Tras su fracaso inminente, Morena abrió un paréntesis en su intento por llevar al pleno de la Cámara de Diputados su iniciativa (sic) de reforma constitucional en materia electoral, proyecto en el que ya ni su propio artífice, Andrés Manuel López Obrador, ve futuro.
Fue el propio coordinador del partido oficial, Ignacio Mier Velasco, quien anunció que será hasta el próximo 6 de diciembre cuando se dé inicio a la discusión “por prudencia y para dar tiempo al análisis”.
No faltaron los mal pensados, como el expresidente Felipe Calderón, quienes lejos de confiar en la buena voluntad de los “morenistas” presagiaron una nueva era de extorsiones y chantajes para obligar a los legisladores con “cola larga” a ceder a las presiones “reformistas” para cambiar su voto, pero 58 votos son muchos aún para las huestes del presidente.
La reforma, como está, no solo confronta a los partidos aglutinados en la Alianza (PAN, PRI, PRD), los propios aliados de Morena (Partido Verde y PT) se encuentran muy lejos de estar convencidos de sus bondades, son fuerzas políticas que han vivido del erario por generaciones y la sola idea de ver reducidas sus prerrogativas les provoca escozor y su lealtad no llega hasta tanto.
Ya con la batalla prácticamente perdida y desde su púlpito matinal, el presidente insistió en su plan “B”, una versión light de su proyecto inicial, una reforma legal a la Ley Electoral para la que sí le alcanzan los votos.
Preocupa que mientras el presidente predicaba desde Palacio Nacional, apenas unas cuantas horas antes, en el Diario Oficial de la Federación, se oficializaba el recorte de 4 mil 475 millones de pesos al Instituto Nacional Electoral (INE) para el presupuesto 2023, uno de los puntos fundamentales de la estrategia del Ejecutivo para asfixiar al árbitro, limitar su operación para después responsabilizarlo en caso de que los resultados no le favorezcan a su fuerza política.
A este segundo punto de su maniobra se refirió en su conferencia matutina en donde desde ya acusó a la “oligarquía” de pretender comprar votos traficando con la pobreza de la gente; sin ningún escrúpulo el león suponiendo a todos de su misma de su condición.
Pese a presumir cada semana que es el segundo mandatario más popular en el mundo y jactarse diariamente del cariño que le profesa ese ente anónimo al que él denomina “pueblo”, el presidente no se siente seguro, por eso el autoelogio cotidiano, el llamado a una marcha sin otro sentido que saberse querido.
Es muy poco lo conseguido tras cuatro años, la Cuarta Transformación es un proyecto trunco que no acaba de tomar forma, le es indispensable su continuidad y por eso el presidente busca el control del órgano electoral. Todo parece indicar que por lo menos en la presente legislatura no habrá de ocurrir y, aunque famélico, el Instituto Nacional Electoral seguirá siendo uno de los pilares fundamentales en la democracia que merecemos todos los mexicanos sin excepción.
China: el hartazgo ante el “Cero Covid”
Desde hace tres años, China mantiene una estrategia draconiana contra el coronavirus, consistente en periodos de cuarentena de hasta 100 días, tests masivos, confinamientos de edificios de departamentos, barrios y ciudades. La política llamada “Cero covid” ha impactado en las cadenas productivas a nivel internacional, por lo que es uno de los motivos del nearshoring, y es identificada como una de las causas de la inflación que aqueja al mundo postpandemia.
Hasta antes de la semana pasada, los efectos de la estricta política sanitaria no parecían pasar de ser económicos. Sin embargo, dos eventos han evidenciado el hastío de la población china.
Primero, fueron las protestas de empleados recién contratados en la planta de Foxconn, proveedora de Apple, en la ciudad de Zhengzhou, inconformes por incumplimiento de salarios y las medidas anticovid. Cabe señalar que los trabajadores fueron contratados para reemplazar a otros que optaron por regresar a sus provincias ante los confinamientos y la escasez de alimentos provocada por las restricciones sanitarias.
A ello siguió un incendio en un edificio de departamentos de la ciudad de Urumqi, el cual derivó en la muerte de diez personas. En redes sociales se dijo que las víctimas no pudieron escapar pues el edificio estaba parcialmente cerrado, por las medidas anticovid tomadas por las autoridades para controlar a la población aislada.
Las protestas de hartazgo contra la política de “Cero covid” se han extendido a varias ciudades, entre ellas la capital Beijing, incluso con exigencias de que renuncie Xi Jiping, mandatario de la República Popular China, quien apenas en octubre pasado fue ratificado para un tercer mandato como secretario general del Partido Comunista, en los hechos el máximo cargo en el país.
Si bien hay detenciones de manifestantes, se estima complicado un acto de represión masiva dado que, a diferencia de Tiananmén en 1989, son varias ciudades las que registran protestas y los reclamos ya no son sólo contra la estrategia anticovid y la falta de alimentos, sino exigencias de libertad y democracia.
Ya no son los tiempos de soltar los tanques por las calles, Se estima que la decisión más probable por parte del gobierno chino sea un relajamiento de las medidas sanitarias, con la consecuente complejidad de ajustarlas para una población de más de mil 400 millones de chinos, un territorio extenso y la segunda economía mundial. Nada fácil. De lo que decidan los dirigentes chinos dependerá no sólo el bienestar de su población, sino la situación de la economía internacional para el 2023.