Guanajuato, violencia y voto

El próximo 26 de septiembre se cumplirán 33 años de que llegó al poder el primer
gobernador panista de Guanajuato, Carlos Medina Plascencia, en aquello que se bautizó
como la “concertacesión”, al quedar como gobernador interino en lugar del priista Ramón
Aguirre Velázquez, quien tuvo un triunfo muy cuestionado sobre Vicente Fox. Desde
entonces han sido electos cinco gobernadores panistas, y uno de ellos incluso logró
terminar el dominio priista de 70 años en la Presidencia de la República.

Parecería que esta racha de gobiernos blanquiazules se rompería debido a la violencia que
se ha visto en el estado por organizaciones delictivos dedicadas al robo de combustible y
al narcotráfico. A ello se suma que la coordinación entre autoridades federales y estatales
no ha sido la mejor, y que el presidente no es condescendiente con los hechos violentos
en Guanajuato como lo es con los que suceden en Chiapas, Guerrero o Zacatecas.

Sin embargo, todo indica que no será así. Guanajuato está a punto de elegir a la primera
gobernadora en su historia y nada parece impedir que sea la panista Libia Dennise García
Muñoz Ledo, ex secretaria de Desarrollo Social. De acuerdo a la última encuesta de El
Universal, la abanderada de la coalición Fuerza y Corazón por Guanajuato aventaja por 13
puntos a la candidata de Morena, Alma Alcaraz ¿Qué sucede? ¿La seguridad no es tema?

A abril de este año, Guanajuato tuvo una tasa de 203.9 delitos por cada 100 mil
habitantes, ocupando el noveno lugar a nivel nacional, como referencia, debajo de
Querétaro. Por número de homicidios dolosos, el estado ocupa la primera posición con
260, aunque su tasa es de 4 homicidios por cada 100 mil habitantes, ocupando el sexto
lugar, mientras el primero lo tiene Colima con 13.1. En la Encuesta Nacional de Seguridad
Pública Urbana del primer trimestre del año, a pesar de porcentajes altos, ninguna de las
tres ciudades guanajuatenses consideradas -León, Guanajuato capital e Irapuato-, se encuentran en los cinco primeros lugares percibidos como más inseguros por sus habitantes.

Por otra parte, el actual gobierno cerrará con un total de 8 mil millones de dólares de
inversión extranjera, la mayoría a ese corredor formado por Silao-León-Irapuato-Celaya
que lleva décadas creciendo. A pesar de la desigualdad social, Guanajuato es la quinta
entidad del país con la mejor distribución del ingreso, de acuerdo a la última medición del
Índice de Gini del INEGI, es decir, un buen lugar para vivir.

Lo que el caso de Guanajuato muestra es que hay es un problema de violencia homicida
focalizado, pero no un alza en todos sus índices delictivos que lleve a una inseguridad
generalizada y, como se ve, no es una limitante a las inversiones y al nivel de vida de los
guanajuatenses. Lo que no queda duda es que Libia García tendrá entre sus prioridades
combatir exitosamente a los generadores de violencia, porque no hay garantía de que el
voto duro panista del estado tradicionalmente conservador se mantenga en tres o seis
años.

¿Será Claudia?

Pese a que nada está escrito sobre quien habrá de ganar la elección del próximo domingo,
los números son fríos y, de atenernos a lo que marcan las principales encuestadoras, la
candidata de la coalición Sigamos Haciendo Historia, Claudia Sheinbaum, se tendría que
imponer por dos dígitos sobre su rival de Fuerza y Corazón Por México, Xóchitl Gálvez.

Claramente solo una de ellas tiene posibilidades. Jorge Álvarez Máynez siempre fue una
comparsa que, para decirlo sin ambages, ayudó a dividir el voto a favor de la candidata
oficialista quien, hay que decirlo, aunque con una campaña desangelada, supo manejar en
todo momento las condiciones favorables que se le presentaron.

Así, las probabilidades de que la dupla Sheinbaum-Brugada se alce con el triunfo se
encuentran posiblemente en su cenit, aunque los románticos sigan apostando a los
indecisos, los desencantados, los abstencionistas de closet y aquellos que, poniendo su
destino en manos del azar, coloquen el domingo una cruz en donde aparecen los logos del
PAN, del PRI, o del PRD.

Pero todo es posible en un escenario que desde el principio estuvo cargado de
triquiñuelas, con campañas electorales anticipadas, con violaciones constantes a la
equidad desde el Palacio Nacional, con la utilización de los programas sociales como arma
de presión para forzar el apoyo de ese pueblo sabio que el domingo decidirá el rumbo de
su futuro para bien o para mal.

Hay que decirlo, Xóchitl Gálvez tampoco se ayudó mucho aunque sería injusto juzgarla, se
encontró de pronto con una candidatura que no esperaba, con un equipo de campaña
desarticulado por la disputa entre los líderes de los partidos que integran la coalición. Así,
con todo en contra, se lanzó al frente y con ello abrió la esperanza a millones de
mexicanos que piensan que existe otra forma de hacer las cosas y que en un país tan
inmenso la población no se puede reducir únicamente a dos grupos sociales.

La responsabilidad, ahora, de que la Cuarta Transformación siga su paso o que el curso del
país se lleve por otro rumbo dependerá del Congreso. Un Congreso sólido y firme ayudará
a reforzar unas instituciones que tienen ya casi seis años con anemia, ayudará a defender
al Poder Judicial y frenar esa democratización cosmética con la que el presidente Andrés
Manuel López Obrador ha pretendido colonizarla.

Hoy terminan las campañas imponiendo un silencio al ruido político del que ya estamos
cansados, incluso el presidente habrá de cerrar la boca, algo que por ley debió haber

hecho hace semanas. El lunes, como todos los días, habremos de acudir a nuestro trabajo,
a las universidades, se habrá de reanudar la vida doméstica y la actividad en las calles, sin
embargo, el lunes México empezará a ser otro y la incertidumbre irá quedando en el
pasado.

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