De todos es conocido que la relación entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y los medios de comunicación de larga data no ha sido precisamente la mejor.
Desde su llegada al poder lejos de cortejarlos, como tradicionalmente ocurría, ha buscado la confrontación, al grado de crear una lista de medios alternativos (por no llamar desconocidos) afines a su credo que en muchos casos han funcionado como gestores muy distantes de lo que la labor informativa ha representado, para colocarse más bien como abogados de intereses particulares.
A dos semanas de que conozcamos los resultados del proceso electoral 2024 las cosas no tendrían porque que ser distintas, el presidente se nota nervioso, más osco que nunca, ya sea porque el mismo no cree en las encuestas que dan como favorito a su partido, o porque sabe que la validación de los resultados pasarán por el tamiz de la opinión pública y en eso mucho tendrán que ver los canales no oficiales de comunicación en una batalla que es altamente probable se dirima en los tribunales, dadas las arbitrariedades cometidas, no hace meses sino años, entre las que destacan las campañas adelantadas y
la intromisión del propio jefe del Ejecutivo a favor de su partido, sumado también a las anomalías que se espera se registren el propio día de las elecciones.
La herida dejada por el hashtag de narcopresidente no ha parado de supurar, el viernes López Obrador se volvió a victimizar pidiendo pruebas que efectivamente lo incriminen, como si el hubiera tenido el mismo gesto hacia sus opositores, quienes han visto su reputación destruida únicamente por los dichos del mandatario que no ha tenido ningún escrúpulo en exhibir documentos que por ley deberían ser reservados por pertenecer al ámbito de los datos personales.
El blanco de los ataques presidenciales ahora se enfocaron en Televisa que ha tenido el atrevimiento de dar a conocer las trapacerías cometidas por Rocío Nahle que, todo parece indicar, uso la construcción de la refinería de Dos Bocas como una fuente familiar de ingresos, olvidando la máxima de no mentir, no robar y no traicionar.
Más allá del personaje del que se hable, preocupa que el presidente quiera dictar la forma de trabajar de medios que funcionan con sus propios recursos. El mismo viernes López Obrador se atrevió a sugerir que los medios no editorialicen sino que simplemente informen y fue más allá al recordar que los “medios deben entender que son entidades de interés público, son concesiones”. Si fue una recordatorio o una amenaza sólo el presidente lo sabe, sin embargo es una voz de alerta a la que tendríamos que estar
atentos porque representa una puñalada directa al corazón de la prensa libre.
El 3 de junio los ciudadanos tendremos que monitorear a una prensa que pese a los ataques del Ejecutivo seguirá siendo libre por la voluntad de los mexicanos. Esperemos que los medios de comunicación no se limiten ni se regulen, sino que informen con toda claridad lo que ocurrió a lo largo y ancho del país durante el proceso. No queremos loas ni a López Obrador ni a Claudia Sheinbaum ni a Xóchitl Gálvez, queremos la verdad así a secas.
Conectividad del Valle de México
La Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) tiene más de 21 millones de
habitantes;e stá conformada por la Ciudad de México (CDMX) y sus 16 alcaldías, 59
municipios del Estado de México y uno del estado de Hidalgo.
Los municipios conurbados han tenido un crecimiento exponencial en los últimos 50 años.
Mientras unos tuvieron un desarrollo más industrial y de fraccionamientos como los de la zona norte -Naucalpan, Tlalnepantla, Atizapán de Zaragoza, Cuautitlán Izcalli-; otros se volvieron ciudades dormitorio y fueron objeto de asentamientos irregulares, como Ecatepec y los del oriente -Nezahualcóyotl, Chalco, La Paz, Ixtapaluca-, o de plano creados por esas invasiones, como el municipio de Valle de Chalco, fundado en 1994.
Estos municipios que rodean la Ciudad de México tienen una infraestructura y servicios rebasados por ese rápido crecimiento, con una conectividad deficiente dentro y entre demarcaciones; sobre todo en la comunicación entre municipios y la capital del país, donde trabaja o estudia la mayoría de esa población. Los desplazamientos entre alguno de estos municipios a la Ciudad de México pueden implicar hasta tres horas de un solo traslado de ida o vuelta.
A lo anterior también contribuye que sólo hay tres grandes vialidades que conectan el centro de la Ciudad de México con los municipios conurbados: el Periférico y la Autopista Urbana Norte hacía esa zona, y la Calzada Ignacio Zaragoza con su extensión a la autopista México-Puebla al oriente. El Circuito Exterior Mexiquense es una vialidad que va de municipios de oriente a norte, permitiendo la conexión entre las autopistas de Puebla, Pachuca y Querétaro sin necesidad de cruzar la capital del país, lo cual ha ayudado enormemente a descongestionar la Zona Metropolitana.
El transporte público continúa siendo predominantemente de rutas vehiculares, camiones y camionetas tipo van. El Metro ha tenido una evolución lenta e insuficiente todavía, con las líneas A y B del Metro hacia La Paz y Ecatepec respectivamente, conectando ambas Nezahualcóyotl, y el Tren Suburbano, que conecta desde Cuautitlán hasta la céntrica estación de Buenavista. Algunos municipios cuentan con rutas de mexibús y cablebús, y próximamente de Santa Martha Acatitla hasta Chalco correrán trolebuses de alta capacidad.
Un reto que tienen los gobiernos del Estado de México y de la Ciudad de México con los futuros presidentes municipales mexiquenses de la ZMVM, es acordar propuestas y acciones de conectividad que sean eficientes, donde las fronteras municipales pasen a tercer plano, y que beneficien a la mayor cantidad de población. Ojalá ya estén contemplando en sus propuestas esa coordinación en las soluciones y no sólo piensen en la que crean que resuelve la de su municipio y no a gran escala y a largo plazo, que esa falta de visión es la que llevó al desorden que impera en el Valle de México.
Síguenos en Google Noticias para mantenerte enterado