Hace unos meses, la duda era quién de la oposición sería el contrincante de Claudia Sheinbaum. Hoy la duda es, si ella podrá ganarle a Xóchitl Gálvez. Si bien la exjefa de Gobierno mantiene ventaja en las encuestas donde las confrontan, la senadora tiene mayor oportunidad de crecimiento y, sobre todo, la campaña electoral oficial es un juego nuevo.
Ya desde la semana pasada, las quejas de Marcelo Ebrard, el silencio de Sheinbaum y de Adán Augusto López, advertía que se confirmaría a la que siempre fue la favorita de Palacio Nacional. El problema no era definir a la ganadora, sino evitar deslegitimar la elección. Al final, ante lo que ya era una obvia intención de Ebrard de reventar el proceso, los otros cuatro perdedores cumplieron su papel de cerrar filas en torno a Sheinbaum.
La convocatoria de Ebrard a sus seguidores a una asamblea el próximo lunes opaca la noticia de la designación de Sheinbaum, la cual no fue novedad. Con su ausencia en la conferencia de prensa del WTC, Ebrard quedó fuera de cualquier acuerdo o premio de consolación, por lo que le urge encontrar espacios para él, su equipo y simpatizantes, quienes difícilmente se quedaran a recoger las sobras del reparto, sino más bien migrar a otras opciones políticas, léase Movimiento Ciudadano o, por qué no, el Frente Amplio. Este éxodo también implica una radicalización del partido oficial, al quedar fuera los moderados de Morena.
En balde que Ebrard alegara inconsistencias y la reposición de la encuesta, cuando él aceptó las reglas del juego y que no habría impugnaciones. El excanciller no se puede llamar al engaño. La oportunidad, la circunstancia y el momento de Marcelo fueron en 2012 y lo dejó pasar, probablemente en un mal entendido acuerdo de caballeros de cederle a AMLO ir por segunda vez por la Presidencia. No contaba con que estaría casi un sexenio en el exilio por el escándalo de la Línea 12 y regresó en 2018 sólo para ser cobijado por el tabasqueño. Lo cierto es que la gratitud, el deber favores y los acuerdos sobreentendidos, son algo que López Obrador siempre ha interpretado a su conveniencia.
Por último, en descargo de Mario Delgado y Alfonso Durazo, imposible que alguien más hubiera llevado la interna de manera tersa y sin conflictos, cuando todo se armó improvisadamente, el sello de la 4T. Un proceso que no tuvo nada de austero, con campañas descoloridas por falta de propuestas, con uso de servidores y recursos públicos, sin debates, con inconformidades expresas de por lo menos tres participantes, y con una contendiente de la oposición que los opacó en varias ocasiones. Fue muy alto el costo económico y político de la simulación del dedazo que terminó como todos sabían: #EsClaudia.
El último paquete económico del sexenio y las prioridades presidenciales
A más tardar el próximo viernes la Secretaría de Hacienda deberá enviar a la Cámara de Diputados el llamado Paquete Económico 2024, la propuesta del Ejecutivo sobre la que se sostendrán las finanzas públicas del país durante el próximo año.
Este será el último paquete económico enviado por la actual administración y como ocurre cada seis años por estas mismas fechas, cuando se inaugura un nuevo ciclo para la renovación presidencial, es previsible que estará enfocado en las acciones que le atraigan más votos al partido en el poder y que al mismo tiempo le permitan concluir exitosamente la totalidad de las obras inconclusas, no solo las emblemáticas.
Ya en la semana, el presidente López Obrador adelantó que la pensión para adultos mayores habrá de incrementarse 25%, esto es de 4,800 a 6,000 pesos, medida dirigida justo al grupo que con 72% tuvo mayor participación en las elecciones de 2018. Y en lo que ya es una descarada campaña adelantada, el mandatario también señaló que se analiza la posibilidad de extender el número de becas para estudiantes de preescolar, primaria y secundaria además de que todos los programas del Bienestar se habrán de ajustar en concordancia con la inflación.
Más allá de la falsa vanidad con la que no deja de sorprendernos cada mañana, está claro que al presidente le interesa sobremanera como habrá de aparecer su nombre en los libros de historia, de ahí que cuanto dinero sea necesario será encauzado a la finalización de dos de los tres megaproyectos que le quedan pendientes, el de la refinería Olmeca ubicada en Dos Bocas, Tabasco, y el Tren Maya que avanza a paso de tortuga y no es una metáfora. Quedará a las futuras generaciones la conclusión del Corredor Transítsmico, una obra que por mucho debió haber sido la más importante. La deuda pública seguirá creciendo con un impacto superior a billón de pesos, pero eso no será un obstáculo para que se le sigan inyectando fondos a estas obras.
Es más que evidente que el tan cacareado tercer paquete de infraestructura ya no habrá de llegar como lo ofreció el presidente en diferentes ocasiones, entre 10 y 15 proyectos que habrían de tener una inversión de 70 mil millones de pesos quedarán en la congeladora. La administración cerrará así como empezó, con una clase privilegiada entre la que se distribuyeron generosamente los contratos gubernamentales y el resto que no recibió ni las “migajas”.
Hay que recordar que el Paquete Económico está integrado por tres documentos: los Criterios Generales de Política Económica; la Ley de Ingresos, en la que se incorporan las modificaciones a la miscelánea fiscal; y el Presupuesto de Egresos. La estabilidad mostrada por la economía nacional durante el presente año permite a la Secretaría de Hacienda estimar un crecimiento de entre 3 y 4 por ciento, aunque hay consenso entre los especialistas que hace falta una reforma fiscal que alivie el gasto público enfocado en los programas sociales, en los altos costos generados en el apuntalamiento de Pemex y la CFE a lo que se suma el pago de pensiones; al tiempo que se va deteriorando la infraestructura frente a la falta de inversión en mantenimiento.