Por: Coautores (1) Dr. Francisco Suárez Hernández: Director de Asuntos Públicos y Relaciones Estratégicas FEMSA y Asuntos Corporativos Negocios Estratégicos y División Salud. Ex Presidente del Consejo del World Environment Center. (2) Erica Valencia: Directora General de Ectagono.
Correos electrónicos: francisco.suarezh@gmail.com; erica@ectagono.com
Esta semana tuve el gusto y honor de colaborar nuevamente en la columna semanal con Erica Valencia, coincidimos en un tema que por lo general vemos por separado y tiene toda la liga directa que hemos olvidado; teniendo en cuenta que somos la única especie que se ha separado de la naturaleza, y partimos de la pregunta:
¿En qué momento nos olvidamos de que somos parte de ella?
Todos los animales lo saben. La salud del planeta y nuestra salud están intrínsecamente vinculadas en una relación de interdependencia. Los efectos de las acciones humanas en el medio ambiente tienen un impacto directo en la salud y el bienestar de las personas, y a su vez, la salud de las personas puede influir en la salud del planeta.
Erica siempre ha sido una apasionada en encontrar de manera cotidiana, las mejores formas de llevar su bienestar a su máximo potencial, a través del entendimiento de todas las tendencias de alimentación, el deporte (sobre todo aquellos que se realizan en la naturaleza como correr, ciclismo, esquiar, kitesurf, escalar), la medicina como estilo de vida y probando las mejores terapias alternativas; en mi caso lo viví desde niño como boy scout marino, acompañar a mi papá oceanólogo / geólogo en sus trabajos en campo y muchas experiencias que te van llevando a conectar durante la vida con tu entorno natural.
Erica tuvo el camino de conectar con su cuerpo, entenderlo y aprender a leerlo, la condujo al camino de la sostenibilidad, entendiendo que el mejor lugar de bienestar siempre es la naturaleza, y que la mejor manera de nutrirse siempre era directamente de la tierra, sus temporadas y las tradiciones de cada localidad.
Muchas veces se cuestiona la relación entre ambos temas, que aparentemente no es evidente, y representa la relación más importante a resignificar, conectar y eliminar aquello que la mantiene desdibujada.
Incluso podríamos intuir que la población deportista, e interesada en un continuo estado de conexión con el bienestar estarían interesadas en la sostenibilidad, sin embargo, aunque estas actitudes están cambiando gradualmente, a medida que aumenta la conciencia sobre los desafíos ambientales y sociales, todavía hay una brecha en la adopción de prácticas sostenibles. Algunos ejemplos:
Conciencia insuficiente: una encuesta global realizada por Nielsen en 2019 mostró que alrededor del 66% de los consumidores consideraban que no estaban dispuestos a pagar más por productos sostenibles.
Según la FAO, aproximadamente un tercio de los alimentos producidos para consumo humano se pierde o desperdicia en todo el mundo, lo que contribuye a la ineficiencia y al impacto ambiental.
El uso insostenible del agua es común en muchas regiones. Según la UNESCO, se espera que para 2025, dos tercios de la población mundial puedan enfrentar escasez de agua.
Cuando entendemos la belleza de un río limpio y desentubado, el arte de comer del huerto a la mesa, la creatividad en renovar nuestro closet y lo bien que podemos mantener nuestro cuerpo y piel si usamos ingredientes naturales, comenzamos a entender a la naturaleza como nuestra mejor medicina y a innovar en aquellas soluciones basadas en ella y vivir una mejor calidad de vida.
La sabiduría de la medicina de la tierra: temazcal, hierbas medicinales y sus aplicaciones tópicas e ingeridas, hongos como adaptógenos, estar descalzos en la tierra “earthing”, ver el sol cuando sale y se mete en sus primeros y últimos segundos “sun gazing”, entender que la piel es el órgano más absorbente, el consumo de orgánicos, así como entender tus ciclos de sueño basados en los horarios de oscuridad y luz natural.
Es clave comenzar a observar, el cómo la naturaleza enfrenta y resuelve los retos, desde las soluciones basadas en la naturaleza, la biomimética, y la economía circular.
Estas soluciones reconocen el papel fundamental que los ecosistemas desempeñan en el mantenimiento de la vida en la Tierra y buscan utilizarlos de manera sostenible para resolver problemas y mejorar nuestra calidad de vida. Se centran en la conservación, restauración y gestión sostenible de los ecosistemas para proporcionar beneficios tanto para la naturaleza como para la sociedad.
Cuidar el planeta y abordar los desafíos ambientales es esencial para proteger nuestra salud y bienestar.
Los esfuerzos por preservar la salud del planeta, como la reducción de emisiones, la conservación de la biodiversidad y la promoción de prácticas sostenibles, no solo benefician a la Tierra, sino que también tienen un impacto positivo en la salud y calidad de vida de las personas.
Recordar la relación simbiótica que tenemos con la naturaleza, aborda varias categorías como: la nutrición correlacionada del consumo y gastronomía nativa de la tierra que apoye al rescate biocultural de cada localidad, el paisaje y biodiversidad.
Comer platos de temporada, entendiendo las recetas milenarias que permiten la conservación de las buenas prácticas, de las porciones y combinaciones que tu cuerpo necesita en cada temporada y lugar del mundo, según las condiciones climáticas.
Así mismo, cultivando tu propia comida, que te permita conectar con la tierra, en estados meditativos, consumir alimentos de mejor calidad y en la cantidad que necesitas, así como atraer a polinizadores a la ciudad y crear tu propia composta, para mantener tu tierra con los mejores nutrientes.
Cuando cuidamos de nuestra naturaleza, nos cuidamos directamente a nosotros mismos y nuestra salud, desde el aire que respiramos y todo lo que consumimos.
Nos urge retomar el camino de cuidar la naturaleza de las comunidades, pueblos originarios y sus tradiciones, pero, ante todo:
¡Cuidarnos nosotros y a nuestra madre tierra, para realmente emprender un camino sostenible!