgo permanece y la posibilidad de un encuentro desafortunado con delincuentes es inminente.
Además, la falta de estrategias efectivas y coordinadas entre diferentes niveles de gobierno y fuerzas de seguridad ha dejado ver que, si bien se han destinado recursos y esfuerzos ostensiblemente, la efectividad de estos es cuestionable. En lugar de una solución a largo plazo, parece que estamos atrapados en un ciclo de improvisación y respuestas reactivas que sólo abordan los síntomas de una enfermedad mucho más profunda.
El impacto de esta situación va más allá de la seguridad personal; afecta la economía, el turismo y la vida social y cultural del país. Un ambiente de inseguridad en las autopistas lleva a la disminución de la confianza tanto de los ciudadanos como de los inversores. Las carreteras, que deberían ser vías de desarrollo y conexión, se han deteriorado en su reputación, lo que solo refuerza la idea de que lo peor está por venir.
En este sombrío panorama, es difícil ver un atisbo de esperanza. Sin una reestructuración efectiva de las estrategias de seguridad, una depuración en las fuerzas que deben proteger y una auténtica voluntad política, la Guardia Nacional, por muy comprometida que esté, no podrá revertir la tendencia. La invisibilidad de la seguridad en las autopistas de México se ha convertido en una de las muchas tragedias del país, en donde los ciudadanos continúan siendo los más afectados en su lucha por un entorno seguro.
Bienestar laboral, prioridad para 2025
México se encuentra entre los países con mayor estrés laboral a nivel mundial, por arriba de China y Estados Unidos, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud. Asimismo, 7 de cada 10 profesionales buscan cambiar de empleo para mejorar su paquete de beneficios y compensaciones, así como para tener un mejor equilibrio entre su vida personal y laboral, según la plataforma de empleo Computrabajo.
Con estos referentes, se entienden los resultados de la Radiografía de Bienestar Integral, estudio realizado por TotalPass, la plataforma tecnológica de beneficio corporativo, donde encontró que 50% de los entrevistados considera que las empresas deben de tomar acciones para mejorar el bienestar laboral, ya que éste impacta de manera directa en la productividad y la retención de sus colaboradores, y una cuarta parte de los encuestados considera que los líderes de su empresa no están realizando los ajustes a los programas de salud en función de los resultados obtenidos.
“Para los profesionales de recursos humanos, la salud de los colaboradores mexicanos continúa siendo una prioridad y así lo han manifestado en la Radiografía de Bienestar Integral que aplicamos este año, donde más de la mitad expresó tener confianza en que las acciones de bienestar integral se fortalecerán y diversificarán”, mencionó Alice Carvalho, Country Manager de TotalPass México.
El estudio destaca que el esquema de trabajo flexible seguirá experimentando cambios en 2025; las empresas ofrecerán diferentes opciones que van desde laborar un día en la oficina y cuatro días de manera remota, opción para asistir a la oficina o permanecer en casa, incluso se brindarán incentivos de días libres si optaran por la presencialidad. Sin embargo, sólo el 39% asegura que la empresa donde labora se apega a la Normativa 037 sobre el trabajo remoto, por lo que aún se requiere mucho trabajo de parte de las empresas para que se cumplan los lineamientos que marcan las autoridades.
El cuidado de la salud integral de los colaboradores será cada vez más relevante para fomentar un equilibrio entre la vida personal y profesional que beneficie no solo al talento, sino que también tenga impacto en la sociedad en su conjunto. Las empresas que implementen estrategias de bienestar mejorarán su imagen frente a la comunidad y su entorno como una entidad responsable.
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