Obnubilado por el poder a Donald Trump se le olvida que fue electo como presidente de Estados Unidos y no como soberano del mundo. A sus estrafalarias ideas como comprar Groenlandia, recuperar el Canal de Panamá o sumar a Canadá como el estado número 51, se agrega ahora la que probablemente sea la idea más disparatada durante su incipiente gestión: tomar el control de Gaza, expulsando al pueblo palestino, para convertir el territorio en la Riviera de Medio Oriente.
Lo que plantea como un acto humanitario no es otra cosa que una “limpieza étnica” que violaría las normas del derecho internacional y contravendría decenas de resoluciones de la Organización de las Naciones Unidas; de paso le daría el tiro de gracia a la resolución 181 de la Asamblea General de la ONU, que en 1947 propuso dividir palestina en dos estados independientes: uno árabe y otro judío.
La idea de trasladar a los palestinos a diversos puntos en Jordania y Egipto, idea que fue tajantemente rechazada por ambos gobiernos, empezó a sonar hará cosa de dos semanas, hoy podemos intuir que no es algo nuevo y que se encuentra vinculado al nombramiento de Steve Witkoff como enviado especial para Medio Oriente, un empresario inmobiliario quien además es judío.
Las declaraciones de Trump se dieron tras un encuentro con el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, que no cabía de satisfacción; la fórmula le permitiría mantenerse en el poder apoyado por los grupos ultra conservadores, que tienen décadas al acecho de un territorio en el que plantean construir nuevos asentamientos, y de paso pondría fin a una vecindad incomoda con la que Israel no se siente nada seguro.
La sola posibilidad de expulsar a los palestinos de sus hogares remueve viejos odios entre los países árabes de la región, a quienes Israel, tras la guerra de los seis días en 1967, les arrebató el control de diversos territorios. La situación ha sido tensa desde entonces, la presencia de Estados Unidos en la región crearía un clima más volátil.
Donald Trump no está bien, si recapitulamos todas y cada una de sus declaraciones desde que asumió la presidencia el 20 de enero, muy bien pudiéramos tener el guión de un stand up, lamentablemente no es cosa de risa, al margen de esos signos que cada vez parecen alejarlo de la cordura, Donald Trump es probablemente el hombre más poderoso del mundo, que gobierna una de las economías más importantes, con una capacidad militar para poner a temblar a la humanidad entera. Alguien o algo lo tiene que parar antes de que las consecuencias de sus actos se vuelvan irreversibles.
Vivienda usada, alternativa a falta de vivienda nueva asequible
El reto para construir viviendas nuevas en las grandes ciudades es la escasez el suelo. Esto ha llevado a la verticalización, es decir, la construcción de condominios predominantemente de precio alto, que le alcanza a un reducido porcentaje de la población, mientras que los niveles socioeconómicos que no les alcanza para ello han optado por la compra de vivienda usada para mantenerse en la ciudad, o salir a las periferias, donde la oferta de vivienda nueva es más barata.
La anterior es una de las conclusiones que se desprenden de la “Radiografía del mercado inmobiliario: análisis y perspectivas clave 2024 – 2025,” elaborada por el portal inmobiliario Propiedades.com en colaboración con la consultora 4S Real Estate.
Un comportamiento detectado en la data analizada en el estudio ha sido el crecimiento de 2023 a 2024 de 11 por ciento del inventario de vivienda con valor por debajo de los 2 millones de pesos, y que en su mayor parte es vivienda usada, y que se trata de la categoría más relevante, pues es donde se mueve más del 65 por ciento de las transacciones del portal.
Al respecto, Juan David Vargas, General Manager de Propiedades.com, señaló que la escasez de vivienda nueva asequible es la que lleva la dinámica del mercado a la vivienda usada, creciendo la participación de esta última en el mercado, mientras se mantiene prácticamente igual la de vivienda nueva.
Es por ello que existe la necesidad y se abre la oportunidad de desarrollar proyectos verticales que tengan unidades asequibles para los niveles socioeconómicos medios y bajos en las ciudades.
Lakach, el proyecto maldito
En 2006, Pemex descubrió Lakach, localizado en aguas profundas del Golfo de México a poco más de 90 kilómetros del puerto de Veracruz, presumiéndose como uno de los principales campos de gas natural. Finalmente, la entonces empresa productiva del Estado abandonó el proyecto en 2016 por nula rentabilidad, aunque ya había invertido más de mil millones de dólares y equipo para su desarrollo.
Es en 2022 con la administración de López Obrador que se retoma el proyecto con un acuerdo de inversión con la empresa estadounidense New Fortress Energy con miras a que pudiera producir gas a mediados de 2023, postergándose para un año, y rompiéndose el acuerdo a fines de 2023. Es entonces que entra Grupo Carso, de Carlos Slim, y, ahora, casi un año después, se da a conocer de manera extraoficial, por un cable de Reuters, que están en negociaciones Pemex y Carso para hacer cambios a lo acordado buscando que sea rentable el proyecto.
Cabe señalar que Lakach siempre ha tenido dos problemas de negocio estrechamente enlazados que lo hacen inviable actualmente: necesita una alta inversión para la extracción, por lo que el precio final del gas no podría competir con el del hidrocarburo barato de Estados Unidos, principal exportador de gas a nivel mundial. Inclusive para México, saldría más barato importarlo que producir la molécula de Lakach o, en el mejor de los casos, concentrarse en otros proyectos de extracción o recuperación de gas más baratos.
Con este escenario, se explica que la decisión en su momento de Carlos Slim de participar en Lakach fuera política, evitando que quedará abandonado el proyecto como un favor al presidente, y esperando que con el cambio de administración se abriera la oportunidad de reajustar el acuerdo para hacerlo viable o por lo menos cumplirlo y dejarle el negocio a Pemex, si es que en la petrolera estatal quieren asumir un casi seguro fracaso.
Tan de moda ahora pensar con la cabeza fría, no extrañe que Lakach nuevamente quedé pendiente para desarrollarse en algún momento del futuro, en que la tecnología permita que la extracción sea más barata y que el precio sea competitivo con el del gas estadounidense.